Mi vida a cámara lenta

Cada vez que mi mujer está por ahí alrededor, mi vida parece estar filmada a cámara lenta. Y es que ella es una de esas chicas-locomotora que no para de hacer cosas constantemente y que resultan tan agotadoras. Podría decirse que es hiperactiva, pero eso debería estar diagnosticado por un médico y a lo mejor me bonificaban. Pero creo que no voy a tener esa suerte.
Mi mujer, la locomotora, la expreso, la rápida, Speedy Gonzales, la Correcaminos, flash,…. como queráis llamarla, yo me referiré en este post a ella como «ELLA», parece que ha nacido con prisa y se ha dado cuenta de que está todo por hacer, cuando se dice que las mujeres son multi-tarea, es cierto, por lo menos en el caso de ELLA, hace de todo, al mismo tiempo, y algunas cosas las hace bien. Otras las hace a su manera, una muy propia y particular, pero eso no es reprochable ya que todos hacemos de vez en cuando las cosas como creemos oportuno y, llenos de razones, siempre creemos que lo que hacemos está bien hecho, ¿o no?
Normalmente, en los días de diario no soy muy consciente de esta vorágine que la rodea, ya que desgraciadamente la veo mas bien poco, pero se que es capaz de preparar el desayuno de las niñas al mismo tiempo que se seca el pelo, hace las camas y pone una lavadora. Lo cual no entiendo como se hace porque el secador del pelo está enchufado y no llega el cable….. Y luego tiene ese ratito en casa antes de irse a trabajar que es cuando aprovecha para recoger la cocina, limpiar media casa y tender la lavadora, bueno solo la ropa, que ELLA solo tiene super-velocidad, no super-fuerza.
Luego viene a comer a casa, en su caso no os imaginéis una comida como Dios manda, sentada a la mesa viendo las noticias y descansando, que no van por ahí los tiros. Es mas del modo, como casi de pié en la cocina, si tengo que usar el microondas que sean 25 segundos que el tiempo es oro, y rapidito a recoger que tengo que planchar o limpiar la otra media casa o tirar abajo unos tabiques para remodelar la cocina….. Eso en aproximadamente una hora que es lo que tardo yo en llegar a un hogar, donde me espera la mesa puesta y ELLA tumbada en el sillón después de haberse echado una siestecilla de entre 3 y 5 minutos. ELLA lo llama siesta, pero yo lo llamo desconexión neuronal. Antes de que yo termine de comer ha recogido la mesa, si, como os lo cuento, se ha vestido y se está llendo para «darse una vuelta». Eso cuando está, porque algunos días cuando yo llego a casa ya no está porque tiene que hacer alguna gestión de su negocio.

-¿Pero esta chica no descansa? -Ya llegaremos a eso, amigos.

Y llegan las noches, cuando ELLA llega a casa, yo ya estoy preparando la cena para los cuatro, las niñas han hecho los deberes, se han bañado si tocaba, se han puesto el pijama y hemos discutido/reñido acaloradamente/gritado varias veces así que poco tiene que hacer. Así que se cambia de ropa, termina de poner la mesa y pone otra lavadora si toca, a tal velocidad que Superman parece paralítico. Después de cenar, a un ritmo de seres humanos normales, eso sí, retoma de nuevo el ritmo recogiendo la cocina, acostando a las niñas y…. lo habéis adivinado, tendiendo la lavadora, la ropa sólo… Tras eso llega nuestro momento, un poquito de charla, qué tal ha ido el día, qué capullas son las niñas, qué monas son las niñas, si pero qué capullas, también, qué vamos a ver en la tele, mejor una serie, vale pero cual, pues esta, ah, bueno, si, me apetece, calla que empieza y….. ahora es cuando ELLA descansa. Ya no es capar de seguir el ritmo y es tumbarse en el sofá, empezar a ver algo en la tele y zzzzzzzzzzzz, animalito. En honor a la verdad, debo decir que hay veces que si que ve alguna serie conmigo, alguno de esos días de actividad moderada y si la serie en cuestión le gusta mucho.Los fines de semana es un poco más de lo mismo, llevamos ritmos distintos, ELLA se levanta antes, con las niñas, y tiene entonces su momento de hacer cosas. Como el día a día ya está superado, ELLA aprovecha para otros quehaceres como organizar armarios o repintar el mobiliario doméstico. Cuando yo me levanto, intento ponerme al día, seguir su ritmo, desayuno y ella desaparece, cuando termino y voy a hacer la cama, la cama ya está hecha y ELLA se está duchando, cuando yo me ducho la oigo decir… -Ahora vuelvo, cari!!!!! y cuando salgo de la ducha y me visto ya está de vuelta. Algunas veces no sé siquiera si se ha ido de verdad o si era una coña, pero dado el panorama, doy por hecho que ha sido capaz de irse a La Roda a por «Miguelitos» y volver en tiempo record.

– ¿Pero entonces tú haces algo? -Bueno, la observo y….

Cuando compartimos el espacio y el tiempo, al fin!, es cuando tengo esa sensación de la que os hablaba al principio, de ir a cámara lenta, yo intento hacer cosas, de hecho, las hago, pero a su lado voy renqueante, y torpe, y a trompicones. No se si la verdadera velocidad es la suya o la mía pero en eficiencia, gana ELLA por KO absoluto. Mi vida a su alrededor no es aburrida, y hasta cierto punto es fácil y cómoda, ELLA se encarga de todo de lo que su rendimiento XL es capaz, yo del resto y de lo que ELLA me manda. Y todo esto haciendo la vida sencilla y sin reproches…, o al menos, si vienen a esa velocidad, yo no los oigo.

Ahora que me paro unos minutos a pensar, porque yo soy de pararme, eso que quede claro, recuerdo cuando yo era pequeño y mi padre me llevaba a la estación de Atocha a ver salir y llegar los trenes. Esa misma sensación de constante movimiento es la que tengo en casa, en la que yo soy un Talgo y ELLA es el AVE. Lo mejor de esto es que si vamos por vías distintas, no corremos el riesgo de colisionar.

Hasta pronto,
J

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