Quince mil a ritmo de tractor

tractorismo

La inspiración es una cachonda.

Tenía ganas de relataros mi última «hazaña» pero no encontraba el momento así que WordPress y mis lectores han hecho sus deberes y un subido en las estadísticas una entrada muy concreta, en la que os contaba como había sido mi primera carrera de diez kilómetros. Aunque hace unos añitos ya de aquello, me resulta muy gracioso comprobar que en lo esencial sigo siendo tan descerebrado, pasional, inocente y loco como entonces.

Ya os conté en la anterior entrada lo que había supuesto mi nuevo equipo de corredores domingueros, así que no os extrañaréis si os cuento que cuando nos propusieron irnos todos juntos a un pueblecito de Madrid a correr quince kilómetros por el campo ni nos lo pensamos. Vale que nuestro entrenador, muy motivado y motivador, nos dijo que en los avituallamientos había jamón, bocadillos de nocilla, chuches y hasta cerveza y que era una carrera no competitiva, con muy buen ambiente y que la gente iba a disfrutar. Eso eran muchos puntos a su favor.

Pues fuimos, claro que fuimos, unos se apuntaron a la carrera de cuatro kilómetros pero yo no, me vine arriba con eso de que la carrera era para disfrutarla y me apunté directamente a los 15. Sin haber corrido nunca tanto, sin haber entrenado apenas, sin gustarme el campo…. Y, lo más importante, sin mirar ni una puñetera reseña de la carrera. Fuimos Fui a ciegas y….

La carrera se llama Tractorismo Race, y de verdad que es divertida, bien organizada, no competitiva y muy chula. Destinada a todos esos corredores duros, lentos y fiables, como buenos tractores. Todo muy rústico, muy de campo, muy de andar por casa y muy amigable. Con muy buena animación para ser una carrera para nada masificada. La única pena es que mi experiencia fuera, digamos que dolorosa. Voy por partes.

La salida y la meta estaban situadas en el polideportivo del pueblo y lamentablemente para mí era el único terreno liso que pisé desde que empecé a correr. Salimos al trote y animados por un terreno falso llano que iba ascendiendo lenta pero constantemente, pero bueno, se llevaba bien. Si no se lleva bien a los poco metros de empezar mal iríamos. A los tres kilómetros y medio aproximadamente nos encontramos con lo que la organización llamaría una cuestecilla, pero que para mí era como una pared de tierra, la subí corriendo como si me fuera la vida en ello, creyendo que aquel escollo sería lo más grande a superar en el día, ¡ay que «pringao» soy!. Debo reconocer que subir aquella primera pendiente me dio un brote de empoderamiento runner que se me pasó rápido, el terreno estaba muy seco, afortunadamente este invierno primaveral no lo había convertido en un barrizal, y se me hacía complicado correr sobre un piso tan poco uniforme, lleno de pequeños peligros acechantes. He descubierto que soy un burgués urbanita para esto del correr, que le voy a hacer.

El resto del camino hasta el kilómetro cinco, donde nos iban a dar un poco de agua (si, por favor) o un poco de caldo (#amosnojodas, con el calor que hace) ya se me empezó a hacer cansino, era todo cuesta arriba, cada vez que giraba el paisaje era para enseñarnos una nueva cuesta, sin vegetación, sin sombrita 😦

Llegé a por mi vasito de agua mas o menos en buenas condiciones aunque me había parado a caminar un ratillo, para aliviar mas a la cabeza que a las piernas o al corazón, bebí, esperé a que llegaran mis compañeras, caminamos un rato para no atragantarnos y seguimos la ascensión. Esta parte, la que nos llevaría al kilómetro diez, y al avituallamiento gocho, se me hizo muy pesada, empezé a notar que los pies se me recalentaban, que me rozaban los calcetines, que me empezaban a salir ampollas, que la tierra que pisaba estaba muy dura, que aquello era un secarral cuesta arriba que no se acababa…. Traté de no mirar hacia el frente porque cada vez que lo hacía veía al resto de corredores que iban por delante un plano más alto de lo que yo estaba. No me podía creer que no fuéramos a bajar nunca de allí.

En ese trozo caminé varias veces, me agobié con el ascenso incesante (que bonita expresión) y me daba la sensación de que todo el mundo iba tan guay mientras a mí se me estaba haciendo un mundo dar la siguiente zancada. En este tramo aproveché una de mis caminatas para tomar aire, quitarme la camiseta de manga larga, cambiarme el dorsal a la de manga corta y seguir tirando, cualquier excusa era buena para no correr. Y llegaron los diez mil, se notaba desde lejos por la música, porque la zona estaba arbolada y porque había una fabulosa congregación de gente.

No nos defraudaron, había jamón, fuet, mejillones, pan, cerveza, gominolas, galletas…. era una festín, no apto para atletas normales pero si para aspirantes a tractor. Nos quedamos allí un buen rato reponiendo, descansando y charlando. Yo me fijé que lo primero que teníamos al continuar el camino era una cuesta abajo y eso me dio muy buen rollo, parecía que habíamos coronado el Everest y que ya podíamos empezar a bajar al campamento base. Unos minutos después, con un vasito de cerveza y un poco de jamón en la barriga y unas chuches en el bolsillo comenzamos el descenso.

Enseguida me di cuenta que bajar trotando por esos caminos irregulares no iba a ser todo lo bueno que yo creía, sobre todo para las ampollas que ya chillaban en mis pies (¿he dicho ya que soy un burgués urbanita para esto del correr?) así que dos o tres kilómetros de bajada mas tarde tuve que volver a caminar para calmar, esta vez, a mi cabeza que estaba hasta las pelotas de carrera y a mis pies que querían auto-amputarse. Entre correr y caminar llegué a las cercanías del pueblo con ansía viva de que aquello se acabara y con la dulce sensación de que pisaba otra vez terreno semi llano. Se me pasó pronto.

Descubrimos un último avituallamiento con cosas ricas para comer y un poco mas de agua muy cerca de la meta, pero el trazado del terreno marcado por la organización nos reservaba un par de nuevas escaladas. Fue subir una pequeña irregularidad del trazado y encontrarme a unos voluntarios que me indicaban que debía girar a la derecha, lo que me esperaba a continuación era una nueva cuesta arriba que podría haber subido a gatas si la vergüenza me lo hubiera permitido, coroné y saludé a mi entrenador que nos esperaba arriba haciendo fotos, lo de saludar fue mas bien sonreir porque ni me salía la voz, ni tenía nada bonito que decir, solo quería dejarme morir. Y de ahí, una bajada igual de tremenda, una nueva subida en la que estuve a punto de dejarme los dientes y una nueva bajada para llegar al punto de partida.

Anhelé tanto llegar al polideportivo y a la meta que casi me salto el trazado de la carrera y me meto corriendo en un riachuelo, todo por acortar, por acabar, por el The End.

Al final llegué de una pieza, no me tiré al suelo en la meta e hice la croqueta como pedían los organizadores porque no me hubiera podido levantar pero mantuve mi dignidad casi intacta. Sobro todo cuando una niña me dio mi medalla de finalista. La sensación entonces era de un agotamiento total, físico, evidentemente, y mental. Recordé que tenía unas gominolas en el bolsillo y me metí un par de ellas en la boca, el azúcar me ayudó a traerme de nuevo a la realidad. Para que luego digan que es mala 😀

Aprovechamos que ya estábamos al otro lado de la cinta de llegada para comer algo, reponer, hacernos fotos, contar anécdotas, hacernos mas fotos, ver correr a los niños, comer torreznos, hacernos mas fotos, subirnos al podio, hacernos mas fotos…. En la recogida del dorsal nos habían dado un vale para tomarnos una caña y una tapa en uno de los bares del pueblo pero yo tenía cosas que hacer y me tuve que volver a casa antes de aquello. Una pena, irme de cañas y de comilona con mis compañeros corredores me hubiera salvado el domingo.

Ahora, con los pies curados y con la resaca de la carrera superada nada malo tengo que decir de ella, era todo los que nos habían dicho y más. Reconozco, y creo que os ha quedado claro, que sufrí más de lo que quiero aceptar y he vuelto a enfadarme conmigo mismo o concretamente con mi cabeza por no permitirme disfrutar de un evento tan bien montado. Excepto en las dos cuestas finales, nunca tuve la sensación de tener las piernas en mal estado o la respiración afectada, todas mis limitaciones y mi hartazgo me lo proporcionaban mi vaga cabecita. Pero al final, terminé la carrera, recorrí los quince kilómetros y me gané mi medalla. ¿Qué podría haberlo hecho del tirón? Seguro. ¿Qué podría haberlo hecho mejor? Seguro. ¿Qué podría haberme caído rodando en la bajada final? Seguro. ¿Qué podría haberme evitado todo esto quedándome en casa? Esa no era una opción. 🙂

No salieron las cosas como me las había planteado antes de correr, salieron como salieron pero, y me ha costado llegar a esto, lo considero otro éxito para mí. El siguiente reto está por venir, pero os mantendré informados.

Hasta pronto,

J

Caliente, caliente

Como aquello que cantaba hace milenios Raffaella Carrá, pero sin sus Eeeooo, Oooaaa.

caliente_caliente

Hemos pasado un verano caliente y ahora, que aún estamos en agosto pero tenemos un clima algo otoñal, vuelvo a sentarme enfrente de mi pantalla favorita, para hacer una de mis cosas preferidas. Este tiempo alejado de mi blog, de mi espacio, de mi sitio, ha sido como una especie de penitencia. Cuando encontraba de lo que hablar no tenía tiempo o conexión, y cuando lo tenía, la pereza y la procastrinación me hacían anular el impulso.

Hoy no es un día distinto, no ha pasado nada novedoso ni nada especial, pero se han alineado los planetas que rotan y se trasladan dentro de mi cabeza y, aprovechando que el ordenador estaba sobre mis rodillas, he caído sin remedio en el editor de textos de WordPress.

Y ya sabéis lo que eso significa, que mi verborrea (¿o sería mi «teclorrea»?) se desata, mis sinapsis neuronales empiezan a echar chispas y los temas empiezan a cuadrar y a situarse. Todo muy concienzudo y muy organizado ¿no lo parece? 😀

Pues como os decía, caliente, caliente ha sido el verano, y debe ser cosa de la edad que este año me ha afectado sobre manera. Y eso que estaba más delgado que de costumbre, que llevaba unos hábitos más saludables y deportivos y todo eso, y bla, bla, bla… pero yo, que siempre he sido más de chorrear sudor que de pelarme de frío he vivido en mis propias carnes la agonía del «caloret».

La faceta deportiva ha sido la peor parada. A finales de junio corría la que iba a ser mi última carrera de la temporada, bien entrenado y con un objetivo firme y alcanzable en la mira. Quería ganarme las vacaciones rebajando mi marca de los 10 kilómetros y estaba listo para ello. Con lo que no contaba, era con los agentes externos.

Aunque tenía que madrugar el domingo para la carrera, tuve que salir a cenar el sábado por la noche, era una celebración del trabajo y además me daban un reconocimiento por mis años de servicio, no me parecía bien faltar. Me porté muy bien, no bebí alcohol, cené moderadamente y me recogí como la Cenicienta, a medianoche, eso si, yo no perdí los zapatos. La cena se desarrolló en una finca al aire libre donde había de todo menos aire libre, estábamos a casi cuarenta grados y todo lo que podíamos comer y beber lo sudábamos de inmediato. Nada de toxinas al llegar a casa.

Me metí en la cama concienciado en la carrera del día siguiente pero me levanté sin muchas ganas, me vestí, me metí en el metro y me fui donde había quedado con mis hermanos runners para calentar. La pereza que sentía era extrema y después de calentar me noté un poco mareado. Pero yo, adelante, me coloqué en la línea de salida esperando que el papelón pasara cuanto antes. En movimiento me encontraba mucho mejor, iba ligero y a buen ritmo pero el calor empezaba a apretar y no hacía más que buscar sombras donde estar más fresco y desear que llegara el avituallamiento del kilómetro 5 para poder beber agua fría o echármela por encima. Llegó y lo hice.

Un kilómetro y medio más tarde todo se torció, el calor me afectaba demasiado, me agobiaba el sol y mi cabeza no respondía bien. En una cuesta abajo bastante pronunciada sentí un vértigo impresionante, como si se tratara de un gran tobogán lleno de gente e interminable. Me paré y continué caminando para no caerme redondo al suelo. El resto de la carrera, los casi cuatro kilómetros finales, los hice corriendo y andando y jodido porque mis objetivos se alejaban, cada vez que me detenía me enfadaba más y más conmigo mismo…. pero mi cuerpo estaba KO. Crucé la meta más por coraje que por convicción y cuando puede me tiré al suelo a descansar. Menos mal que mis hermanos runners estaban allí compartiendo sufrimiento y agua.

Lo que me sucedió fue un golpe de calor y tardé en recuperarme más o menos una semana, con dolores de cabeza, mareos y una sed constantes. Cuando sentí todos esos síntomas y me encontraba tan mal prometí darme un descanso y no hacer locuras a altas temperaturas, desde entonces no he vuelto a correr. Mi descanso se acaba este domingo y ya hay ganas pero mi tiempo en la «reserva» también lo he aprovechado.

Y precisamente hoy, dia en el que hablo de calenturas, me he enterado del nuevo y peligrosísimo reto que circula por las redes. El hot water challenge (el reto del agua caliente) consiste en tirarse por la cabeza un cubo de agua HIRVIENDO. ¿Se puede ser más subnormal? ¿Es que no hay límites para la imbecilidad humana? Esto es demencial, tremendo y demuestra sin lugar a duda que #EstamosLocos de remate y que nos merecemos que nos pasen cosas macabras. Hablo de la humanidad en general, sin particularizar.

De este reto hay varias versiones, para todos los «gustos». Están los que hierven su agua, se ponen delante de la cámara y se la tiran por la cabeza… los que no tienen huevos para hacerlo y esperan inmóviles a que otro les haga el trabajo y lo más peligroso, los que arrojan agua hirviendo a un tercero sin que se lo espere. A estos, les metía yo dos «guantás» que iban a estar con un golpe de calor como el mío tres decenios. Por graciosos.

¿Y que es lo peor de todo esto? No es que un adulto se fría y se genere quemaduras y cicatrices de por vida por hacer el salvaje, es su puñetera culpa. Lo malo es que estos retos los ven niños, los imitan, los improvisan y las consecuencias son terribles. Hay fotos y vídeos de niños achicharrados e incluso hay fallecidos. De hecho, una de estas historias para no dormir la protagonizan un niño y una niña que se retaron a beber agua hirviendo, la niña se desolló la garganta, le tuvieron que hacer una traqueotomia y después de varios meses en el hospital ha fallecido a consecuencia del jueguecito. Poca broma con esto.

Quizá estas cosas que nos están pasando son las  nuevas pandemias del mundo rico, las consecuencias de la globalización, de la conectividad y de, por qué no, de la gilipollez máxima del ser humano.

Me noto un poco encendido así que voy a dejarlo aquí, no quiero que la calentura acabe como la otra vez, con mareos y dolor de cabeza. Si te apetece, pon un comentario y charlemos sobre lo caliente que estamos 😉

Hasta pronto,

J

¿Ya estamos aquí?

file0001537874842.jpg

Acabo de pestañear y ya ha pasado más de un mes desde mi último post. ¡¡¡Se nos va el año, señoras y señores, se nos va!!!

Avisados quedáis. Esto tiene mucho que ver con el trabajo, no lo voy a negar. Y es que la gente que trabajamos en departamento financieros somos como porteras, nos tiramos todo el tiempo abriendo y cerrando. Abriendo balance, cerrando informes, abriendo la contabilidad y cerrando años. Esta cadencia es muy cansina y muy agónica, no terminamos de cerrar un mes cuando tenemos que iniciar nuevos procesos para el mes siguiente, disfrutar de un par de días en zona «valle» y de nuevo preparar provisiones y un nuevo cierre. Así no hay quien viva, así no hay quién disfrute, así no hay quien se de cuenta del paso de los días / semanas / meses.

A veces la vida va tan rápido que es como si estuviera en el centro de un videoclip caminando a cámara lenta mientras todo a mi alrededor se mueve a hiper-velocidad. Cuando tomo conciencia y me adapto al ritmo, ya es tarde y ha pasado demasiado tiempo. Claro que eso que os cuento es un poco más del victimismo ese que tanto me gusta… ¡ya tu sabes!

Porque si soy sincero si que he hecho cosas en este tiempo. Escribir aquí no, pero otras cosas si. ¿Una muestra?

Pues principalmente me he peleado hasta la saciedad con un CMS de Joomla para sacar adelante unas publicaciones en la WEB del club de sincronizada de mis hijas. Este año he entrado a formar parte de la junta directiva de la agrupación deportiva y una de mis tareas es esa, el mantenimiento de la web y hacer un poco de director de comunicaciones. El trabajo es arduo porque nunca había usado esa plataforma, que es muy poco ágil. La parte buena es que he aprendido un montón vía Youtube, of course. Ahora ya tengo un blog propio en la web, publico artículos, enlazo noticias y tengo hasta mi propia newsletter. Soy el rey del mundo!!!

También he seguido escribiendo para otros. Me han propuesto un par de colaboraciones en blogs amigos y no me he podido ni me he querido negar. Ambas propuestas me parecieron muy buenas así que aporté mi granito de arena. La primera me vino de Carolina Lacruz y su blog, Las cuatro piedras angulares. La segunda me la ha hecho llegar Marysol Martyn para su web homóloga. En los enlaces puedes echar un vistazo a sus espacios.

libro_1354591232Además he sacado algo de tiempo para leer, me terminé EL PODER DEL PERRO, de Don Winslow. Libro que recomiendo leer encarecidamente para compartir toda la desolación, los sinsabores y el asqueamiento que me ha dejado como poso. El libro es genial, los personajes están muy bien construidos y desarrollados. La trama es brutalmente real y el resultado es muy bueno… y muy malo. Me siento tocado.

desordenUna vez terminado tuve que dejar pasar una semana antes de empezar a leer de nuevo. Tenía que digerir y sintetizar lo que había leído en el libro de Winslow así que para desengrasar me decanté por un thriller español muy bien escrito, EL DESORDEN QUE DEJAS, de Carlos Montero. Increíble la historia escrita por un señor con una protagonista femenina que habla en primera persona y que expresa a las mil maravillas sentimientos tan íntimos, tan de mujer. Un buen libro, sin duda, de esos que disfrutas y que cuando lo acabas, puedes seguir perfectamente con tu vida.

En este tiempo, entre libros y escritos he seguido corriendo. Me he encontrado absorto en una rutina deportiva que ya casi no me da pereza. Ahora aúno la clase grupal de los domingos con un par de salidas adicionales entre semana con un entrenamiento guiado y dirigido. Me he propuesto metas en este aspecto y mas me vale hacer caso a mi entrenadora, que si no… El caso es que el día que toca sesión me enfundo las mallas y me tiro a la calle como si no hubiera un mañana. Con mi música y mis gadgets de runner, que luego dicen que «el hábito no hace al monje….» Paparruchas.

Y hablando de música. Varias son las canciones que he descubierto en este tiempo y que ya he incorporado a mis listas de éxitos particulares.

Me ha encantado el mensaje de la nueva canción de Robbie Williams, LOVE MY LIFE, porque me identifico mucho con eso que dice, yo también he aprendido a querer mi vida y a quererme y a valorarme a mí mismo.

«I love my life
I am powerful
I am beautiful
I am free
I love my life
I am wonderful
I am magical
I am me
I love my life»

La nueva canción de Fangoria también me parece estupenda, será por la alegría que transmite, que me sube mucho el ánimo. Es ESPECTACULAR.

«Escaparé
Escaparé como Dorita rumbo a Oz
Descubriré
Descubriré que el mago es solo una ilusión
Escogeré
Escogeré entre las tinieblas y la luz
Y lloraré con un presente donde tú
Tú eres ficción«

¿Y qué decir de PARÍS, lo último de Dani Martín? ¿donde quedó el macarra que lideraba al Canto del Loco? ¿De donde ha salido este tipo tan sensible y que canta cosas tan bonitas? Podéis llamadme moñas, pero ese estribillo…

«Y queremos siempre rosas
Y Venecia, Verona y París
Y la vida es otra cosa
La verdad, la mentira y un si
Y tenemos mariposas
Y gusanos sin seda y al fin
Hay serpientes venenosas
Y un disfraz que se rompe al vivir.»

Si me dejo fuera de la lista ROCKABYE, de Clean Bandit, mis hijas, sobre todo la mayor, me mata. Le apasiona y eso que no sabe de que va. Aún tiene que crecer para entender el tinte feminista que impregna este tema. Una madre soltera, un hijo pequeño y su lucha por salir adelante… ¿y que más da si se gana la vida bailando en una barra y vete tú a saber qué mas?

«Now she gotta a six year old
Trying to keep him warm
Trying to keep out the cold
When he looks her in the eyes
He don’t know he’s safe
When she says «uh, love, no one’s ever gonna hurt you,
Love, I’m gonna give you all of my love
Nobody matters like you»

Y hay más canciones y más artistas y más libros, pero no quiero aburriros. Ni contaros todo de golpe, no vaya a ser que os canséis de mi por agotamiento.

En estos días también ha habido mucha charla, muchos paseos, planes de futuro, discusiones, negociaciones, campeonatos, sorpresas y rutina, pero sobre todo, tengo una especie de paz que no se bien como definir. Así que no lo voy a intentar. Me siento zen y no creo haber hecho nada para estar así. Lo aprovecharé mientras dure.

Estoy agotado, ahora es vuestro turno, podéis dejar en comentarios todas las recomendaciones, críticas y anécdotas que queráis. Charlemos un rato.

Hasta pronto,

J

El hada vieja

82e1271ce0656acaf64da01e5c8ef451.jpg

Hablando de las viejas glorias que mencionaba en el último post me han venido a la mente varias cosas. Quizá sea porque no he vuelto a coincidir con el anciano que caminaba al borde de la carretera con su mochila y sus bolsas desde que os lo dije o puede que en las fechas que estamos me acuerdo de mi abuela.

Ella si que fue una vieja gloria, todo una carácter indómito y extenuante. Pero haber nacido en 1910, haber pasado una Guerra Civil con un marido muy implicado políticamente y una postguerra llena de hambruna, necesidades y estraperlo marcan la trayectoria de cualquiera, y en especial, la forma de enfrentarse a la vida. Y después de todo aquello, verse postrada e impedida no debe ser fácil para una mujer temperamental acostumbrada a cargarse el peso del mundo sobre sus hombros y dar la explicaciones justas.

Ayer hizo doce años que falleció, y ciento séis que nació, porque como buena y gloriosa señora, no podía morirse otro día que no fuese el de su onomástica. Y para colmo de coincidencias (si es que existen) poco antes de su deceso nos enteramos, vía predictor, que estábamos embarazados de nuestra primera hija. Podéis imaginar que aquel fue un día agridulce y no solo por el notición, sino porque ella ya se merecía descansar. Llevaba varios años entrando y saliendo del hospital, siempre con la cabeza en perfecto estado lo que le hacía sufrir más su pérdida de movilidad… y hacer sufrir.

Pero eso es la vida, dicen, un vivir y un sufrir, un subir y un bajar, un avanzar y un retroceder….

Y avanzando, avanzando también me he acordado del anciano que me dio ánimos el otro día cuando iba corriendo por la mañana, un rodaje de cincuenta minutos a ritmo lento, aburrido y cansino que se debía reflejar en mi cara, porque de todos los corredores que había por la zona, solo yo me gané la sonrisa y el gesto de ánimo de aquel buen hombre. Su gesto me emocionó de tal manera que se me erizó el vello y me recorrió un escalofrío por la espalda y al devolverle la sonrisa y seguir corriendo pensé para mí que este hombre era carne de blog. Y así ha sido. Gracias.

Así que tenemos por un lado un par de abuelos y por otro el running. Pues con esa combinación tengo una anécdota. La del hada vieja que da título a esta entrada. Una historia que se remonta un par de años atrás cuando comenzaba con esto «del correr» y acababa de empezar con el grupo de entrenamiento de los domingos.

Era una mañana desapacible y lluviosa y yo en mi ignorancia deportiva creía que ese día no se entrenaba…. iluso. Claro que se entrenaba, y si tocaba tirarse en el suelo se tiraba uno, faltaría mas. Pues era uno de esos días… y tocaba hacer un circuito de fuerza, trabajar alguna zona del cuerpo durante treinta segundos y reponerse durante otros treinta para empezar de nuevo a castigar nuestro body. Estábamos en una parte un poco aislada del parque de El Retiro donde entrenamos siempre, en una pequeña glorieta que servía de encrucijada de caminos y rodeada por bancos de piedra, salvando las distancias, era un poco estilo Stonehenge, pero en pequeño, lluvioso y bucólico.

stonehenge_glossary
Cambia las moles de piedra por bancos, rodéalo de árboles y lo tienes!

Ahí estábamos trabajando biceps, triceps, cuádriceps, mientras oíamos llover a nuestro alrededor cuando la vi. No se si alguien más fue consciente de ella a aquella distancia pero yo la vi llegar desde lejos aunque parecia que había aparecido de la nada, como si nuestros jadeos y nuestros sudores la hubieran invocado, y se acercaba hacia nosotros.

Cuando estaba lo suficientemente cerca reparamos en ella, en su pelo blanco larguísimo y despeinado, en su atuendo anacrónico, en su silueta esbelta y delgada, en sus pies descalzos a pesar de la lluvia y la temperatura pero sobre todo, en su rostro cuajado de arrugas y en su bella sonrisa.

Pasó entre nosotros, por el medio del círculo de piedra, sonriéndonos a todos pero sin fijar su atención en ninguno de nosotros y se fue, no dijo nada, no hizo nada. Desapareció como había aparecido, como por arte de magia y a mi me reconfortó verla. Podría tener treinta años o tres mil, no lo podría asegurar con certeza pero si que tengo claro que era alguien especial, con un aura brillante que destacaba en el grisáceo día.

Ese día la bauticé como el hada vieja y seguramente no sería un hada de verdad, que a esas siempre las pintan bellas, jóvenes y esplendorosas. Aunque tampoco podría jurar que no lo fuera, ya que lo otro son solo estereotipos. Quizá solo fuera una señora extravagante que salió a pasear sin zapatos, quizá fue un producto de nuestra imaginación provocado por el esfuerzo y por el ácido láctico, o quizá aquella presencia fuera solo un fantasma que habita en el centenario parque. ¿Vosotros que creéis?

Yo tengo claro que la presencia fue real y me gusta recordarla de vez en cuando, como ahora, cuando hablo de ancianos y de sus glorias y me hace gracia pensar que ella también se acordará de aquellos muchachos que hacían el tonto cada uno en un banco de piedra vestidos con colores chillones y extrañas zapatillas de deporte, porque todo tiene una doble versión.

Ahora que os lo he contado, ya no me pertenece a mí la historia del hada así que si algún día os la encontráis por ahí ya sabréis que aspecto tiene, no tendréis más que observadla y devolverle la sonrisa.

Y luego venís aquí y me lo contáis. 😉

Hasta pronto,

J

La (e)lección de la camiseta

i0lincod

Recientemente hablaba con una compañera de trabajo de lo importante que es tener ropa chula para hacer deporte. El hecho de estrenar algo es como un aliciente para salir a sudar la camiseta con más ganas, una excusa, a veces cara, para tirarte a la calle a correr o acercarte a machacar tu cuerpo en el gimnasio. Se que no era una conversación muy elevada que digamos, pero claro, este blog habla de glamour barato y cotidiano así que no esperaríais que fuésemos a charlar sobre física cuántica, ¿no?

De momento no tengo intención de cambiar el título de mi bitácora a algo parecido a…

«Cuantos protones hay en esto?»

Dicho esto, volvamos por la colorida senda de lo superfluo (que no tonto) y de lo superficial (que no tanto) y pensemos un poco en el fondo de la conversación que os comentaba. Cierto es que a veces necesitamos excusas para castigar a nuestro cuerpo, y sobre todo, para engañar a nuestra mente y una buena forma de hacerlo es con estos pequeños estímulos. La novedad siempre ayuda, por lo menos hasta que somos conscientes de que las prendas coloridas y molonas que portamos no hacen que lleguemos más lejos, ni más rápido, ni nos cansemos menos… pero estamos tan guapos cuando nos miramos al espejo antes de salir, que compensa e incita.

Aunque también hay veces que no lo hace y es que, si queremos darnos estos caprichos que tiren de nosotros hasta el reino del sudor, de la congestión y de las agujetas, debemos recurrir a prendas adecuadas, prendas que nos queden bien y que sirvan para lo que queremos que sirvan… O sea, para enseñar si tenemos algo que lucir o para tapar, si lo que tenemos para lucir está mejor oculto y encerrado bajo cuatro llaves.

Y os digo esto porque yo he caído en la trampa de Narciso y me he estrellado de manera atómica. Quería empezar mi nueva temporada de running estrenando ropa, para animarme, y vi una camiseta en Amazon chulísima y muy rebajada, de color verde fluorescente, con detalles en azul y camuflaje… mejor os dejo la foto…

camiseta-joma

Me la pillé, claro, porque me gustaba la camiseta y porque inocente y desquiciadamente pensé que me sentaría igual que al modelo. Qué error amig@s, que error.

Abrí el paquete con ansia, la camiseta era más bonita de lo que parecía en la foto y ya me veía corriendo a velocidad supersónica mientras la gente se daba la vuelta para mirarme mientras pensaban con algo de envidia… «qué mono va este chico siempre!» 

Cuando me la puse y me miré al espejo me dí un tremendo golpe contra la más cruel de las realidades, un golpe dolorosísimo. Lo que vi en el espejo era atroz, como si algún ser diabólico me hubiera hecho un trabajo cruel de body painting. La camiseta era tan fina que parecía que iba desnudo, y así me sentía yo, desnudo y verde, como una versión amorfa y mohosa del Increíble Hulk. No es que la camiseta remarcase todas las zonas, las bonitas y las feas, de mi torso, sino que las realzaba de una forma que debería estar prohibida.

ynrdo-t
WTF!!!!!

Ni que decir tiene que no le dí mas oportunidades, me la quité como si quemara, la metí en su bolsa y solicité la devolución express. Quería ese engendro lejos de mi casa, de mi armario, de mis lorzas… Dicen que hay tres cosas que SIEMPRE dicen la verdad, los borrachos, los niños y las mallas…. pues creedme, esa camiseta era un puto niño borracho en mallas.

Aquel episodio fue cruel, pero también muy instructivo.

Tenemos metido en nuestro subconsciente la imagen que queremos proyectar de nosotros mismos, una imagen deseada y casi siempre alejada de la realidad pero encontrarte con ese otro YO de repente y sin anestesia es, cuanto menos, inquietante. Y no porque creamos que somos lo que no somos, no es eso, sino que tendemos a vernos idealizados, distintos, a veces mejorando la realidad, otras veces, empeorándola. Ambas versiones son, llevadas al extremo, patológicas. Así que cuanto más cercanas estén la imagen real de la imagen proyectada mejor para nosotros.

Esto forma parte del proceso de aceptación de nosotros mismos, y si, del proceso de aprender a querernos. Pero no podemos confundir esa aceptación con una liberación excesiva. Las cosas grotescas, como lo de la camiseta, mejor dejarlas para la intimidad. Siempre hay otra elección más acertada con la que podamos sentirnos mejor y donde la imagen que proyectemos sea más dócil. O tal vez seamos del tipo de personas que ya carecen de complejos porque se los han ido quitando uno a uno… si eres de esos y te gusta lucir palmito sea lo que sea lo que te devuelva el espejo, dame un toque, tengo el conjuntito perfecto para tí. Yo no me atreví.

Y ahora una canción que sirva de ilustración a esto que os he contado, un tema que suelo escuchar en mi MP3 y que dice de una forma muy gráfica algo parecido a habla, habla, que no te escucho. Porque a veces es mejor salir corriendo y hacer oídos sordos a los gritos, a los insultos, a las vejaciones y a las camisetas verdes. Que disfrutéis de la canción y de la versión del Mago de Oz que representa el vídeo.

Y ahora, llegó el momento de charlar, no seais tímid@s y contadme algún momento vergonzante como el que os he relatado yo… o simplemente hablemos de lo que os apetezca.

Hasta pronto,

J

2016 es un número

file2141266529143

Unos meses atrás leí el libro de Marcos Chicot, «El asesinato de Pitágoras«. Fue una de esas compras impulsivas a través del enlace de Amazon con mi ebook, me sedujo el título y las opiniones de los lectores, a las que suelo dar bastante poca credibilidad, eran muchas y buenas. Lo compré y enseguida de atrapó la esencia matemática que describe. La historia que narra puede ser más o menos acertada, conocida o rocambolesca pero la documentación sobre la filosofía pitagórica y su líder me parecieron impecables, lo que dotaba al relato de una verdad genuina. También hace meses que no escribo una de mis reseñas y esta no va a ser la reentree, no os creáis.

He empezado por aquí porque hoy voy a estar matemático. Porque he empezado a reflexionar sobre lo importante que son los números a día de hoy. Igual que la doctrina de Pitágoras en su época que trataba de explicar el origen del universo, las relaciones virtuosas, la política e incluso la música amparándose en leyes matemáticas complicadas, un juego de proporciones concreto. Todo estaba medido, contenido y controlado de tal forma que aquella filosofía estaba perfectamente arraigada y cimentada, hasta que llegó el fatal descubrimiento de los números irracionales y todo se vino al traste, pero eso es otra historia.

pentaculo
El pentáculo pitagórico, fundamento de la «proporcion divina»

Yo no me había planteado nunca que todo lo que nos rodea son números, y que nuestra felicidad solemos asociarla a ellos, claro que tampoco me había planteado otras muchas cosas…. paso a paso. Solía decir en el colegio que para qué necesitábamos tantas matemáticas, que con unos conocimientos básicos eran suficiente… y si y no. Sinceramente, las necesitamos para vivir, porque realmente las mates no son solo contar, sumar, restar, multiplicar y dividir (que a estas alturas creo que es lo único que recuerdo perfectamente de esta asignatura, no me pidáis más).

Para Pitágoras y los suyos, las matemáticas y la geometría eran lo más, el todo, vivían de ello y para ello y aunque nos cueste creerlo o asimilarlo, así ha sido hasta nuestros días, de hecho, creo que nunca hemos sido tan matemáticos como ahora.

Los número son importantes porque nos aportan cosas pero a lo mejor les estamos dando más importancia de la que tienen. Por ejemplo, con los años, la edad son números, yo he cumplido 43 y espero cumplir muchos más pero ¿qué es eso en realidad? Porque aparentemente 43 es algo neutro, no nos aporta más valor que los años que llevo en este mundo. Pero ¿qué hay de sus relaciones?… ¿son muchos o pocos? Pues depende, si no llego a cumplir 44 me habrán parecido muy pocos pero si le preguntamos a mis hijas, dirán que son un montón.

Así que todo es relativo, incluso las exactas matemáticas. Los números son exactos, sus implicaciones nunca lo son.

Lo mismo pasa con las fechas, ahora que acabamos de estrenar año y tenemos tendencia a hacer balances, como si los periodos se pudieran abrir y cerrar tan alegremente, como si el hecho de que 365 días hayan transcurrido vaya a hacer que las cosas sean distintas al pasar del 31 de diciembre al 1 de enero. Los propósitos de años nuevo son un poco un camelo, una forma de facilitarnos esa transición irreal. Que sí, que es un periodo concreto y astronómico, que La Tierra ha dado una vuelta entera alrededor del sol y todo eso pero… ¿y qué? ¿es que acaso no pasa eso a pesar nuestro? ¿controlamos nosotros algo de esto o tenemos poder para hacer alguna modificación? Nos tratamos de auto-convencer de que el año nuevo va a ser siempre mejor que el anterior, que nos propondremos cosas geniales, que cambiaremos nuestros hábitos, que…. en realidad y en la mayoría de los casos nos engañamos.

Ya lo decía en el título, 2016 es solo un número, pero imagina que ahora les dan por resetear, como cuando eliminaron las Pesetas y insertaron el Euro, y empiezan desde cero… que decepción, ya no acumularemos como estamos acostumbrados, estaremos frustrados, perderemos con el redondeo y el re-start.

¿Por qué nuestra felicidad está asociada a acumular?

Siempre sumar y multiplicar está bien visto, es nuestro anhelo. Añadir, incrementar, agregar, tener, tener, tener. Y es que resulta que las matemáticas nos están ayudando a ser más fríos y más materialistas. Un coche con más caballos, una casa con más habitaciones, un bolso más caro, un novio más rico, uno o más títulos universitarios. Números, números y más números carentes de emoción.

Como los de mi reto deportivo, del que os hablé hace un par de posts.

finisher runxmas

Ya lo he terminado, he concluido con una acumulación de 112 kilómetros que no sin ni muchos ni pocos pero que son los míos. Y que no dicen nada sobre lo que he vivido, he sentido, he disfrutado y he sufrido en estos 30 días, por eso de concretar. Estoy contento con el reto porque lo he llevado a cabo, porque todos los días me he puesto las zapatillas de correr y me he tirado a la calle a hacer algo de deporte. Mentiría si os digo que no he prestado atención al número de kilómetros recorridos (números), al ritmo al que he corrido (números) y a la velocidad a que lo he hecho (números) pero me quedo con un montón de cosas que nada tienen que ver con las mates.

Me quedo y os cuento, así en abstracto y sin contabilizar, que he tenido sensación de fatiga y sensación de comodidad, que he sentido frío en las manos y en las orejas y también calor en el resto de la cara, que he sudado profusamente por todo el cuerpo, que me he sentido muy mal porque mis piernas se negaban a avanzar y me he sentido muy bien porque mi cabeza me decía que tirara más, que podía, he notado como mi cuerpo se acostumbraba al castigo diario y como empezaba a plantearme por donde correr en lugar de «si voy a salir a correr», he compartido mis experiencias en las redes sociales, he recibido apoyo de amigos y conocidos y lo he dado, he conocido a gente que estaba en lo mismo que yo y me he emocionado con el feedback, he tenido la enorme suerte de salir a practicar deporte con mis hijas e incluso con ellas y una de sus amigas con lo que eso enriquece y une, he disfrutado de avanzar día a día y de mirarme al espejo y de comprobar que los excesos navideños no se quedaban conmigo, he agradecido el apoyo familiar e incluso el orgullo de quienes se quedaban en casa cenando mientras yo salía disparado en mallas… y muchas cosas más.

2016 es solo un número, 112 kilómetros son solo números, 1000 € son solo números, 4 habitaciones son solo números, 8 cilindros son solo números, 700 seguidores son solo números.

No digo que los números sean malos, ni que querer acumular sea malo, ni que tener cosas sea malo, ni que cumplir años sea malo, ni que hacer muchos kilómetros sea malo. Pero son solo números, y ellos son fríos. Lo que quiero decir, es que no nos olvidemos de las emociones que acompañan a esos números. Al final va a ser con lo que nos quedemos, con un cuerpo en descomposición y con innumerables recuerdos y vivencias.

Y como no podía faltar una canción ni unos números, aquí os dejo los «Números Rojos» de Sabina…

Y hasta aquí esta filosofía de andar por casa, es vuestro turno, comentemos, charlemos… ¡numeraos! 😀

Hasta pronto,

J

El reto y más

file9001298593310

¡Se me va la vida!

Y mira que por mucho que corro no consigo alcanzarla, el tiempo se me está escapando de las manos y de los pies a una velocidad de vértigo, me despeina y todo. No hago más que hacer cosas y el tiempo cada vez me cunde menos.

Llevo sin publicar en el blog más de dos semanas y es que la vida off-line me tiene bastante absorto. Hay veces que todo se conjura para que la rutina salte por los aires llevándose por delante lo que pille, para bien o para mal. En este tiempo he estudiado para los exámenes de tercero de primaria con mi hija pequeña para preparar los trimestrales, dale que te pego al inglés, a natural science, a social science y a lo que te rondaré, morena. Hemos aprobado todo con buena nota, por lo menos se ha visto recompensado el esfuerzo.

También he sido tío, de una preciosa princesa de casi tres kilos y medio y que ya disfruta en casa de sus papis de todos los cariños y atenciones que se merece. Ahora se ha convertido en el juguete preferido de la familia, lo que va a tener que aguantar la pobre. 

Y también me he apuntado a un reto estupendo. 

Un reto físico.

Un reto deportivo.

Los que me seguís por Twitter y/o por Facebook ya sabéis a lo que me refiero y los que no, o los que aún no, vais a salir de dudas en seguida. Pero antes, os pondré un poco en antecedentes.

Hace un par de meses hicimos en el trabajo un curso sobre calidad, donde se nos animaba a añadir un plus de eso mismo a todas nuestras tareas para bla, bla, bla, y que el éxito de nuestros clientes es bla, bla, bla y así será mejor en nuestra relación con bla, bla, bla y por supuesto mucho mejor para la empresa y para los bla, bla, bla…. El curso no aportaba nada nuevo, habéis podido comprobar, pero terminaba con una actividad curiosa. Se nos proponía el reto de los 21 días, que consiste en realizar una tarea que aporte calidad (porque el curso iba de eso, no os olvidéis), día a día hasta alcanzar esos 21 pactados, de esa forma, y según dicen los expertos, una actividad se convierte en un hábito.

Sinceramente no puedo confirmaros si llegué a cumplir con el reto porque he tenido tanto trabajo que no he tenido casi tiempo de ir ni al servicio, pero esa es otra historia.

Yo, que lo del trabajo lo suelo dejar en el trabajo me vine a mi casa pensando que podría hacer algo en mi vida privada relacionado con eso, y como se me estaba haciendo muy cuesta arriba cumplir con mis compromisos con el running pensé que estaría fenomenal hacer un reto del tipo: «21 días en mallas» o «21 días corriendo a lo Forrest Gum».

No lo veía descabellado en absoluto pero la falta de tiempo y la procrastinación propia de mi persona me impidieron ponerme en marcha, nunca mejor dicho, hasta ahora. Porque resulta que alguien se ha inventado algo parecido que lo supera y lo mejora. Se trata del reto #RWRunXmas en el que la revista Runners nos propone salir a correr a diario, entre el día 8 de Diciembre y el 6 de Enero, al menos un kilómetro. Fantástica idea, pensé yo.

Si ya me lo daban hecho….

Y en esas estoy, empecé a correr el día 8 por la mañana y hasta hoy, seis días después no he parado. Cada día me he calzado mis zapatillas, me he puesto mis mallas o mis pantalones cortos, mi música y me he lanzado a la calle a corretear. Hasta la fecha he sumado ya 26 kilómetros, yo no soy de matarme, y tan contento. Los primeros dos o tres días me dolían un poco las articulaciones pero poco a poco se van habituando al castigo y ni ellas ni mi cabeza dicen ya ni pío.

Sobre todo mi cabeza, que sabe que con un kilómetro es suficiente para cumplir y va relajadita, luego de ahí para arriba lo que me vaya pidiendo el cuerpo o el reloj, que el resto de actividades no han variado y el tiempo sigue estando tan justo como antes. No se como estaré cuando acabe con esto, si lo del running será un hábito o no, pero no dudéis que os lo contaré.

Otra cosa que he hecho en este tiempo, bueno, concretamente hoy, es ir a trabajar al Banco de Alimentos de Madrid a ayudar a clasificar los alimentos donados en «La Gran Recogida». Parte de los tres millones de kilos de alimentos no perecederos han pasado por mis manos esta mañana, todo ha sido desempaquetar, seleccionar, agrupar y colocar. 

Hemos formado un grupo de trabajo constituido por voluntarios y desconocidos que nos hemos organizado a la perfección para desarrollar la tarea específica. Me ha resultado un trabajo agotador, palets y palets llenos de cajas llenas de alimentos que hemos diseccionado y separado para ayudar a todas esas Ong’s a las que el Banco de Alimentos da soporte. Unas con comedores sociales y otras que distribuyen la comida entre sus usuarios. Emocionante como hemos sacado adelante el trabajo, como nos entendíamos casi sin hablar, como hemos colaborado juntos sin conocernos, como hemos hecho piña para poder ayudar y como hemos aportado nuestro granito de arena en esta lucha contra la pobreza. 

Si tengo ocasión, volveré.

Y ahora, voy a dejaros con una canción que me ha acompañado hoy en el camino de ida al Banco de Alimentos y que muchas veces ha acariciado mis oídos mientras mis piernas devoraban kilómetros… vamos, cuando iba corriendo.

«No hay nadie que me quiera mejor que tú, que me haga feliz, que me haga sentir así»

Me encanta esta canción, me da mucha energía y lo que dice lo podría aplicar a tantas cosas y a tantas personas….

Y ahora os cedo el testigo, es vuestro momento de contarme vuestros retos, vuestras inquietudes y vuestros «loquequeráis», la zona de comentarios es toda vuestra, charlemos.

Hasta pronto,

J

Échame a mí la culpa

gintonics
Gin Tonics y Flamencos Rosas

Después de varias copas de Verdejo, una par de Gin tonics y cuatro escasas horas de sueño aquí estoy de nuevo al pie del cañón. Me duele un poco la cabeza y yo lo achaco a la falta de descanso, otros, los más malos, dirán que es resaca, así que igual un paracetamol va a ser la mejor opción para el aperitivo.

Ayer tuve cena con los hermanos «Running«, los llamo así porque es como los tengo en los contactos del Whatsapp, Fulanito Running, Menganita Running, Zutanito Running…. ¿a vosotros nos os pasa? ¡No tenéis vida! Pues eso, anoche de cena, copas y mucha diversión, dejamos las mallas en casa, nos pusimos guapos y a quemar la noche madrileña. A punto estuvimos de terminar en un Karaoke chino dándolo todo, una lástima que no pillara uno a mano que si no aún estábamos allí.

Muy buenas sensaciones, nada que ver con las que se te quedan con la misma gente después de una carrera, todos rojos, sudados y despotricando por el agua… Y hoy aquí disfrutando de mi mañana «de Rodríguez». Me he levantado temprano, casi al rato de acostarme, para llevar a la mayor al entreno y cuando he vuelto y la casa se ha quedado sola para mí me he tirado en el sofá y me he puesto a ver el último capítulo emitido de The Walking Dead. OMG! qué maravilla. Por fin se que ha pasado con Glenn, no temáis que no voy a «spoilear», solo deciros que se han cumplido mis pronósticos. Aparte de eso, que capítulo tan bueno, cuantas cosas pasan sin pasar nada realmente pero la tormenta que se avecina…. La última escena casi hace que se me salten las lágrimas, luego, al ver que el capítulo se acababa me he cagado un poco en tó, y encima, el siguiente, será el último antes del parón por Navidad. Ansia pura es lo que siento ahora mismo, agonía máxima.

Una cosa que me ha extrañado del capítulo de TWD es que no había ninguna referencia al Black Friday, y mira que es complicado, porque macho, que traca nos están dando con el puñetero viernes negro. Le estoy cogiendo un asco a la expresión, no un asco cualquiera, no… un asssssssco. Y es que menuda saturación de precios bajos, ofertas, gangas y demás polladas. Tal ha sido la repercusión del evento, aquí en España por tercer año, que hasta la papelería y la farmacia del barrio también se han acogido a la fiebre de las rebajas. Un Black Friday extenso, que se desarrolla en la mayoría de los casos de jueves a domingo y donde ya podemos comprar gomas de borrar Milán y otro tipo de gomas y cremas a precios reducidos.

O quizá no, que luego pasa como a esa gran cadena de Electrónica que les han pillado inflando los precios para simular grandes rebajas y venden los productos del Black Friday al mismo precio que el anterior Friday… Es que ellos no son tontos, no. Los tontos debemos ser los demás.

black friday

O a lo mejor el tonto soy yo, échame a mí la culpa.

Y hablando de eso, una de las hermanas Running ha estado tres meses de vacaciones / inmersión lingüística / hago lo que me sale del bolo porque yo lo valgo en Londres y nos decía que ahora ha desarrollado mucho más el oído y que escucha canciones en inglés que antes le gustaban y que ahora entiende lo que dicen, lo que en algunos casos es hasta contraproducente.

Yo os reconozco que a mí me ha pasado lo mismo pero en español. Muchas veces escucho sin oír o oigo sin escuchar y cuando lo hago me encuentro con verdaderas mierdas o con verdaderas maravillas como esta canción clásica de Albert Hammond, del 1977  nada menos. La versión que os voy a poner no es la original, que es muy buena, sino la que han hecho uno de los grupos que menos me gustan de la historia de la música, Los Secretos. Me parecen un coñazo de dimensiones estratosféricas pero esta vez me han tocado la fibra, estoy mayor y sensiblero.

Espero que escuchéis atentamente la letra y que la disfrutéis. Luego ya tendréis tiempo de utilizar la zona de comentarios para contarme que os ha parecido, para contarme que os habéis comprado con la excusa del Black Friday o para ponerme verde por llevar esta vida tan disipada.

Un último consejo que aprendí también ayer de otra de las hermanas Running, cuando brindéis hacedlo mirando a los ojos, cuenta la maldición que si no lo hacéis así os vendrán 7 años de mal sexo, allá vosotros.

Hasta pronto,

J

Noche de miedo

SDRandCo (66)

Hoy es el último día de octubre y mañana, primero de noviembre, se celebra el día de Todos los Santos. Tradicionalmente es el día de ir a visitar a los muertos a los cementerios y toda esa imaginería, completada con la celebración de los Fieles Difuntos el segundo día de noviembre, siempre ha sido mágica y oscura.

En nuestro país siempre se representa el Don Juan y se solía leer a Becquer pero desde unos años a esta parte, la tradición de los muertos más autóctona se ha quedado en segundo plano y para sustituirla hemos adoptado el día de los muertos Anglosajón, el día de Halloween. Ya nunca se oirá hablar del Monte de la Ánimas y los desfiles de espectros, por contra, decoramos todo con calabazas naranjas y telarañas del todo a 1 Euro. Así somos aquí, empáticos y sin personalidad.

Y quizá sea por eso por que lo yo nunca he vivido esta noche como algo especial. No me gusta machacar mis tradiciones históricas sustituyéndolas por otras más globales e importadas, no le encuentro el sentido. Pero luego llegan los hijos y hacen que te metas tu chauvinismo por donde te quepa porque ellos sí que son hijos de Halloween, como lo son de los teléfonos inteligentes, de las pantallas planas y del Blue Ray, y reclaman su espacio de microterror y diversión. Truco o trato, truco o trato, truco o trato. En unos años todos nos llamaremos Jonathan, Kevin, Jennifer o Tessa y nos parecerá normal. Comeremos hamburguesas de media libra (porque habremos desechado nuestros kilos) y beberemos Coca Cola con sabor a cereza.

No os extrañe que entonces desaparezcan las horchatas, la paella, el cocido, el lacón con grelos y el pacharán. Y sobre todo, no nos tiene que extrañar, porque lo desecharemos nosotros mismos, lo sacaremos de nuestra ecuación como si nunca hubieran existido, solo quedarán pequeños reductos «para turistas» o en zonas de delicatessen. Al tiempo.

Y mientras eso llega, yo hoy tengo fiesta de Halloween, ¿que os creíais, que yo no me iba a dejar llevar por la corriente? Pues claro que sí, yo soy un vendido, como todos. En mi descargo diré que es una fiesta especial, hoy corro, bueno, practico running, que es lo que se dice ahora. Siempre he sido papá acompañante en las fiestas del día de los muertos pero hoy me desmarco y voy a vivir mi «Leaving la Vida Loca» con mis compis de afición. La carrera es de noche, en el hipódromo o por sus alrededores y promete muchos sustos y mucha diversión. Estoy como loco, ya me he hecho el disfraz, casero, eso sí, y estoy deseando que llegue la hora. Por las ganas y las expectativas creo que va a ser mi mejor Halloween hasta la fecha, ya os contaré en que queda todo esto.

Y dicho todo esto, habréis confirmado que no soy más que otro de los que prostituye sus raíces. Sí, yo también soy de esos, me quejo, me quejo, me quejo, me doy un baño de realidad y termino siguiendo la corriente. Que conste que me sigue pareciendo igual de mal que invirtamos en calabazas en lugar de en «Leyendas» pero oye, es el recurso del pataleo. Hoy si me quieres buscar ya sabes donde estaré, corriendo por mi vida y por no despeñarme en lo oscuro, como mis ideales patrióticos.

Y para ponerme un poco en situación me voy a dedicar una canción, y también a vosotr@s que seguro que os gusta 🙂

«Thriller» se lanzó en el año 1982, yo tenía diez años y este fue el primer vídeo musical del que tengo consciencia. Me atemorizó de tal manera que tenía que dormir todas las noches con la cabeza tapada y cada sonido que escuchaba en mi habitación creía que era un zombie o un hombre lobo que venía a despedazarme.

También fue el primer disco que compré en mi vida, una cassete pirata que compré en el Rastro de Madrid con mi paga, mi primer álbum adulto después de aquellos de Parchís o Teresa Rabal. Así que no es de extrañar que le tenga un especial cariño a este tema, que además viene de perlas para la noche de hoy.

Disfrutadlo, sed malos, que hoy se puede, y utilizad la zona de comentarios para lo que queráis, incluso poner fotos de calabazas, fantasmas, zombies y momias.

Hasta pronto,

J

Canciones en el ático

birds over pier

Este verano he tenido muchos momentos de soledad, buscada y encontrada. Es agradable esa sensación, la de obtener lo que quieres. Después de un año lleno de obligaciones y compañía, esos ratos de esparcimiento tan seleccionados son «gloria bendita» como dicen por el sur.

Aprovechando ese momento en el que subíamos de la playa en pleno atardecer y los cuartos de baño se llenaban de duchas, geles y cremas after sun, he salido a correr por el paseo marítimo, por las calles de ese pueblecito malagueño y por las dunas que separan la realidad de la carretera de la ficción de las olas, siempre tan constantes, siempre tan indolentes, siempre tan rítmicas. Y he salido a correr no para escapar de nada, sino porque me apetecía, tenía la necesidad de moverme y con ese pensamiento en la cabeza, me calcé las zapatillas de running (que casualmente habían viajado conmigo en la maleta), me enganché el mp3 y me dije:

-Me voy un rato, si no puedo correr, por lo menos camino.

Y corrí, vaya si lo hice, unos cuatro kilómetros el primer día, y un poco mas cada vez que salía, lo justito para ver otras cosas, para estar a otro ritmo y para desentumecerme. Volví a casa chorreando de sudor, congestionado por el calor pero muy, muy, muy contento, quizá por no haberme parado, quizá por haber hecho ejercicio, quizá porque me sentía realmente bien… tal vez sea la acción de las endorfinas esas de las que hablan los expertos.

Pero otros días, a la misma hora y en las mismas circunstancias de cruces de cepillos, colonias y bragas limpias, aprovechaba que mi habitación, el ático de la casita que teníamos alquilada, tenía terraza así que cogía mi música y me tumbaba en una silla de playa con los pies en alto a contemplar como el sol si iba ocultando poco a poco detrás de las montañas. Y era en ese preciso instante, con los auriculares embutidos en mis orejas, escuchando mi música y aislado por completo del mundo cuando más disfrutaba de esos momentos de los que os hablaba al principio. Me parecían momentos únicos y eternos, cada canción que sonaba era como un himno, todo cobraba sentido, las nubes, el sol, los pájaros, el picor de la piel, esa sensación de fresco que hace que se emocione el vello de los brazos…

Era como vivir en un videoclip.

Mientras escuchaba, también observaba como las gaviotas danzaban en el aire, las nubes se mecían empujadas por la brisa cambiando sus formas a placer y algún que otro avión dorado, reflejando el color de un sol cada vez más apagado, atravesaba el escenario dejando su inconfundible estela de queroseno arañando el cielo multicolor. Para que digan que los hombres solo podemos hacer una cosa cada vez….

Una de esas canciones resumía perfectamente mi sentimiento así que os la dejo por aquí. A ver si vosotros, al escucharla, también os sentís en la cima del mundo, como estaba yo en la terraza de mi ático.

«If you love somebody
Better tell them why they’re here
Because they just may run away from you

You’ll never know what went well
Then again it just depends on
How long of time is left for you

I’ve had the highest mountains
I’ve had the deepest rivers
You can have it all but not till you move it
Now take it in but don’t look down

Because I’m on top of the world, hey
I’m on top of the world, hey
Waiting on this for a while now
Paying my dues to the dirt
I’ve been waiting to smile
Been holding it in for a while
Take it with me if I can
I’ve been dreaming of this since a child
I’m on top of the world

I’ve tried to cut these corners
Try to take the easy way out
I kept on falling short of something

I could’ve gave up then but
Then again I couldn’t have because
I’ve traveled all this way for something
Now take it in but don’t look down

Because I’m on top of the world, hey
I’m on top of the world, hey
Waiting on this for a while now
Paying my dues to the dirt
I’ve been waiting to smile
Been holding it in for a while
Take it with me if I can
I’ve been dreaming of this since a child
I’m on top of the world

Because I’m on top of the world, hey
I’m on top of the world, hey
Waiting on this for a while now
Paying my dues to the dirt
I’ve been waiting to smile
Been holding it in for a while
Take it with me if I can
I’ve been dreaming of this since a child

And I know it’s hard when you’re falling down
And it’s a long way up when you hit the ground
Get up now, get up, get up now

And I know it’s hard when you’re falling down
And it’s a long way up when you hit the ground
Get up now, get up, get up now

Because I’m on top of the world, hey
I’m on top of the world, hey
Waiting on this for a while now
Paying my dues to the dirt
I’ve been waiting to smile
Been holding it in for a while
Take it with me if I can
Been dreaming of this since a child

And I know it’s hard when you’re falling down
And it’s a long way up when you hit the ground
Get up now, get up, get up now

And I know it’s hard when you’re falling down
And it’s a long way up when you hit the ground
Get up now, get up, get up now

Because I’m on top of the world, hey
I’m on top of the world, hey
Waiting on this for a while now
Paying my dues to the dirt
I’ve been waiting to smile
Been holding it in for a while
Take it with me if I can
I’ve been dreaming of this since a child

I’m on top of the world»

«Si quieres a alguien,
mejor que les digas por qué están aquí,
porque simplemente, podrían salir corriendo de ti.

Nunca sabrás qué es lo que fue bien,
así que de nuevo, solo depende de
cuánto tiempo te queda.

He tenido (estado, recorrido) las montañas más altas,
he tenido los ríos más profundos,
puedes tener todo eso, pero no hasta que muevas (el trasero),
ahora métetelo dentro, pero no mires abajo.

Porque yo estoy en la cima del mundo, hey,
estoy en la cima del mundo, hey.
He estado esperando por esto un buen rato,
he estado pagando mi cuota a la suciedad,
he estado esperando para sonreir,
he estado conteniéndome durante un buen rato,
llevarlo conmigo si puedo,
he estado soñando con esto desde que era un niño,
estoy en la cima del mundo.

He estado intentando cortar estos bordes (esquinas),
intentando pillar la salida fácil,
seguía cayendo, a falta de algo.

Podría haberme dado por vencido entonces, pero
de nuevo no hubiera podido, porque
he viajado todo este camino para algo,
ahora métetelo dentro pero no mires abajo.

Porque estoy en la cima del mundo, hey,
estoy en la cima del mundo, hey.
He estado esperando por esto un buen rato,
he estado pagando mi cuota a la suciedad,
he estado esperando para sonreir,
he estado conteniéndome durante un buen rato,
llevarlo conmigo si puedo,
he estado soñando con esto desde que era un niño,
estoy en la cima del mundo.

Porque yo estoy en la cima del mundo, hey,
estoy en la cima del mundo, hey.
He estado esperando por esto un buen rato,
he estado pagando mi cuota a la suciedad,
he estado esperando para sonreir,
he estado conteniéndome durante un buen rato,
llevarlo conmigo si puedo,
he estado soñando con esto desde que era un niño.

Y sé que es difícil cuando te estás desmoronando,
y es un largo camino hacia arriba cuando tocas el suelo,
ahora, levántate, levántate, ahora, levántate.

Y sé que es difícil cuando te estás desmoronando,
y es un largo camino hacia arriba cuando tocas el suelo,
ahora, levántate, levántate, ahora, levántate.

Porque yo estoy en la cima del mundo, hey,
estoy en la cima del mundo, hey.
He estado esperando por esto un buen rato,
he estado pagando mi cuota a la suciedad,
he estado esperando para sonreir,
he estado conteniéndome durante un buen rato,
llevarlo conmigo si puedo,
he estado soñando con esto desde que era un niño.

Y sé que es difícil cuando te estás desmoronando,
y es un largo camino hacia arriba cuando tocas el suelo,
ahora, levántate, levántate, ahora, levántate.

Y sé que es difícil cuando te estás desmoronando,
y es un largo camino hacia arriba cuando tocas el suelo,
ahora, levántate, levántate, ahora, levántate.

Porque yo estoy en la cima del mundo, hey,
estoy en la cima del mundo, hey.
He estado esperando por esto un buen rato,
he estado pagando mi cuota a la suciedad,
he estado esperando para sonreir,
he estado conteniéndome durante un buen rato,
llevarlo conmigo si puedo,
he estado soñando con esto desde que era un niño.

Estoy en la cima del mundo»

Y tú ¿has tenido algún momento especial en estas vacaciones? ¿alguna canción que te haya hecho sentir cosas bonitas?…. Cuéntamelo y charlamos que comunicarse es vivir.

Hasta pronto,

J