Yo no soy el que era… y mi madre lo sabe

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Pues eso mismo.

Y la verdad es que podéis analizar la frase y quedaros con todo el contenido posible y a lo mejor sería mucho mejor que un post entero lleno de información. Pero como soy muy egocéntrico, y me encanta hablar de mí mismo, creo que voy a desarrollar el tema.

De todos es sabido que una madre es un ser superior, una MADRE sabe tus cosas antes que tú, incluso antes de que te sucedan e incluso antes de… vamos, siempre antes. Mi madre, por ejemplo, siempre ha presumido de que cuando estaba embarazada de mí, soñó un par de noches con su retoño y era clavadito al bebé rubio, gordo y adorable que era yo cuando tenía unos meses. ¿Premonición? ¿Brujería? No, cosas de madre.

Ellas te miran a los ojos y saben que te pasa, si estás contento, si estás triste, si has ligado, si has aprobado, si has suspendido e incluso lo que has comido. Ellas son así, saben hasta lo que piensas, aunque tu te creas que no piensas eso… Mi madre decía que yo era racista, no se en que se basaba y yo lo he negado siempre.

-No, mamá, te pongas como te pongas, no soy racista, nunca lo he sido.

-Si que lo eres, a una madre no se le engaña, y yo se que no te hacen gracia esos negritos…

Y ante eso de que a una madre no se le engaña no se puede añadir nada, podrías discutir hasta entrar en bucle pero sabemos que la paciencia de una MADRE es infinita, inextricable e inexpugnable. Y yo, pues seré racista… si ella lo dice. Menos mal que no me ha dicho que soy negro, o gay, o de derechas… o todo junto.

Lo que tengo comprobado es que si algo no llevan bien las MADRES es que las cosas se escapen a su control matriarcal y que sus pequeños lleven una vida ajena a ellas y a su área de influencia. Lo llevan bien cuando te independizas, te casas, te emancipas, te arrejuntas o lo que sea porque ellas saben que forma parte de la evolución y de la vida y te apoyan en tus decisiones, pero también sufren. Y mucho.

Sufren porque no estás bajo su amparo, con todo lo bueno y lo malo que puede ser eso. Y sufren porque te transformas, mutas, ajeno a su control. Cuando una MADRE se da cuenta de que el bebé que ella ha parido, ha criado, ha desarrollado, ha criado y ha puesto las alas para que pueda volar libre empieza a tener una comportamiento distinto, aunque sea solo un ápice, lo pasan mal. No porque pierdan influencia o porque se sientan apartadas, sino porque tienen la sensación de que su hijo ya no es quién ella creía que era.

En el fondo son perfectamente conscientes de que la vida es puro cambio y que las personas crecemos y variamos, porque ellas también han sido hijas y lo han hecho, pero entendedme, es un momento… de ruptura. Y eso duele. Cortar los lazos, duele, cortar el cordón umbilical, duele, sentir el cambio, duele. No frustra, ni es un dolor desgarrador de los que no te dejan vivir, es algo más interno, más de entraña, más de fondo, como un click ahí dentro que indica que ya no hay vuelta atrás.

Yo noto que mi madre, mis padres en general, están muy orgullosos de mí, de la vida que llevo, de como me comporto, de como he crecido como persona, y de las cosas que hago. Mis padres fliparon cuando les dije que había empezado a escribir un blog, porque fue a posteriori, que yo me lanzo a hacer las cosas sin decir ni pío y luego ya me exhibo, y disfrutan hasta el éxtasis cada vez que mi hermana o yo mismo les leemos alguna de las entradas, si son familiares e íntimas mucho mejor. Y la forma en que me miran todo orgullosos de esta nueva faceta, desconocida para ellos y para mi…

Recientemente mi madre me ha dicho que le encantaría verme correr. Si lo del blog le entusiasmó, lo de ser medio runner la tiene totalmente descolocada, yo no he hecho deporte en mi vida y ella lo sabe, como no. Quizá, solo quizá, en el fondo se cree que le estoy tomando el pelo, que eso de las zapatillas de colorines y de las carreras los domingos por la mañana temprano, ¡POR LA MAÑANA TEMPRANO!, es producto de mi imaginación. Y si ella lo dice, será cierto.

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Tú a mi no me engañas….

-Tu no eres runner, hijo. Si has sido un «parao» toda tu vida.

-Que ya no, mamá, que ahora salgo a correr unas tres veces a la semana y….

-A una madre no se le engaña, y yo se que a ti no te hace gracia eso del deporte.

Pero claro, existe esa parte de la que hablaba antes, esa ausencia, esa distancia, esa laguna profunda que nos separa y de la que ella ya no tiene referencia, que le hacen pensar que quizá si que es posible que su hijo, el que dibujaba si parar, hasta casi perder la vista, ahora escribe un blog, que su hijo, el que era una rareza reservada e introvertida, ahora se relaciona con un montón de personas distintas tanto ON como OFF line, que su hijo, el sedentario, ahora corre sin que le persigan.

Ella sabe todo eso. Sabe que he cambiado, que sigo siendo en esencia ese pequeño rubio, gordo y adorable niñito y es consciente de la evolución, a su pesar. Pero también sabe que los cambios han sido para mejor y que no se deben a injerencias extrañas, abducciones o sectarismos, que soy el de siempre pero en versión mejorada. El hijo 2.0, lo que sea que eso signifique (si significa algo).

Y eso que nos sucede es bueno, es genial sorprender y ver en sus ojos ese pequeño atisbo de descoloque mezclado con un montón de sensaciones bonitas. Y para celebrarlo voy a poner una canción que se titula  «Mama Said», la canta el grupo danés Lukas Graham y habla de todas estas cosas de madres, padres e hijos, de crecer, evolucionar y sorprender.

¿Os ha gustado la canción, el post? ¿No os ha gustado nada? No dudéis, comentadlo y charlemos, que no se os quede dentro, vuestra madre lo sabrá y no estará contenta….

Hasta pronto,

J

Tengo una de cosas que contarte…

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Cada vez que hablaba por teléfono con mi amigo Julián, el de la Facultad, uno de los dos solía decir esta frase:

-A ver si nos vemos pronto, que tengo una de cosas que contarte…

Y no es que fuera mentira, pero tampoco era verdad. Como siempre el tiempo pasa y se van sucediendo los hechos o quizá, esos hechos no son ni eso, sino el mas puro e inocente pasar del día a día. Esos periodos en los que estamos vivos, porque lo estamos, y vivimos, porque lo hacemos, pero que no se produce nada novedoso a nuestro alrededor. No hay duda que estábamos al tanto de las cosas importantes, nacimientos, decesos, ventas de casas, aperturas de negocio… pero nuestra «frase» era una especie de excusa para dejar la conversación en el aire de una forma más o menos misteriosa.

Está claro que nuestra fórmula funcionaba y nos hicimos asiduos a dejar las cosas así, como el que no quiere la cosa, flotando en una nebulosa.

En este casi mes y medio que llevo sin publicar también han sucedido algunas cosas que os puedo relatar aunque hay muchas mas de las otras, de las del diario que casi no llegan a ser cosas en sí mismas. Pero está claro que un mes y medio da para mucho o para muy poco. Así que voy a comenzar a despejar las neblinas de mi ausencia y lo voy a hacer por todo lo alto. Los Juegos Olímpicos.

Que ya se han acabado (si fuera creyente añadiría que gracias de Dios) y me han dejado agotaíto perdido. Me he tirado dieciséis días, con sus dieciséis noches dale que te pego, corriendo, saltando, nadando, montando en piragua, levantando peso, tirando con arco y hasta a punto de fracturarme las cuatro extremidades en el caballo con arcos. Creo que me lo he visto todo, el sofá tenía mi forma, de una manera extrañamente envolvente. Era llegar al salón y ese enorme hueco me llamaba, encendía la tele y… Una putada esto de que los juegos hayan sido en Brasil con la diferencia horaria, si hasta me he quedado una día hasta las cuatro de la mañana para ver correr a Usain Bolt y ver ganar una medalla de oro a Ruth Beitia, con la de veces que lo han repetido, casi podía haberme ahorrado el momento y haber normalizado mis horarios, porque levantarse de la cama bastante después de que lo hagan tus hijas es como de mal padre, no?

Al menos, los Juegos me han pillado de vacaciones. Una vacaciones un tanto atípicas, os cuento. Ha sido la primera vez que el planteamiento de vacaciones, que lo tenemos que hacer en la empresa sobre febrero / marzo de cada año, se ha tenido que modificar y todo por culpa de mi mujer. ¿A quién se le ocurre cambiar de trabajo? pues eso. Debido a su cambio de estatus, las vacaciones se acercaban y todo estaba en el aire; la primera opción era la de quedarnos en casa a pasar agosto con la excusa de que como tenemos piscina…. y que en agosto se está guay en Madrid…. y todo lo que se nos pueda ocurrir. El hecho es que mi mujer estaba pendiente de renovar el contrato a primeros de mes y a partir de ahí, encontrar el momento de negociar unos días de permiso. Lo primero fue si cabe más sencillo que lo segundo, la renovación vino de forma inesperada y encantados, lo de fijar unos días libres ha sido más tortuoso.

Yo ya tenía que coger mis días, se acercaba la fecha y no veía el momento de salir corriendo, donde fuera, aunque fuera al sofá de casa, pero ante la posibilidad que le habían transmitido a mi mujer de coger una semana, terminé posponiendolos. Mis vacaciones se convirtieron así en el típico sueño de la puerta al final del pasillo, esa que se aleja de ti cada vez que te acercas. Pero llegaron, bye bye compañeros, au revoir. Me iba un par de semanas pero no coincidiría con mi chica, ella empezaba cuando yo terminaba. Así que, como somos muy imaginativos, hemos decidido tomarnos las vacaciones por separado, una semana cada uno en la playa con las niñas y otra «de Rodríguez» en casa, en modo desintoxicación. Acabo de volver del mar así que ya os imagináis lo que toca ahora. Mi chica y yo hemos hecho nuestra particular carrera de relevos, todo muy Olímpico también.

Esta semana con mis hijas en la playita han dado para mucho, mucho amor y mucha compañía, mucho mar, mucho sol, mucha sinrazón y mucho hacerloquenosdabalagana. Unas vacaciones distintas pero vacaciones al fin y al cabo. En mi semana de padre separado con hijas hemos hecho un poco de todo, hemos bajado tarde a la playa, hemos comido a deshora, hemos jugado al voley-playa hasta que se nos ha hecho de noche, nos hemos metido en el agua al amparo de un anochecer avanzado y hemos hecho nudismo entre risas, hemos hecho excursiones y hemos superado miedos. Ellas se hacen mayores y es sencillo llevar un plan así, me lo han puesto fácil. Solo espero que a mi mujer le vaya igual de bien, y que no se convierta la convivencia en una pelea de gatas 😀

Aprovechando el final del Olimpismo por este año y haciendo una de las cosas que mas me gusta cuando estoy al borde del mar, que es leer en mi hamaca, he avanzado con el libro que tenía entre manos, «Enredando en la memoria» de Paloma del Rio.

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Las voz reconocible de la gimnasia, el patinaje y la hípica nos cuenta sus memorias, pero también mucho más. Su descubrimiento del periodismo, su forma de dar visibilidad a los deportes minoritarios, su lucha por dar voz a las mujeres en el mundo del deporte, por la igualdad de oportunidades. Y todo esto entretejido en el tapiz que forman su vida personal y profesional.

Las cosas que cuenta en su libro acerca de esos deportes sacrificadísimos y sin recursos, de las familias de los deportistas, de los entrenadores y responsables de federaciones, de los éxitos insospechados… todo me ha emocionado hasta unos límites nada glamurosos y he visto el reflejo en mis hijas, en su lucha temporada tras temporada y sus sacrificios para practicar un deporte tan exigente y poco agradecido como la natación sincronizada, siempre con una sonrisa en sus labios.

Esa emoción a flor de piel, esa carne de gallina con el relato me recordaba a las sensaciones que he tenido durante el visionado de los Juegos de Rio, cada vez que un deportista se colgaba una medalla y rompía a llorar o a suspirar. Tanto esfuerzo recompensado al fin. Tantas y tantas imágenes de ganadores y de perdedores que se han quedado en mi retina y que han hecho que se me ericen los pelillos de la nuca y que mis ojos se inunden. Ya sabéis que soy muy dramático, no lo puedo evitar.

Y para rebajar un poco el tono, me voy a despedir con una noticia de Los Juegos que me ha dejado boquiabierto. Al parecer, los preservativos repartidos entre los atletas que se alojaban en la Villa Olímpica han terminado atascando los desagües. ¿Perdonaaaa? La organización había repartido unos 42 condones por atleta, por eso de lo del virus Zika y tal, en total unos 450.000 profilácticos de los cuales, un alto número de los mismos, ha acabado por los váteres de las habitaciones olímpicas.

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Y no, no me refiero a que se hayan usado como globos de fiestas, no. Se han usado para lo que se tienen que usar. Mucha tonificación ha debido de haber después de las competiciones, digo yo.

Os dejo pensando en ello… 42 condones por atleta #EstamosLocos?

Y ahora os toca a vosotros, podéis contarme todas esas cosas que tenéis que contarme en la zona de comentarios, estaré encantando de leerlas.

Hasta pronto,

J

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No se si os he dicho alguna vez que mi número favorito es el cuatro, así ha sido de toda la vida, excepto cuando me pongo un pongo intenso y misterioso y digo que es el trece (que en realidad no es mas que uno mas tres, igual a cuatro). Así que todo estaba a mi favor cuando entré en la época de la «cuarentena».

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Pero realmente no son cosas equiparables y ya os digo que esta década no es mi favorita. Quizá se están igualando mucho la edad real con la edad que aparento o quizá sea la famosa crisis que me está durando casi diez años… Los cuarenta son una etapa de asentamiento, de recoger frutos, de estabilidad, de posición y quizá estoy demasiado inquieto para todo eso. A lo mejor espero más de las cosas o he estado toda la vida tirado esperando a que suceda algo que ahora tengo la sensación de correr a contra-reloj. Lo cual no es intrínsecamente malo, ni bueno.

Son solo sensaciones, cosa de pre-viejo o de post-jóven. Porque estas edades en las que nos encontramos están ahí, a medio camino entre la adolescencia, la fiesta, las ganas de comerse el mundo y la jubilación. Como si un jubilado no pudiera comerse el mundo y salir de fiesta como un adolescente… Pero me entendéis, ¿verdad?

Esa es la sensación que arrastro año tras año. Y esa es la sensación con la que afrontaba el cuadragésimo cuarto día de mi nombre, como dirían en Juego de Tronos. Debía ser la leche cumplir 44, dos cuatros, el summun… pero no, me daba una perezaaaaaaa!!!!. Pero una pereeeeeezzzzzaaaaaaaa!!! Tal pereza que me apetecía que se acabara el sábado y que empezara el lunes, sin tener que pasar por el trámite de la onomástica.

Pero esas cosas no pasan, a menos que caigas en coma o que te pinches con el huso de una rueca envenenada (¿O era maldita?) asi que…

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…Lo mejor era poner al mal tiempo, buena cara y disfrutar. Caían cuarenta y cuatro, «forty four» y eso iba a ser así a pesar mío, me pusiera como me pusiese. Y ha sucedido lo que me pasa siempre que no me apetecen los planes, que los disfruto mucho mas, auténtico y genuino rebelerdismo mío.

Así que solo me queda agradecer a mis chicas que me han mimado, me han cuidado y me han hecho unos regalitos preciosos. Los de mi mujer, ropa y unos auriculares, muy prácticos y muy útiles. El de mi hija mayor, una carta decorada fantástica, muy emotivo. El de mi hija menor, una cerbatana casera hecha con una pajita, decorada con cinta adhesiva de colores y repleta de munición en forma de bolitas de papel de aluminio, inclasificable y muy peligroso, que probándola me ha disparado en un ojo y por poco acabamos en urgencias, que puntería. 😀

También a La Familia, así en mayúsculas y en genérico, sin distinciones de los míos o los tuyos. Los que siempre están ahí en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en las bodas, bautizos, comuniones y cumpleaños. Hoy estaban todos los cercanos y hemos pasado una tarde estupenda con merienda, tarta y nuestra bebé que ha pasado de mano en mano con infinita paciencia.

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Y no puedo olvidarme de todos esos amig@s que han estado pendientes del día que era y que han invertido parte de su tiempo en felicitarme y charlar un rato. Amig@s reales y amig@s de las redes sociales y del blogging, de aquí y de allá, con los que he compartido mucho en el pasado, lo hago en el presente y lo seguiré haciendo en el futuro. Amig@s de hace mucho tiempo y amig@s nuevos que se van incorporando.

Y de una de esas amigas es la aportación musical que os dejo hoy y con la que me despido, como dice la canción, hoy he tenido un cumpleaños muy feliz, y ha sido gracias a tod@s vosotr@s.

Hasta pronto,

J

2016 es un número

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Unos meses atrás leí el libro de Marcos Chicot, «El asesinato de Pitágoras«. Fue una de esas compras impulsivas a través del enlace de Amazon con mi ebook, me sedujo el título y las opiniones de los lectores, a las que suelo dar bastante poca credibilidad, eran muchas y buenas. Lo compré y enseguida de atrapó la esencia matemática que describe. La historia que narra puede ser más o menos acertada, conocida o rocambolesca pero la documentación sobre la filosofía pitagórica y su líder me parecieron impecables, lo que dotaba al relato de una verdad genuina. También hace meses que no escribo una de mis reseñas y esta no va a ser la reentree, no os creáis.

He empezado por aquí porque hoy voy a estar matemático. Porque he empezado a reflexionar sobre lo importante que son los números a día de hoy. Igual que la doctrina de Pitágoras en su época que trataba de explicar el origen del universo, las relaciones virtuosas, la política e incluso la música amparándose en leyes matemáticas complicadas, un juego de proporciones concreto. Todo estaba medido, contenido y controlado de tal forma que aquella filosofía estaba perfectamente arraigada y cimentada, hasta que llegó el fatal descubrimiento de los números irracionales y todo se vino al traste, pero eso es otra historia.

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El pentáculo pitagórico, fundamento de la «proporcion divina»

Yo no me había planteado nunca que todo lo que nos rodea son números, y que nuestra felicidad solemos asociarla a ellos, claro que tampoco me había planteado otras muchas cosas…. paso a paso. Solía decir en el colegio que para qué necesitábamos tantas matemáticas, que con unos conocimientos básicos eran suficiente… y si y no. Sinceramente, las necesitamos para vivir, porque realmente las mates no son solo contar, sumar, restar, multiplicar y dividir (que a estas alturas creo que es lo único que recuerdo perfectamente de esta asignatura, no me pidáis más).

Para Pitágoras y los suyos, las matemáticas y la geometría eran lo más, el todo, vivían de ello y para ello y aunque nos cueste creerlo o asimilarlo, así ha sido hasta nuestros días, de hecho, creo que nunca hemos sido tan matemáticos como ahora.

Los número son importantes porque nos aportan cosas pero a lo mejor les estamos dando más importancia de la que tienen. Por ejemplo, con los años, la edad son números, yo he cumplido 43 y espero cumplir muchos más pero ¿qué es eso en realidad? Porque aparentemente 43 es algo neutro, no nos aporta más valor que los años que llevo en este mundo. Pero ¿qué hay de sus relaciones?… ¿son muchos o pocos? Pues depende, si no llego a cumplir 44 me habrán parecido muy pocos pero si le preguntamos a mis hijas, dirán que son un montón.

Así que todo es relativo, incluso las exactas matemáticas. Los números son exactos, sus implicaciones nunca lo son.

Lo mismo pasa con las fechas, ahora que acabamos de estrenar año y tenemos tendencia a hacer balances, como si los periodos se pudieran abrir y cerrar tan alegremente, como si el hecho de que 365 días hayan transcurrido vaya a hacer que las cosas sean distintas al pasar del 31 de diciembre al 1 de enero. Los propósitos de años nuevo son un poco un camelo, una forma de facilitarnos esa transición irreal. Que sí, que es un periodo concreto y astronómico, que La Tierra ha dado una vuelta entera alrededor del sol y todo eso pero… ¿y qué? ¿es que acaso no pasa eso a pesar nuestro? ¿controlamos nosotros algo de esto o tenemos poder para hacer alguna modificación? Nos tratamos de auto-convencer de que el año nuevo va a ser siempre mejor que el anterior, que nos propondremos cosas geniales, que cambiaremos nuestros hábitos, que…. en realidad y en la mayoría de los casos nos engañamos.

Ya lo decía en el título, 2016 es solo un número, pero imagina que ahora les dan por resetear, como cuando eliminaron las Pesetas y insertaron el Euro, y empiezan desde cero… que decepción, ya no acumularemos como estamos acostumbrados, estaremos frustrados, perderemos con el redondeo y el re-start.

¿Por qué nuestra felicidad está asociada a acumular?

Siempre sumar y multiplicar está bien visto, es nuestro anhelo. Añadir, incrementar, agregar, tener, tener, tener. Y es que resulta que las matemáticas nos están ayudando a ser más fríos y más materialistas. Un coche con más caballos, una casa con más habitaciones, un bolso más caro, un novio más rico, uno o más títulos universitarios. Números, números y más números carentes de emoción.

Como los de mi reto deportivo, del que os hablé hace un par de posts.

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Ya lo he terminado, he concluido con una acumulación de 112 kilómetros que no sin ni muchos ni pocos pero que son los míos. Y que no dicen nada sobre lo que he vivido, he sentido, he disfrutado y he sufrido en estos 30 días, por eso de concretar. Estoy contento con el reto porque lo he llevado a cabo, porque todos los días me he puesto las zapatillas de correr y me he tirado a la calle a hacer algo de deporte. Mentiría si os digo que no he prestado atención al número de kilómetros recorridos (números), al ritmo al que he corrido (números) y a la velocidad a que lo he hecho (números) pero me quedo con un montón de cosas que nada tienen que ver con las mates.

Me quedo y os cuento, así en abstracto y sin contabilizar, que he tenido sensación de fatiga y sensación de comodidad, que he sentido frío en las manos y en las orejas y también calor en el resto de la cara, que he sudado profusamente por todo el cuerpo, que me he sentido muy mal porque mis piernas se negaban a avanzar y me he sentido muy bien porque mi cabeza me decía que tirara más, que podía, he notado como mi cuerpo se acostumbraba al castigo diario y como empezaba a plantearme por donde correr en lugar de «si voy a salir a correr», he compartido mis experiencias en las redes sociales, he recibido apoyo de amigos y conocidos y lo he dado, he conocido a gente que estaba en lo mismo que yo y me he emocionado con el feedback, he tenido la enorme suerte de salir a practicar deporte con mis hijas e incluso con ellas y una de sus amigas con lo que eso enriquece y une, he disfrutado de avanzar día a día y de mirarme al espejo y de comprobar que los excesos navideños no se quedaban conmigo, he agradecido el apoyo familiar e incluso el orgullo de quienes se quedaban en casa cenando mientras yo salía disparado en mallas… y muchas cosas más.

2016 es solo un número, 112 kilómetros son solo números, 1000 € son solo números, 4 habitaciones son solo números, 8 cilindros son solo números, 700 seguidores son solo números.

No digo que los números sean malos, ni que querer acumular sea malo, ni que tener cosas sea malo, ni que cumplir años sea malo, ni que hacer muchos kilómetros sea malo. Pero son solo números, y ellos son fríos. Lo que quiero decir, es que no nos olvidemos de las emociones que acompañan a esos números. Al final va a ser con lo que nos quedemos, con un cuerpo en descomposición y con innumerables recuerdos y vivencias.

Y como no podía faltar una canción ni unos números, aquí os dejo los «Números Rojos» de Sabina…

Y hasta aquí esta filosofía de andar por casa, es vuestro turno, comentemos, charlemos… ¡numeraos! 😀

Hasta pronto,

J

Cosas de tíos

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Hoy se me ha hecho muy tarde, el post del sábado es musical y lo suelo publicar por la mañana, porque así era como me despertaba todos los días en casa de mis padres, con la música que sonaba en la radio de la cocina y quería transmitir esa sensacion, o revivirla, que para el caso es lo mismo.

Pero no ha sido posible. Hoy me he tenido que tirar literalmente de la cama, desayunar, ducharme y llevarme a las niñas al entrenamiento especial que están haciendo estas semanas. Como han conseguido una meritoria cuarta plaza en el campeonatos de rutinas de escuelas de natación sincronizada, han conseguido como premio, volver a competir, a modo de segunda vuelta, en el campeonato open de clubes. Y para que estén a tope de forma y terminen de limar los pequeños o grandes errores que cometen, nos toca entrenamiento casi a diario. Menos mal que este status quo nos va a durar un par de semanas solamente, que si no, acabaríamos para que hicieran chopped de nosotros, los padres.

Ellas ni se resienten, el ejercicio debe ser adictivo porque cuanto más hacen más les apetece. Salen de la piscina con el pelo mojado y hartas de nadar y se ponen a hacer volteretas, el pino o a correr. ¡Qué maldita energía! Nosotros, los padres, solemos mirarlas con ojos de corderillo como si todo el cansancio que ellas deberían arrastrar nos cayera directamente sobre nuestras espaldas, día a día nos vamos cansando con este trajín y ellas cada día están como rosas. Como una decena de rosas.

Decena, porque son un equipo de diez, no creáis que se me ha ido la cabeza, y de rosas, porque es el color elegido por su entrenadora para los bañadores oficiales. Rosas, plateados y muy glamourosos. Este es un deporte muy bonito de ver, es muy estético y muy femenino pero la responsabilidad es muy masculina, me explico. Un altísimo porcentaje de los progenitores que nos encargamos, cual taxistas, representantes, estilistas, acompañantes, responsables de llevar y traer a nuestras hijas de sus actividades, somos padres. De hecho, en el grupo de mis hijas, hay días en los que ellas, las niñas, son las únicas féminas.

priscilla Y como no, un grupo de tíos hablando de bañadores rosas, de moños y de fechas para competiciones de bailes suele dar mucha ternura. Somos los herederos de «Priscilla, reina del desierto«, y lo sabemos. Pero es lo que hay. Las tornas han cambiado mucho en los últimos años, si que hay mujeres abnegadas que tienen que hacer todo en casa, en el trabajo y con los hijos, pero ya hay una gran cantidad de padres que nos metemos a saco en donde se nos necesite y así debe ser. Responsabilidad compartida.

Esta mañana ha sido uno de esos días, de padres e hijas. Y como era sábado, el entreno era en un lugar distinto al habitual y se ha prolongado durante dos largas horas, todos teníamos (o casi todos) encargos que hacer. La mayoría nos hemos encontrado en el centro comercial más cercano haciendo tareas. Lo último! tíos de compras….. Pues sí, eso también toca. Compras de ropa, compras de comida, compras de productos de limpieza…. y luego, eso sí, un rato para nosotros. Menos mal que en ese centro comercial hay una Fnac, y algunos hemos recalado allí, mezclándonos entre libros, artículos de informática, discos de jazz o comics. Solo nos ha faltado un Leroy Merlin o un Media Markt para culminar con el máximo esplendor nuestra masculinidad…. porque vale que las niñas sean muy rosas, pero nosotros somos TÍOS!

Yo, incluso, he sacado un rato para hacer una cosa muy de tios, lavar el coche. Un kit completo, autolavado y aspirado del interior. Tan limpio ha quedado que casi ni lo reconocía….. Cuando estaba en pleno proceso de aspiración, ahí medio agachado y seguramente enseñando algo de hucha, inevitable y masculinamente, sonaba esta canción por los altavoces de la gasolinera….

El programa de radio que tenían puesto se hacía eco de los conciertos que AC/DC había ofrecido en Madrid la semana pasada. Yo nunca he sido muy heavy y este grupo no me gusta pero me he sentido taaaaaan macho, taaaaan tío, taaaan hombre. Y no solo yo, he mirado a mi alrededor y muchos de los chicos y hombres que secábamos las ventanas de nuestros coches, que sacudíamos las alfombrillas y que intentábamos acabar con invisibles motas de polvo en el capó de nuestros vehículos nos encontrábamos como enajenados. Si uno hubiera pegado un grito y se hubiera subido al techo de un coche…. habría sido legendario. Masculinamente legendario, como el baile en la cola del paro de Full Monty.

Realmente ha sido grato encontrar un momento íntimo y personal, un momento necesario, no solo por reafirmar mi masculinidad, que eso es muy absurdo, sino porque le da valor a todo el conjunto, a las idas y venidas, a los desvelos, a las prisas, a las conversaciones vacías, a los nervios, al descanso. Es posible que no sepamos encontrar estos momentos por que es posible que no nos atrevamos a buscarlos, pero cuando surgen, no debemos dejarlos escapar.

Hay que disfrutarlos…. Oh yeah!!!!

Y si tu has encontrado el tuyo o quizá aún lo estas esperando, tienes la zona de comentarios para contármelo todo, todo, todo, así charlamos un poco y quizá, solo quizá, ese se convierta en nuestro momento. 😉

Hasta pronto,

J

Cumpleaños Feliz

Ayer fue mi cumpleaños y a pesar de ser viernes, lo afrontaba con una mezcla de apatía y pereza. Las cifras de edad que voy alcanzando ya no me hacen tanta gracia y cada vez que alguien me pregunta mi edad y lo digo en alto, un escalofrío me recorre la espalda.

-¡Qué mayor eres ya, tío! -Me suelo decir a mí mismo.

-Pues no aparentas esa edad -Me suelen decir, lo cual es gratificante.

-Estas estupendo para tu edad -Eso también lo he oído pero no se como tomármelo…. ¿estupendo para mi edad? ¿cómo la duquesa de Alba antes de morirse?

Esto de ir cumpliendo años no es tan bonito como antes, dicen por ahí que a esto se le llama complejo de Peter Pan, pero ¡qué coño complejos ni complejos!, ¡Yo soy el mismísmo Peter Pan!

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Debo reconocer que la edad sigue siendo la misma y sus efectos también pero el día de mi cumpleaños fue fantástico. Recibí un montón de felicitaciones de amigos y familia, muchas llamadas, muchos regalos, muchas mensajes de Whatsapp y muchos a través de Facebook. Encantadito estoy, no lo voy a negar.

Y entre toda esa vorágine de mensajes y felicitaciones, mucha música….. ¿O se os había olvidado que el post de los sábados es musical? En serio, tengo en mi teléfono hasta archivos de audio con amigos cantándome el «cumpleaños feliz», unos a coro, otros en solitario y a escondidas, otros acompañados con guitarra y el resto a capella. ¿Muy friki?, también.

Y entre toda esa comunicación, muchos vídeos de felicitación con el mismo tema, un clásico. Y unas variaciones espectaculares, atentos, atentos. Aquí os voy a dejar la colección completa, la podéis utilizar en vuestros próximos eventos…

1. Versión con mensaje, globos y fuegos artificiales…. entrañable.

2. Los LegoBeattles y su animada Legoversión… Divertida.

3. La versión de las versiones, a los que tenemos más de 40, la que nos llega es la de Parchís…. Sin palabras, snif, snif.

4. Los pelos se me pusieron como escarpias con la versión Rock, guitarrera, fuerte….. Oh yeah!

No me podéis negar que han estado inspirados…. hay para todos los gustos y yo las he disfrutado a tope. Repito desde aquí, una vez más, mi agradecimiento, amigas y amigos, me habéis hecho muy feliz. La edad no puedo cambiarla, pero la actitud positiva siempre hace que se vea el vaso medio lleno así que no pensaré en la cifra sino en lo que he conseguido, en la experiencia adquirida y en todo lo que me queda por delante.

Espero haberos transmitido algo de mi felicidad, si sí o si no, podemos hablarlo en la parte de comentarios.

Hasta pronto,

J

Let’s Rock!

Queda menos de un mes para la próxima locura en la que me he embarcado…

blogrnrmadridmaraton.com
blogrnrmadridmaraton.com

Para los que os hayáis quedado loc@s al ver la foto debo aclarar que, aunque no está publicitado en el evento, también hay una carrera de diez kilómetros que es la que vamos a hacer. Si en plural, mis amiguillos del club de running, mi mujer y yo. Habéis leído bien, también he picado a mi mujer con esto de correr y ella tiene su propio grupo de entrenamiento, sus propios amiguitos y sus propias motivaciones y ese día, el próximo 26 de abril de 2015 trataremos de darlo todo para llegar a la meta en un estado, digamos, lo más digno posible.

Os puede parecer normal esto que os estoy contando si no me (nos) habéis conocido de antes, pero es que yo he sido la cosa mas seta, más parada y menos deportiva que podías imaginar. Los deportes desde el sofá, bien tumbado por si acaso sufría algún tipo de lesión, y ella, ni os cuento, ni en la tele. Así que esto que nos está pasando es una NOVEDAD con mayúsculas.

Dejando de lado nuestro pasado pasivo, tengo que decir que estoy (estamos) emocionado con la llegada de ese día, mi primer evento deportivo, y también un poco cagadillo porque aunque parezca obvio, ni siquiera se lo que tengo que hacer, no he estado nunca, no se si hay que llegar a la salida y salir pitando o hay que colocarse de alguna forma concreta, eso de las marcas, los cajones de salida y el protocolo de la carrera es nuevo para mí. Si el otro día me enteré que en este tipo de carreras corren «liebres» para ayudarte a alcanzar tu marca, el que la tenga, solo hay que localizarlo y seguir su ritmo…. mi mujer va mas lejos y se pregunta que qué pintan conejos corriendo con nosotros….. ains!!!

Sea como fuere nosotros vamos, aunque lleguemos allí como Paco Martinez Soria al desembarcar en la gran ciudad desde el pueblo, con ilusión y ganas. No será tan complicado, digo yo.

El día de antes tenemos que pasarnos por una feria de deporte, por el stand de los organizadores, para que nos den la bolsa del corredor, que por lo visto contiene una camiseta Adidas diseñada para la ocasión, mas bien fea, un dorsal con nuestro nombre y un chip. Como unos de los patrocinadores es Huawei ya podían meter un teléfono, aunque fuera baratillo, pero creo que no va a colar, o a lo mejor son los que han hecho el chip???? Por cierto, que eso del chip me suena a perro o a espía, que molón.

Pero si hay algo que me hace especial ilusión, aparte de terminar la carrera que es el principal objetivo, es la medalla que nos van a dar en la meta. No me digáis que no es super chulo eso de tener premio por atravesar la línea de meta. Una cosa tengo clara, como diría esa energúmena…. YO POR MI MEDALLA, ¡MATO!

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Se que soy básico pero me hace una ilusión loca, aunque ya os digo quienes se van a hacer con las medallas una vez nos las quitemos de cuello. Nosotros sudando para conseguirla y que luego lleguen la enanas y se las apropien, pues que corran ellas!

También hay otra cosa que me apetece mucho, dejando de lado el hecho de medir mis capacidades, mi fuerza, mi resistencia, y es la animación. Todo el mundo que ha corrido este tipo de carreras dice que la sensación es muy especial, verte rodeado de tanta gente con un mismo objetivo debe ser grandioso, la sensación de ir corriendo por las calles de tu ciudad sin tráfico es una experiencia nueva, que haya gente a lo largo del trazado animando a los corredores, ya ni os cuento, que emoción.  Y otra cosa, esta carrera no se llama Rock & Roll por nada… el recorrido está amenizado por bandas de rock tocando en directo… Así sobre el papel tiene todo muy buena pinta, ¿no?

Ahora lo que toca es entrenar, estas cuatro semanas van a ser más intensas y orientadas a ofrecer un buen rendimiento, ya hablo de esto como los profesionales…., voy a tener semanas de carga, semana de transferencia y semana de descanso, con diferentes ejercicios e intensidades que quizá sea la parte más técnica y más pesada pero mejor ir preparado. Yo (nosotros) tengo muchas ganas de que llegue el día D y de disfrutar de la experiencia, que, al fin y al cabo, es lo que nos debería mover a hacer las cosas que hacemos por ocio, la emoción y la ilusión. De nada serviría hacer este tipo de cosas por compromiso u obligación.

Lo tengo claro, la crisis de los cuarenta me está descubriendo una serie de facetas desconocidas para mí, seguramente sean buenas, desde luego sí que son sorpresivas, va a ser verdad eso de que los cuarenta son los nuevos treinta. O quizá no es mas que un engaña bobos ilusionante, que fácil es contentarnos.

Dentro de nada estaremos en plan, preparados, listos, ya….. y yo estaré por aquí para contároslo con todo detalle, ya sabéis lo que me gusta recrearme con estas cosas, ya sean musicales, dramáticas o tragicómicas.

Y ahora os toca a vosotros, ahí tenéis la sección de comentarios para enviarme todo tipo de ánimos y críticas, el caso es charlar un poco.

Hasta pronto,

J

La Navidad es un coñazo!

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Solía decir mi madre….

-¡Cómo me gustaría acostarme hoy y despertarme el ocho de enero…!

A mi hermana y a mí nos ponía descompuestos tanto derrotismo pero ahora, como todo en la vida, el ciclo ha continuado con su rumbo y somos nosotros, ya padres responsables, los que entonamos esta y alguna que otra expresión parecida. Yo reconozco que las Navidades no me han gustado nunca desde que mi padre me reveló el secreto mejor guardado, la verdad de Los Reyes Magos. Ese día se acabó la magia, lamentablemente. Imagino que mis padres creerían que yo era demasiado inocente, demasiado tonto o demasiado blandito para mi edad (unos siete años y medio, no penséis que ya era adulto…) y por ello tomaron la decisión de contarme lo que me contaron. Mi padre, que fue el encargado de llevar a cabo la conversación, tuvo todo el tacto que pudo pero a la hora de tirar por tierra las ilusiones de un niño no hay fórmulas mágicas.

Desde entonces el único aliciente de la Navidad, eran los regalos y las vacaciones. Ahora, años después de terminar los estudios y metido de lleno en la vida laboral, y que no nos falte, solo nos quedan los regalos porque de vacaciones mejor ni hablar. Pero nuestros hijos si que las tienen, al igual que tienen ilusión y creen en la magia y demandan de nosotros todo el tiempo del mundo, toda la atención y toda nuestra implicación, que es muy bonito, pero cansa, vamos que cansa.

Sin ir más lejos, mi hermana decía el otro día que quería que se acabaran las vacaciones para que su marido volviera a trabajar y su hijo al cole…. Es curioso que tratamos de luchar constantemente contra la rutina y al final, en fechas como estas se convierta en una aliada. Somos inconformistas por naturaleza y en estos hechos contradictorios se revela nuestra naturaleza mejor que nunca.

Yo reconozco que disfruto bastante el tiempo que estoy con mi mujer y mis hijas y con la familia, me adapto a los planes que vayan surgiendo y tiendo a tratar de divertirme con cada evento, con cada comida y con cada tradición, me guste o no. Soy consciente de que algunos disfrutan más que otros y yo no voy a ser el agorero de la reunión, si hay que pasar frío, se pasa, si hay que comer hasta reventar, se come, si hay que gastar sin límite, se gasta, si hay que quererse mucho y ser solidario, se intenta. Y es que estas cosas, que es a lo que se ha reducido la Navidad para los que no tenemos un sentimiento religioso, no me gustan. No me gustan en conjunto, cuando pienso en el «paquete navideño» y hago un somero resumen de lo que incorpora, lo negativo se lleva lo positivo.

Detesto con todas mis fuerzas el consumismo al que nos vemos abocados y del que todos participamos, aunque todos lo critiquemos. En las comidas, por ejemplo, todo es poco, cuanto más platos mejor, cuando más vino mejor, cuanto más postres, mejor, cuanto más cara es la materia prima mejor…. He escuchado hasta la saciedad aquello de -«Si yo con unos huevos fritos con patatas me quedaba tan a gusto…», pero como nunca se hace, ni se hará, ya ha caído en la lista de tópicos navideños, como los abuelos que se despiden Navidad tras Navidad haciendo ver que esa será la última…. Alguna lo es, claro.

Y no solo con la comida hacemos excesos, con los regalos tiramos la casa por la ventana. Los regalos de Navidad, los del amigo invisible, los de los Reyes Magos, las bragas rojas para año nuevo….. no recuerdo un día de estas Fiestas que no hayamos estado gastando dinero y abriendo paquetes. No rechazo la tradición de los regalos, lo que me asusta y me sobrecoge es el excedente. Luego nos quejamos de que los niños no valoran nada….. y es cierto, ¿como lo van a hacer si cada Navidad, sus habitaciones parecen jugueterias? Ellos no entienden de precios y del esfuerzo económico que hay que hacer para que unas Fiestas salgan CDM (como Dios manda), ellos, inocentes, solo entienden de ilusión y de papeles de colores.

Y hablando de niños…. yo creí que vivir las Navidades a través de los ojos de mis hijas iba a reconciliarme con la Fiesta y la tradición, pero no ha sido así. Me gusta como se ilusionan, como mantienen aún esa efímera inocencia, que no seré yo el que trate de romper a la fuerza, pero también veo en ellas mucho egoísmo, mucho acaparar, mucho abarcar y mucho desear sin fundamento. Creo que su madre y yo deberíamos tratar este tema de diferente manera, de hacerlas ver las desigualdades que existen, que las hagamos emocionarse y anhelar de manera razonada…. pero no sabemos hacerlo, al final, nos dejamos llevar por la vorágine, por ese más es más tan desnaturalizado y que tanto nos agobia.

¿Otras Navidades son posibles? Por supuesto que sí, podemos incluso hacerlo mucho peor, ser más consumistas, más egoistas, más egocéntricos y más aprovechados. O también podemos tener unas Navidades a lo Dickens, sin recursos y aparentemente más románticas, austeras y verdaderas. Esto último me parece el topicazo del siglo y no me lo creo pero bueno, queda políticamente correcto.

Este año, los amigos de IKEA nos han querido dar una lección con un precioso vídeo con mensaje, que os dejo a continuación porque no tiene desperdicio, si termináis llorando es que os sentís tan culpables y avergonzados como yo:

¿Serían esas las verdaderas Navidades? Es posible que el sentido de la Navidad sea ese, es posible que todo lo que se dice en esa campaña sea verdad y que tengamos que pensar sobre ello…. Y luego, una vez pensado y reflexionado, mirar cómo es nuestra vida de verdad, la posibilidad real que tenemos de conciliar vida laboral y familiar, los recursos que necesitamos y de los que podemos prescindir y quizá, a lo mejor, el año que viene, podamos hacer felices a nuestros pequeños con más presencia, más implicación y un molde para galletas….

O  a lo mejor, podemos llevar a todos nuestros hijos a Ikea a que los re-eduquen, como ellos mismos dicen, que «les amueblen la cabeza», donde nosotros fallamos, que el gigante sueco nos eche una mano. Yo en confianza os digo, si pudiera dejar a mis hijas en Ikea una semanita en Navidad y así evitar tener que hacer encaje de bolillos con los horarios míos y la disponibilidad de los abuelos y tíos, sería un poquito más feliz.

Feliz Año Nuevo.

Hasta pronto,

J

Qué desfachatez!

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¿No os ha pasado alguna vez que hay una palabra en concreto que os gusta especialmente? A mi sí, puede ser que yo sea friki por naturaleza y me fije en esas cosas pero me pasa a menudo, puede ser por la forma en que suena, por su significado o por la combinación de letras con que está escrita. Puede ser incluso una palabra que te recuerda algo, que te hacer rememorar momentos o personas, para mí, las palabras están vivas y cargadas, no solo de significado, sino de experiencias y vivencias.

Quizá sea posible que debido a esa particular relación que tengo con los sonidos y las letras haya palabras que me atraigan y una de esa es la que da título al post de hoy, no, qué no, la otra…. DESFACHATEZ. Esta palabra había caído bastante en desuso en mi particular y limitado diccionario y hace un par de años la he vuelto a recuperar, mucha culpa de eso ha tenido esta canción de Fangoria:

Desfachatez es una palabra rara

Está claro, no es una palabra normal y corriente, tiene una f, una ch y una z que le confieren un toque un tanto exótico al conjunto y también tiene ese toque vintage tan de moda últimamente. Parece una de esas palabras que se utilizaban antaño, tiene un regusto a tradición, a España de posguerra, a señoritas finas y a «Amar en Tiempos Revueltos». Aparte de estas connotaciones, a mi me gusta como suena, me gusta su composición y me gustan esa f, esa ch y esa z tan particulares, me suena a la bofetada de Gilda y realmente, todo lo que suene así, aunque no sea políticamente correcto decirlo, me pone un poco.

Ahora que caigo, estoy dando por hecho que todo el mundo sabe su significado pero a lo mejor hay algún despistado, así que, recurriendo al diccionario de la Real Academia Española, os informo que:

Desfachatez: 

(Del it. sfacciatezza).

1. f. coloq. Descaro, desvergüenza.

Pues la descripción tampoco aporta mucho, que le vamos a hacer. Sea como fuere, a mi me sigue gustando. Y la uso, vamos que la uso. Recientemente, de hecho, le he utilizado en varias ocasiones y en varios contextos distintos.

La desfachatez de mis hijas

Ellas son así, y no solo ellas, también lo son sus amigas. Hoy vuelvo a tener la casa llena de niñas de ocho y nueve años, en plena edad pre-pavo y con mucha, mucha, mucha tontería. Esas niñas, entre las que incluyo a las mías, que hace unos años no se atrevían a hablar con adultos, que se escondían tras las piernas de sus padres y que agachaban la cabeza para no tener ni que decir hola, campan como monos por mi casa, vienen a pedirme que juegue con ellas, que me vaya del salón porque quieren jugar a la Wii o se me auto invitan a cenar. Están completamente desvergonzadas, debido en parte al exceso de confianza y a que he sabido crear un ambiente agradable.

Una de ellas, hace unos años, entre el grupo de adultos que estábamos a su alrededor solo me hablaba a mí. Incluso alguna vez cogió el teléfono de su madre tras discutir con ella para llamarme porque quería venirse a mi casa. ¿no es adorable?

Mi hija pequeña, sin ir más lejos, ha preferido irse, dejar a su hermana mayor y a sus amigas y pedirme un intercambio. -«Yo me voy con Kike a su casa y que se venga Julia a jugar con la mayores». -Así de categórica se ha mostrado, sin pelos en la lengua y sin pudor alguno me azuzaba para que llamara al padre de las criaturas para organizar la tarde del viernes, una joya. Ni que decir tiene que los pobres padres hemos consentido y hemos hecho el intercambio, mi hija pequeña por su hija mayor, todos contentos, ahora estará en casa de su mejor amigo llenándole la cabeza de coletas o maquillándole, porque encima de todo, es ella la que elige a qué se juega.

Pero no solo tengo que sufrir estos manejos de parte de las pequeñas, noooo.

La desfachatez de mi madre

Esto es, hasta cierto punto, peor. Las personas mayores tienen bastante en común con las más jóvenes, con los niños y niñas para ser concretos, parece ser que los que tenemos una edad intermedia entre la juventud y la senectud somos los garantes de la diplomacia y del sentido común mientras que el descaro y la desvergüenza está en manos de esos puntos equidistantes.

Mi madre está perdiendo el pudor por completo, antes guardaba las formas pero ahora se las pasa por el forro. Ha olvidado, a propósito creo yo, el acuerdo tácito que teníamos de llamarnos por teléfono cada día uno. Le está echando morro y si fuera por ella pasarían las semanas sin llamar.

Lo que pasa es que ahí se ha encontrado con un hueso duro de roer, yo, que no solo no la llamo, sino que cuando lo hago se lo echo en cara. Ayer mismo tuvimos una de esas conversaciones:

-Hola mi niño, me has leído el pensamiento. -Mentira, no pensaba llamar.

-Hola, yo solo llamaba para saber si seguíais vivos. -Risas a ambos lados, ella es consciente, no es tonta.

-Ya…. ya, acabo de colgar a una amiga y le estaba diciendo que llevaba un par de días sin hablar con mi hijo. -O sea, que con la vecina si que habla, no?

-Bueno, ¿un par de días? concretamente desde el domingo pasado que fuimos a verte. -Toma exactitud.

-Uy, no me lo puedo creer ¿tanto? -con matiz de falso asombro en la voz -Si es que se me pasan los días volando, como ni salimos de casa….

-Claaaaaaro, pobre, pobre. -Mas risas (a ambos lados, insisto) -Desde luego, madre, tienes una desfachatez…. que sepas que esta situación es carne de blog… -El que avisa no es traidor (más risas).

-¿Y qué tal las niñas? -Y ahí se acaba la conversación de adultos, ya son las niñas las protagonistas, ya ha aceptado mi pseudo reprimenda y ha pasado página.

La conversación no duró más de dos minutos, porque ella tenía prisa por colgar y yo, todo hay que decirlo, también. Y como le prometí que esa conversación podría ser grabada y utilizada en su contra, ahora me veo cerrando este post dedicado a una palabra y denunciando cómo nos mangonean, los de arriba y los de abajo, los muy adultos y los muy niños. Nos toca aguantarnos, esta es nuestra posición, la de atribulados sufridores.

No es la primera vez que dedico un post a una palabra, ya lo hice hace poco con la palabra prisma, y vendrán mas. Palabras bellas o palabras horribles, pero cargadas de significado. Nos vemos en la próxima.

Hasta pronto,

J

¿Educando?

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Es curioso como cambian las dinámicas de relaciones personales a medida que nos vamos haciendo mayores, y sobre todo cuando tenemos hijos y nuestras vida social pasa a un segundo término. Llega un momento, sin que nos demos cuenta, en que nuestras relaciones se circunscriben a las relaciones de nuestros hijos, y eso puede ser bueno y malo a la vez. O más malo que bueno, dependiendo de unos casos. O más bueno que malo, dependiendo de otros.

Cuando te conviertes en padre pasas en un pestañeo de los bares de copas a los parques infantiles, de relacionarte con adultos a admirar las monerías de tus hijos y de los de alrededor y de tener una conversación fluida y culta a hablar con diminutivos. Ese momento, para los que aún no han experimentado la maravilla de la paternidad, es lo más parecido a una regresión. De ese momento a querer ser tu el que se tira por el tobogán van segundos. Una vez completado el ciclo ya estás preparado para ponerte a la altura intelectual de los niños, para picarte con otros menores para hacer prevalecer los derechos de tus hijos ante ellos y te conviertes en una entidad imaginaria llamada padre o madre de….

Esto que relato, esa pérdida de identidad en beneficio de nuestros pequeños y la suya es, quizá, la parte más negativa de todo este proceso y realmente es una dinámica muy actual, muy novedosa. Yo no recuerdo este tipo de cosas cuando yo era pequeño, los adultos eran adultos y poco se inmiscuían en los juegos infantiles. Lo padres de entonces eran esos señores y señoras que se sentaban en un banco a ver como sus hijos se jugaban la vida en unos columpios de hierro mientras fumaban y conversaban de cosas de adultos. A los padres de hoy ya no se les está permitido no solo fumar en presencia de niños o en las proximidades de un parque con menores, sino que se les echa en cara, otros adultos, que no dediquen la debida atención a sus hijos y a sus posibles heridas.

¿Qué postura es mejor? Pues ambas tienen algo de positivo o de negativo, yo tengo mi opinión y en este caso me voy a mantener al margen, prefiero que cada uno saque sus propias conclusiones. Donde si que me voy a mojar y a posicionarme es en la sobre protección que solemos ejercer sobre nuestros retoños. Ahora no los tratamos como a niños, los tratamos como a jarrones chinos de la Dinastía Ming, de valor incalculable y extremadamente frágiles. Hoy en día pensamos por ellos, actuamos por ellos y hasta cierto punto, jugamos y nos relacionamos por ellos. Un ejemplo. A la edad de mi hija pequeña, 7 años, yo iba solo al colegio, el cual estaba relativamente lejos de mi casa, tenía que atravesar una carretera y atravesar un poblado de gitanos, y no pasaba nada. Alguna vez, incluso, me desviaba de mi camino para comprarme algunas golosinas (sí, llevaba dinero) o para ir a buscar a algún amigo a su casa.  Hoy en día, mi hija es incapaz de cruzar una calle por un semáforo porque no se plantea que tiene que mirar, ni detenerse. Está acostumbrada a ir de la mano o conmigo de guía y si la dejo sola se pierde. En aquella época yo iba a comprar y hacer algunos recados para mi madre que era ama de casa y que tenía tiempo libre para hacerlos ella, pero eran otros tiempos. Si hoy dejara que mi hija fuera sola a la panadería, acabaría escoltada por la Guardia Civil, y yo, claro, detenido.

Estamos convirtiendo a nuestros hijos en seres dependientes, porque creemos que es como hay que hacer las cosas. Los tiempos son distintos, no hay duda, todo está más saturado y más evolucionado. Se oyen muchas más cosas malas que pasan por la calle que antes, pero que se oigan no significa que antes no pasara nada o que ahora pasen de más. La protección hacia estos pequeñajos es exagerada y nos va a costar un disgusto. A este paso me veo yendo con mis hijas a hacer la matrícula de la Facultad o a llevarlas en coche a su primera cita, después de hacer una exhaustiva prueba de ADN y sacar el certificado de penales del pretendiente. Eso si no me vuelvo loco antes porque no pueda controlar cuando les viene la menstruación o porque no me decida entre compresas y tampones.

No vamos bien, está genial eso de tener los hijos cerca, no el aparente desapego de nuestros padres, pero no es normal que tengamos que sentarnos con ellos a hacer sus deberes porque sea nuestra obligación o tengamos que ser mejores formadores que sus profesores. No es de recibo crear grupos de Whatsapp de padres en los que hablar de los deberes de los hijos, de las excursiones de los hijos o de los castigos que han impuesto a nuestros hijos. Eso es responsabilidad de ellos, no nuestra. O al menos yo así lo creo y lo manifiesto. Yo no hago deberes, yo no participo en el grupo, a mí me da igual que los niños tengan exámenes…. ya bastante cosas tengo yo en la cabeza como para tener que estar pendiente de sus pocas obligaciones.Puedo ayudar, estar ahí, estar pendiente de que hagan sus tareas y supervisar. Mis hijas, las pobres, saben que si se les olvidan los deberes en el colegio yo no voy a mover un dedo para conseguírselos, así aprenderán a ser más responsables. El otro día me dijo una madre en la puerta del cole….

-Ya está bien, esta semana tenemos dos exámenes….

-¿Perdona? -Respondí yo, lo tendrán ellos, yo ya estudié los míos.

-Ah, tú no… yo es que si no me pongo con mi hijo no se entera….

-Ya -No se me ocurrió otra cosa.

Aunque lo que tenía en mente era… -Ni se va a enterar nunca, ni va a hacer nada por el mismo nunca, ni va a despertar nunca….

Por favor, vamos a pensar un poco en lo que estamos haciendo como padres, en lo bueno y en lo malo y tomemos medidas. ¿Realmente les estamos dando las herramientas necesarias para manejarse en la vida por ellos mismos?  Yo lo tengo claro en lo que respecta a mis hijas, los deberes son de ellas, los estudios son de ellas, sus amigos son los suyos, sus disputas son las suyas, pagar la hipoteca, eso ya es cosa mía y de su madre.

Hasta mañana,

J