Quince mil a ritmo de tractor

tractorismo

La inspiración es una cachonda.

Tenía ganas de relataros mi última «hazaña» pero no encontraba el momento así que WordPress y mis lectores han hecho sus deberes y un subido en las estadísticas una entrada muy concreta, en la que os contaba como había sido mi primera carrera de diez kilómetros. Aunque hace unos añitos ya de aquello, me resulta muy gracioso comprobar que en lo esencial sigo siendo tan descerebrado, pasional, inocente y loco como entonces.

Ya os conté en la anterior entrada lo que había supuesto mi nuevo equipo de corredores domingueros, así que no os extrañaréis si os cuento que cuando nos propusieron irnos todos juntos a un pueblecito de Madrid a correr quince kilómetros por el campo ni nos lo pensamos. Vale que nuestro entrenador, muy motivado y motivador, nos dijo que en los avituallamientos había jamón, bocadillos de nocilla, chuches y hasta cerveza y que era una carrera no competitiva, con muy buen ambiente y que la gente iba a disfrutar. Eso eran muchos puntos a su favor.

Pues fuimos, claro que fuimos, unos se apuntaron a la carrera de cuatro kilómetros pero yo no, me vine arriba con eso de que la carrera era para disfrutarla y me apunté directamente a los 15. Sin haber corrido nunca tanto, sin haber entrenado apenas, sin gustarme el campo…. Y, lo más importante, sin mirar ni una puñetera reseña de la carrera. Fuimos Fui a ciegas y….

La carrera se llama Tractorismo Race, y de verdad que es divertida, bien organizada, no competitiva y muy chula. Destinada a todos esos corredores duros, lentos y fiables, como buenos tractores. Todo muy rústico, muy de campo, muy de andar por casa y muy amigable. Con muy buena animación para ser una carrera para nada masificada. La única pena es que mi experiencia fuera, digamos que dolorosa. Voy por partes.

La salida y la meta estaban situadas en el polideportivo del pueblo y lamentablemente para mí era el único terreno liso que pisé desde que empecé a correr. Salimos al trote y animados por un terreno falso llano que iba ascendiendo lenta pero constantemente, pero bueno, se llevaba bien. Si no se lleva bien a los poco metros de empezar mal iríamos. A los tres kilómetros y medio aproximadamente nos encontramos con lo que la organización llamaría una cuestecilla, pero que para mí era como una pared de tierra, la subí corriendo como si me fuera la vida en ello, creyendo que aquel escollo sería lo más grande a superar en el día, ¡ay que «pringao» soy!. Debo reconocer que subir aquella primera pendiente me dio un brote de empoderamiento runner que se me pasó rápido, el terreno estaba muy seco, afortunadamente este invierno primaveral no lo había convertido en un barrizal, y se me hacía complicado correr sobre un piso tan poco uniforme, lleno de pequeños peligros acechantes. He descubierto que soy un burgués urbanita para esto del correr, que le voy a hacer.

El resto del camino hasta el kilómetro cinco, donde nos iban a dar un poco de agua (si, por favor) o un poco de caldo (#amosnojodas, con el calor que hace) ya se me empezó a hacer cansino, era todo cuesta arriba, cada vez que giraba el paisaje era para enseñarnos una nueva cuesta, sin vegetación, sin sombrita 😦

Llegé a por mi vasito de agua mas o menos en buenas condiciones aunque me había parado a caminar un ratillo, para aliviar mas a la cabeza que a las piernas o al corazón, bebí, esperé a que llegaran mis compañeras, caminamos un rato para no atragantarnos y seguimos la ascensión. Esta parte, la que nos llevaría al kilómetro diez, y al avituallamiento gocho, se me hizo muy pesada, empezé a notar que los pies se me recalentaban, que me rozaban los calcetines, que me empezaban a salir ampollas, que la tierra que pisaba estaba muy dura, que aquello era un secarral cuesta arriba que no se acababa…. Traté de no mirar hacia el frente porque cada vez que lo hacía veía al resto de corredores que iban por delante un plano más alto de lo que yo estaba. No me podía creer que no fuéramos a bajar nunca de allí.

En ese trozo caminé varias veces, me agobié con el ascenso incesante (que bonita expresión) y me daba la sensación de que todo el mundo iba tan guay mientras a mí se me estaba haciendo un mundo dar la siguiente zancada. En este tramo aproveché una de mis caminatas para tomar aire, quitarme la camiseta de manga larga, cambiarme el dorsal a la de manga corta y seguir tirando, cualquier excusa era buena para no correr. Y llegaron los diez mil, se notaba desde lejos por la música, porque la zona estaba arbolada y porque había una fabulosa congregación de gente.

No nos defraudaron, había jamón, fuet, mejillones, pan, cerveza, gominolas, galletas…. era una festín, no apto para atletas normales pero si para aspirantes a tractor. Nos quedamos allí un buen rato reponiendo, descansando y charlando. Yo me fijé que lo primero que teníamos al continuar el camino era una cuesta abajo y eso me dio muy buen rollo, parecía que habíamos coronado el Everest y que ya podíamos empezar a bajar al campamento base. Unos minutos después, con un vasito de cerveza y un poco de jamón en la barriga y unas chuches en el bolsillo comenzamos el descenso.

Enseguida me di cuenta que bajar trotando por esos caminos irregulares no iba a ser todo lo bueno que yo creía, sobre todo para las ampollas que ya chillaban en mis pies (¿he dicho ya que soy un burgués urbanita para esto del correr?) así que dos o tres kilómetros de bajada mas tarde tuve que volver a caminar para calmar, esta vez, a mi cabeza que estaba hasta las pelotas de carrera y a mis pies que querían auto-amputarse. Entre correr y caminar llegué a las cercanías del pueblo con ansía viva de que aquello se acabara y con la dulce sensación de que pisaba otra vez terreno semi llano. Se me pasó pronto.

Descubrimos un último avituallamiento con cosas ricas para comer y un poco mas de agua muy cerca de la meta, pero el trazado del terreno marcado por la organización nos reservaba un par de nuevas escaladas. Fue subir una pequeña irregularidad del trazado y encontrarme a unos voluntarios que me indicaban que debía girar a la derecha, lo que me esperaba a continuación era una nueva cuesta arriba que podría haber subido a gatas si la vergüenza me lo hubiera permitido, coroné y saludé a mi entrenador que nos esperaba arriba haciendo fotos, lo de saludar fue mas bien sonreir porque ni me salía la voz, ni tenía nada bonito que decir, solo quería dejarme morir. Y de ahí, una bajada igual de tremenda, una nueva subida en la que estuve a punto de dejarme los dientes y una nueva bajada para llegar al punto de partida.

Anhelé tanto llegar al polideportivo y a la meta que casi me salto el trazado de la carrera y me meto corriendo en un riachuelo, todo por acortar, por acabar, por el The End.

Al final llegué de una pieza, no me tiré al suelo en la meta e hice la croqueta como pedían los organizadores porque no me hubiera podido levantar pero mantuve mi dignidad casi intacta. Sobro todo cuando una niña me dio mi medalla de finalista. La sensación entonces era de un agotamiento total, físico, evidentemente, y mental. Recordé que tenía unas gominolas en el bolsillo y me metí un par de ellas en la boca, el azúcar me ayudó a traerme de nuevo a la realidad. Para que luego digan que es mala 😀

Aprovechamos que ya estábamos al otro lado de la cinta de llegada para comer algo, reponer, hacernos fotos, contar anécdotas, hacernos mas fotos, ver correr a los niños, comer torreznos, hacernos mas fotos, subirnos al podio, hacernos mas fotos…. En la recogida del dorsal nos habían dado un vale para tomarnos una caña y una tapa en uno de los bares del pueblo pero yo tenía cosas que hacer y me tuve que volver a casa antes de aquello. Una pena, irme de cañas y de comilona con mis compañeros corredores me hubiera salvado el domingo.

Ahora, con los pies curados y con la resaca de la carrera superada nada malo tengo que decir de ella, era todo los que nos habían dicho y más. Reconozco, y creo que os ha quedado claro, que sufrí más de lo que quiero aceptar y he vuelto a enfadarme conmigo mismo o concretamente con mi cabeza por no permitirme disfrutar de un evento tan bien montado. Excepto en las dos cuestas finales, nunca tuve la sensación de tener las piernas en mal estado o la respiración afectada, todas mis limitaciones y mi hartazgo me lo proporcionaban mi vaga cabecita. Pero al final, terminé la carrera, recorrí los quince kilómetros y me gané mi medalla. ¿Qué podría haberlo hecho del tirón? Seguro. ¿Qué podría haberlo hecho mejor? Seguro. ¿Qué podría haberme caído rodando en la bajada final? Seguro. ¿Qué podría haberme evitado todo esto quedándome en casa? Esa no era una opción. 🙂

No salieron las cosas como me las había planteado antes de correr, salieron como salieron pero, y me ha costado llegar a esto, lo considero otro éxito para mí. El siguiente reto está por venir, pero os mantendré informados.

Hasta pronto,

J

12 meses, 12 palabras

palabras

Es la primera vez que me propongo hacer un resumen o un balance de lo acontecido en el año anterior, y fíjate a que alturas de año estamos. Ya ha pasado casi mes y medio de la Nochevieja y vengo yo con esto… Pero claro, es mi blog, es mi tiempo, son mis cositas, yo elijo que, como, cuando y con quién.

El caso es que me había planteado una entrada algo «educativa» y no se me ocurre mejor forma de hacerla que hablando de las palabras que he aprendido o que han llegado a mi vida en el ejercicio pasado. Cuando he reflexionado sobre el QUE de esta entrada me ha venido solo así que esta va a ser mi forma de contar sin contar, o de contar contando o de analizar lo que ha dado de sí el año pasado en lo que a aprendizaje se refiere. Porque todo en la vida se reduce a eso, ¿verdad? a aprender por el camino, a construirnos en «evaluación continua», en avanzar.

Si pensáis que esta entrada va a ser estructurada y definida os equivocáis. El aprendizaje ha llegado aleatorio y así va a ser como os lo muestre, todo parecido con lo pensado, medido y analizado será pura coincidencia…. Empezamos!

«HATEO»

Empiezo con esta palabra/expresión porque ya la utilicé en el anterior post y ha servido un poco de enlace…  es una deformación del término inglés HATE (ODIO) y no es ni más ni menos que lo es podéis imaginar. Este término está muy vinculado al uso de las Redes Sociales y consiste simplemente en odiar. Las Redes nos permiten un anonimato, una indolencia y una democracia totales a la hora de verter nuestras opiniones y la tendencia, en lugar de ser positiva, es de odio y de exacerbación. Por una persona que alaba hay miles que cargan negativamente contra todo con tal de defender lo suyo. El odio se ha convertido en el día a día de los comentarios que leemos. Una forma muy mezquina e infantil de defender lo propio. ¿Acaso no es ridículo imponer las bondades de lo nuestro solo denostando lo de los demás? ¿Aporta algún valor? Pues no. Yo lo se, vosotros lo sabéis y los «HATERS» (Odiadores) deberían saberlo. O no.

La parte absurdamente positiva de esto es que ahora se mide el éxito por el número de «haters» que acumulas. ¿Es mejor tener «haters» que «followers»? ¿Hay algún experto en la sala?

RAMEN

La comida asiática nunca ha sido mi favorita. Yo disfruto de mi basiquismo de hamburguesas, pizzas, pastas, ensaladas, bocadillos y tapas y ahí encuentro todo lo que necesito, satisfacción culinaria real. Pero como tampoco me niego a nada, cuando se propuso ir a cenar RAMEN a un restaurante japonés tradicional ni me lo pensé, allá que fui con la mente abierta y un poco de asquete, no lo voy a negar. No me gusta comer cosas líquidas fuera de mi casa, sopas, cremas, gazpachos…. y el RAMEN es eso, una sopa japonesa hecha con un sabroso y aromático caldo , fideos chinos (si, la receta original es china) y un montón de ingredientes añadidos a modo de topping. Lo podemos encontrar picante, dulce e incluso seco.  ¿Qué podemos encontrar en nuestra sopa (que se come con palillos) además del caldo y de los fideos? Pues un montón de cosas, porque el RAMEN puede ser de carne, de pescado o vegetariano. ¿Lo más «típico»? Pues chashu, que es carne de cerdo asada en filetes, panceta, moluscos, langostinos, un pastel de pescado blanco y rosa cocinado en espiral y loncheado que se llama naruto, algashuevo duro… y para aderezarlo, salsa de soja, semillas de sésamo, pimienta, curry, especias togarashi…

Como no esperaba nada, el resultado fue satisfactorio, cené en muy buena compañía, con un babero super molón y hasta repetí en otra ocasión. Moraleja, no te cierres, experimenta, vive.

FEMINISMO

No es que descubriera esta palabra el año pasado, ya sabía que existía, pero no estaba completamente seguro de su significado. Erróneamente interpreté que era opuesta al machismo y yo mismo, en mi propio inconsciente, le otorgaba connotaciones negativas. Para salir de dudas, os dejo la definición oficial de la Real Academia Española:

Del fr. féminisme, y este del lat. femĭna ‘mujer’ y el fr. -isme ‘-ismo’.

1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.

2. m. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.

Así que, en resumen, donde el machismo es la actitud prepotente y de prevalencia del hombre sobre la mujer, el feminismo supone la lucha por la igualdad de derechos entre ambos sexos.

Siendo marido y padre de dos niñas, no puedo no ser feminista si lo que quiero es que mis chicas tengan las mismas oportunidades, derechos y obligaciones que los varones. Hay otros términos para lo que yo tenía en mente, pero el correcto es HEMBRISMO. Machismo y hembrismo son antónimos, machismo y feminismo no lo son.

Que se nos meta en la cabeza, como un mantra.

SORORIDAD

Al hilo de lo anterior… este año pasado ha sido muy importante en la lucha por el empoderamiento de las mujeres, plataformas como #metoo, #noesno #niunamenos o #yotecreo han dado la vuelta al mundo. El ocho de marzo fue un día muy importante en la lucha por la igualdad y por el rechazo de las actitudes machistas, del abuso, del acoso, de las agresiones sexuales. Las mujeres del mundo entero se lanzaron a la calle, se manifestaron en el Dia Internacional de la Mujer y dijeron BASTA, lo que supuso un punto de inflexión muy potente. A raíz de aquel día se empezó a utilizar este término, SORORIDAD, que supone la empatía entre las mujeres, sobre todo, en casos de violencia machista y empoderamiento.

Una pena que esta SORORIDAD solo se expanda en estos campos, desgraciadamente, en otros, las mujeres siguen siendo las peores enemigas de las mujeres. ¿Es posible que muchas mujeres tengan actitudes machistas en contra de sus compañeras? Pues si lo analizamos fríamente, si. ¿esto tiene que cambiar? Claro que sí.

CALISTENIA

Es mi palabra favorita de este año pasado. Me gusta por su sonoridad, por su mezcla, por su extensión y por su significado. La CALISTENIA busca la gracia y la belleza a través del ejercicio y es un sistema deportivo en el que se utiliza el propio peso corporal para trabajar todos los grupos musculares. No es necesario acudir a un gimnasio para su práctica sino que se puede desarrollar en casa o en el exterior, el mundo que nos rodea se puede convertir en nuestro patio de recreo y podemos aprovechar sus condiciones especiales para, a través de esta rutina de entrenamiento, sacar la mejor versión de nosotros mismos. Con esta palabra me pasó algo curioso, la primera vez que la vi escrita iba acompañada de una imagen muy sugerente, de extrema belleza aunque ciertamente confusa desde mi miope punto de vista. Quizá me guste tanto porque me entró por los ojos, por eso de que «una imagen vale más que mil palabras».

O quizá me guste porque suena a tragedia griega y yo soy muy de teatro, no se….

INSTAGRAM

Hablando de imágenes…. 2018 supuso mi incursión en esta Red Social. Yo ya tenía Facebook y Twitter y no quería mas historias pero la casualidad y otros razonamientos mucho más prácticos y que no puedo comentar aquí me llevaron al mundo de las imágenes, los «hastag» y el postureo máximo. Y yo tan contento. Me parece, con diferencia, la Red Social más entretenida. Podría pasarme la vida ahí dentro cotilleando viendo la vida virtual de los demás, pero ojo, que puede ser adictivo. El poder de las imágenes es muy potente y de ahí su éxito.

Me entretengo mucho con las publicaciones y los comentarios y de vez en cuando me dan ataques de vergüenza ajena, pero bueno eso es cosa mía, «no eres tu, soy yo».

JAB, CROSS, UPPER, HOOK, BACK KICK…

Si, ya se esto no es una sola palabra, son varias, pero son los términos de mi nueva adicción, el FITBOXING. Una disciplina que he descubierto hace meses y de la que me he hecho fiel. Mezcla de Fitness y Boxeo es un entrenamiento multifuncional donde se trabajan todos los grupos musculares con alta intensidad. Las palabras que he puesto en el título son el nombre de los golpes que practicamos y que coreografiamos semana a semana, hay alguno mas pero no quería aburriros. El año pasado fue un año de descubrimientos y esta ha sido muy interesante. Nunca me habían llamado los deportes de contacto (ni los deportes en general) y ahora ya me ves, me vendo las manos, me pongo unos guantes de boxeo chulísimos y a desestresarme varias noches entre semana golpeando el saco.

Y algún viernes, unas cervezas…. ¿No os he dicho ya que deberíais probarlo?

«SHIPPEO»

Otro término anglosajón (shipping) adaptado al catetismo nacional. Este tiene su encanto y viene a emparejar personas reales o ficticias. Es una expresión con mucho recorrido en las Redes Sociales en las que los nombres de «SHIPPEO» de una pareja real, imaginaria y siempre anhelada se convierten en tendencia. Este «SHIPPEO» viene del mundo de los comics, los lectores de la época de los 70, aproximadamente, hacían cábalas sobre las posibles relaciones de sus personajes favoritos. Muchos han sido los que han creído/querido ver una relación amorosa entre Batman y Robin, por poner un ejemplo.

El «SHIPPEO» se ha extendido desde entonces y ha invadido el mundo de las series de televisión, el cine y la literatura. Mulder y Scully de Expediente X, Capitán Kirk y Spok de Star Trek o Harry Potter y Hermione son algunos de los casos más relevantes. Hoy en día, el «shippeo» está más centrado en personajes reales de televisión, como los concursantes de Operación Triunfo… Alfred y Amaia (Almaia), Aitana y Cepeda (Aiteda), Alba y Natalia (Albalia) o Miki y Natalia (Mikalia).

Eso de ver el amor en los demás siempre ha dado mucho de sí, ¿no os parece encantador?

SUPERALIMENTOS

Yo siempre he sido muy de super-héroes así que todo lo que lleve el prefijo SUPER me llama poderosamente la atención. De un tiempo a esta parte la dietética y la nutrición nos están bombardeando con una serie de términos como este que nos ocupa. Los SUPERALIMENTOS son los que tienen mayor densidad de nutrientes y se han venido utilizando por los pueblos indígenas de todas las partes del mundo para sanar y fortalecer cuerpo y mente. La recomendación es añadirlos a la dieta diaria para luchar contra el entorno tóxico en el que vivimos. Y digo yo, si estos SUPERALIMENTOS son la panacea, ¿por qué no los venimos consumiendo desde siempre? ¿por qué nos han dejado crecer y multiplicarnos a base de verduras transgénicas, bollería industrial, carnes hidrogenadas, pescados con mercurio, y aceite de palma? ¿es posible que esta regresión a lo ancestral vaya a revolucionar nuestras vidas? Económicamente hablando seguro que sí, porque, como todo lo SUPER, los SUPERALIMENTOS son caros. Pero ¿no vamos a invertir en salud? Familiarízate con estos nombres: kale, miso, kéfir, tempeh, verduras crucíferas, brotes, agua de coco, chlorella, spirulina, maça, chia, bayas açai, bayas maqui, jenjibre….

Como diría mi abuela, ¡déjate de tontás y cómete una buenas patatas con carne!

SALICORNIA

Es otra palabra, que por su sonoridad, se ha convertido en una de mis favoritas. Es una planta pequeña y carnosa que proporciona un fuerte sabor salado. Hoy en día que la sal común se ha convertido en uno de los alimentos más denostados por su implicación en los fallos cardíacos, productos como la SALICORNIA funcionarán como fieles sustitutos. En España no está muy extendida, de uso restringido a la alta cocina, pero en países como Francia o Inglaterra está mas asimilada. Su sabor característico se debe a que es una planta que crece en agua salada o en zonas de influencia como las salinas y su nombre, a que sus hojas forman pequeños cuernecitos salados. Ahí no se han comido mucho el coco, pero oye, que me a mí como nombre me parece lo más.

Piénsalo, si fueras una planta llamada acelga ¿no te encantaría llamarte así?

PURA VIDA

O como se puede transmitir la pasión por lo que uno ama. PURA VIDA es una expresión de origen costarricense que equivale a «muy bien» pero que tiene muchas otras connotaciones, como optimismo, bienestar, abundancia, buen vivir, felicidad…. Y también es el nombre de mi nuevo club de running. De ahí lo que decía de la pasión. Porque la pasión se pega, se transmite y Jose y Laura son expertos en eso, son seres apasionados por la actividad que forma parte de su estilo de vida y saben como exportarlo. PURA VIDA ha sido una salida y también ha sido para mis hermanos runners y para mí, todo un descubrimiento. Por eso esta expresión, que no palabra, está en esta lista.

ROSALIA

Y para terminar, un nombre propio. ROSALIA se ha convertido en la artista más destacada del panorama español, con gran poderío, enorme presencia y una proyección internacional sin igual. Esta joven cantante irrumpió el año pasado con el avance de su segundo disco, EL MAL QUERER y nos ha enamorado. A mi me ha enamorado. ROSALIA no es solo un nombre, es una artista completa, con una idea muy compleja y completa de lo que es el arte, de lo que es transmitir, de los que es cantar y de lo que es un buen show en directo. Se está codeando con lo mejor de la industria y está llegando a todos los rincones del globo, el cine y la moda ya la reclaman y ROSALIA triunfa con una propuesta musical basada en lo más auténtico de la tradición española pero fusionando sonidos, imágenes y calidades reconocibles en los tiempos que corren. Si aún no sabes quién es, es que no estás en el mundo, pero no te preocupes, yo te ayudo….

Malamente, tra, tra!

Y con este soniquete, acabo con mi particular resumen. Cuéntame en los comentarios que piensas de mis palabras o dime las tuyas… o lo que quieras.

Hasta pronto,

J

Y a mis enemigos también

«Señor; líbrame de mis amigos, que de mis enemigos yo me cuidaré». (Enrique IV)

horda-furiosa

El entrenamiento de hoy, la parte final más bien porque hoy ha sido largo e intenso, consistía en series cuesta arriba. Series potentes y rápidas. Nuestro entrenador nos ha dado la opción de elegir si haríamos cuatro o cinco, cada uno dependiendo de las que pudiera hacer con calidad, cada cual a su ritmo, ya tu sabes.

Indudablemente yo lo he dicho a mi cabeza que íbamos a hacer cuatro, eran suficientes, además hoy no era un buen día, con los mocos en la garganta no podía respirar bien y me costaba un triunfo recuperar así que…. Al final he hecho las cinco, la última era de regalo, para mí y para mi cabeza. Es la forma que tenemos de «mentirnos» para no sufrir en exceso. Mi mente es vaga y hay que quererla así, con lo que yo le doy lo que quiere, el mínimo esfuerzo hasta que está convencida y ahí entra mi cuerpo, que dice, pero si podemos mas, vamos a por otra.

Yo ya sabía que iban a caer las cinco, y ella también, aunque los dos nos hacíamos los suecos, por aquello del «fartlek» (broma privada entre runners).

¿Qué que tiene que ver esta enésima batallita con el título del post de hoy? -preguntan por aquí-. Pues todo. Porque a veces siempre mi cabeza es mi peor enemigo, es la que procrastina y la que intenta boicotear todo tipo de esfuerzo. Así que ya me dirás si se merece esta entree.

Pero realmente yo venía aquí a hablar de otro tipo de enemigos, de esos que nos creamos en la Redes Sociales por el simple hecho de existir. Esos enemigos inútiles que solo sirven para que la gente que esconde su YO real tras una cuenta de Twitter despotriquen criticando, chinchando y lapidando verbalmente al que piensa distinto, al enemigo. Este ejercicio de «hateo» (del ingles, of course, HATE=ODIO) me produce tal repugnancia que hace que se me revuelva el estómago.

Parecía que este asalto a los medios, a la información en general, tan «democrático» iba a ser positivo, yo lo creía seriamente. Qué las voces empoderadas y sesgadas iban a dejar que la inteligencia global se colara entre sus dedos. Era un mundo presuntamente utópico, donde todos teníamos acceso a la información, a dar y a recibir, a diversificar, a nutrirnos de opiniones distintas, complementarias, válidas….

Y lo que nos hemos encontrado es esto, hasta Melendi lo dice en una canción: -«Para poder desahogarnos, hemos inventado Twitter»- El microblogging se ha quedado reducido a un compartimento estanco y pequeño donde el humor, el buen gusto, la poesía, los pensamientos y los gatitos son la anécdota, el resto en un puñetero campo de batalla de energúmenas y energúmenos (aquí si que quiero utilizar el lenguaje inclusivo) que vomitan odio, soberbia, ira y seguro que hasta gula.

Ya nadie se plantea conversar sin agredir, discutir encontrando puntos en común, charlar acaloradamente con respeto… ya todo eso quedó atrás, en la prehistoria del Spectrum. Lo de ahora se basa en defender lo nuestro o a los nuestros (pero no a los de verdad, que ahí le encontraría un sentido…. «por mi hija, M.A.T.O!») sino a esos nuevos ídolos o a esas ideas unidireccionales que tanto creemos que nos dignifican. Hemos vuelto, sin quererlo, al UHF, a la época de los dos rombos y al blanco y negro. Se ha perdido la gama de grises, se ha perdido el color. Muchos creen que se han ganado libertades pero.. #estamoslocos? Esas libertades las estamos tirando por la borda de nuestro yate como si de lastre se tratara.

Lo que pasa a día de hoy es que tratamos de defender lo nuestro atacando lo contrario, pero atacando a dolor, tirando a dar, y no nos damos cuenta de que esa forma altera conceptualmente todo el fondo. Decir de algo que es LO MEJOR porque lo demás es UNA MIERDA no le añade ningún valor a lo nuestro, es más, le dotamos de una mediocridad abrumadora. No es de extrañar que lo mediocre llegue lejos y que el talento se quede sumido, una vez más, en el pozo de la incomprensión.

La libertad de expresión es maravillosa, eso nadie lo va a poner en duda. Yo lo que pongo en duda es la falta de visión y de autocrítica de algunos «opinadores», esos pobres que se creen libres o a los que se les ha hecho creer que son válidos cuando lo que hay detrás de todo es un magnífico guiñol lleno de cuerdas y marionetas. Tu di esto, yo escribo esto, tu acusa aquí y ya verás como la turba nos sigue. Con un panorama así no es de extrañar el triunfo de los extremos.

Fuera del anonimato de las Redes Sociales el «hateo» está muy extendido desde siempre en el mundo del deporte, principalmente deporte mayoritario. Ese sector lleno de valores que llegan a lo más profundo y que sacan lo mejor y lo peor de los acólitos. Risas, lágrimas y cánticos por unos colores prestados y muy vívidos rozan la parodia y la sensación de «asco-pena» con cada comportamiento primario, con cada abuso, con cada agresión…

Pero no todo está perdido, a veces la aficiones dan lecciones (bonito pareado) y se comportan como gente normal y civilizada… o mucho más que eso. Hace unas semanas leí una noticia que me impactó, porque se desarrollaba en una partido de hockey hielo canadiense, donde se juega duro, muuuuuy duro en la pista y en la grada. Y es que los seguidores del Calgari Hitmen acudieron al encuentro de su equipo con un cargamento muy especial. Tras el primer gol del equipo local, la grada hizo llegar a la pista un aluvión de osos de peluche, las imágenes hablan por si solas:

Mas de 25 mil osos de peluche arrojados al hielo para repartir entre Ong,s de la zona. Una tradición aneja al hockey desde hace casi veinte años, tanto en Canadá como en EEUU y que hasta cierto punto da sentido a esa posibilidad de cambio, a esa luz al otro lado de un túnel que a veces se nos antoja demasiado oscuro. O quizá es que estas cosas pasan cerca de la Navidad y nos pillan en un momento «pico» en lo que emociones positivas se refiere.

Otro apunte, uno más sincero y tierno si cabe y a la postre, la frase que me inspiró para escribir este post que estás terminando de disfrutar 🙂

En el programa de radio que escucho por las mañanas, uno de los reporteros visita un colegio y le hace preguntas adultas a los niños más pequeños. La pregunta de ese día era:

-¿Si pudieras, a quién invitarías a tu cumpleaños?»

Un niño contestó: -A todos mis amigos, y a mis enemigos-

El reportero preguntó: -A tus enemigos, por que les invitarías e ellos?

Respuesta: -Porque si no, nunca podrán ser mis amigos.

No hay mas preguntas, señoría.

Hasta pronto,

J

Caliente, caliente

Como aquello que cantaba hace milenios Raffaella Carrá, pero sin sus Eeeooo, Oooaaa.

caliente_caliente

Hemos pasado un verano caliente y ahora, que aún estamos en agosto pero tenemos un clima algo otoñal, vuelvo a sentarme enfrente de mi pantalla favorita, para hacer una de mis cosas preferidas. Este tiempo alejado de mi blog, de mi espacio, de mi sitio, ha sido como una especie de penitencia. Cuando encontraba de lo que hablar no tenía tiempo o conexión, y cuando lo tenía, la pereza y la procastrinación me hacían anular el impulso.

Hoy no es un día distinto, no ha pasado nada novedoso ni nada especial, pero se han alineado los planetas que rotan y se trasladan dentro de mi cabeza y, aprovechando que el ordenador estaba sobre mis rodillas, he caído sin remedio en el editor de textos de WordPress.

Y ya sabéis lo que eso significa, que mi verborrea (¿o sería mi «teclorrea»?) se desata, mis sinapsis neuronales empiezan a echar chispas y los temas empiezan a cuadrar y a situarse. Todo muy concienzudo y muy organizado ¿no lo parece? 😀

Pues como os decía, caliente, caliente ha sido el verano, y debe ser cosa de la edad que este año me ha afectado sobre manera. Y eso que estaba más delgado que de costumbre, que llevaba unos hábitos más saludables y deportivos y todo eso, y bla, bla, bla… pero yo, que siempre he sido más de chorrear sudor que de pelarme de frío he vivido en mis propias carnes la agonía del «caloret».

La faceta deportiva ha sido la peor parada. A finales de junio corría la que iba a ser mi última carrera de la temporada, bien entrenado y con un objetivo firme y alcanzable en la mira. Quería ganarme las vacaciones rebajando mi marca de los 10 kilómetros y estaba listo para ello. Con lo que no contaba, era con los agentes externos.

Aunque tenía que madrugar el domingo para la carrera, tuve que salir a cenar el sábado por la noche, era una celebración del trabajo y además me daban un reconocimiento por mis años de servicio, no me parecía bien faltar. Me porté muy bien, no bebí alcohol, cené moderadamente y me recogí como la Cenicienta, a medianoche, eso si, yo no perdí los zapatos. La cena se desarrolló en una finca al aire libre donde había de todo menos aire libre, estábamos a casi cuarenta grados y todo lo que podíamos comer y beber lo sudábamos de inmediato. Nada de toxinas al llegar a casa.

Me metí en la cama concienciado en la carrera del día siguiente pero me levanté sin muchas ganas, me vestí, me metí en el metro y me fui donde había quedado con mis hermanos runners para calentar. La pereza que sentía era extrema y después de calentar me noté un poco mareado. Pero yo, adelante, me coloqué en la línea de salida esperando que el papelón pasara cuanto antes. En movimiento me encontraba mucho mejor, iba ligero y a buen ritmo pero el calor empezaba a apretar y no hacía más que buscar sombras donde estar más fresco y desear que llegara el avituallamiento del kilómetro 5 para poder beber agua fría o echármela por encima. Llegó y lo hice.

Un kilómetro y medio más tarde todo se torció, el calor me afectaba demasiado, me agobiaba el sol y mi cabeza no respondía bien. En una cuesta abajo bastante pronunciada sentí un vértigo impresionante, como si se tratara de un gran tobogán lleno de gente e interminable. Me paré y continué caminando para no caerme redondo al suelo. El resto de la carrera, los casi cuatro kilómetros finales, los hice corriendo y andando y jodido porque mis objetivos se alejaban, cada vez que me detenía me enfadaba más y más conmigo mismo…. pero mi cuerpo estaba KO. Crucé la meta más por coraje que por convicción y cuando puede me tiré al suelo a descansar. Menos mal que mis hermanos runners estaban allí compartiendo sufrimiento y agua.

Lo que me sucedió fue un golpe de calor y tardé en recuperarme más o menos una semana, con dolores de cabeza, mareos y una sed constantes. Cuando sentí todos esos síntomas y me encontraba tan mal prometí darme un descanso y no hacer locuras a altas temperaturas, desde entonces no he vuelto a correr. Mi descanso se acaba este domingo y ya hay ganas pero mi tiempo en la «reserva» también lo he aprovechado.

Y precisamente hoy, dia en el que hablo de calenturas, me he enterado del nuevo y peligrosísimo reto que circula por las redes. El hot water challenge (el reto del agua caliente) consiste en tirarse por la cabeza un cubo de agua HIRVIENDO. ¿Se puede ser más subnormal? ¿Es que no hay límites para la imbecilidad humana? Esto es demencial, tremendo y demuestra sin lugar a duda que #EstamosLocos de remate y que nos merecemos que nos pasen cosas macabras. Hablo de la humanidad en general, sin particularizar.

De este reto hay varias versiones, para todos los «gustos». Están los que hierven su agua, se ponen delante de la cámara y se la tiran por la cabeza… los que no tienen huevos para hacerlo y esperan inmóviles a que otro les haga el trabajo y lo más peligroso, los que arrojan agua hirviendo a un tercero sin que se lo espere. A estos, les metía yo dos «guantás» que iban a estar con un golpe de calor como el mío tres decenios. Por graciosos.

¿Y que es lo peor de todo esto? No es que un adulto se fría y se genere quemaduras y cicatrices de por vida por hacer el salvaje, es su puñetera culpa. Lo malo es que estos retos los ven niños, los imitan, los improvisan y las consecuencias son terribles. Hay fotos y vídeos de niños achicharrados e incluso hay fallecidos. De hecho, una de estas historias para no dormir la protagonizan un niño y una niña que se retaron a beber agua hirviendo, la niña se desolló la garganta, le tuvieron que hacer una traqueotomia y después de varios meses en el hospital ha fallecido a consecuencia del jueguecito. Poca broma con esto.

Quizá estas cosas que nos están pasando son las  nuevas pandemias del mundo rico, las consecuencias de la globalización, de la conectividad y de, por qué no, de la gilipollez máxima del ser humano.

Me noto un poco encendido así que voy a dejarlo aquí, no quiero que la calentura acabe como la otra vez, con mareos y dolor de cabeza. Si te apetece, pon un comentario y charlemos sobre lo caliente que estamos 😉

Hasta pronto,

J

¿Ya estamos aquí?

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Acabo de pestañear y ya ha pasado más de un mes desde mi último post. ¡¡¡Se nos va el año, señoras y señores, se nos va!!!

Avisados quedáis. Esto tiene mucho que ver con el trabajo, no lo voy a negar. Y es que la gente que trabajamos en departamento financieros somos como porteras, nos tiramos todo el tiempo abriendo y cerrando. Abriendo balance, cerrando informes, abriendo la contabilidad y cerrando años. Esta cadencia es muy cansina y muy agónica, no terminamos de cerrar un mes cuando tenemos que iniciar nuevos procesos para el mes siguiente, disfrutar de un par de días en zona «valle» y de nuevo preparar provisiones y un nuevo cierre. Así no hay quien viva, así no hay quién disfrute, así no hay quien se de cuenta del paso de los días / semanas / meses.

A veces la vida va tan rápido que es como si estuviera en el centro de un videoclip caminando a cámara lenta mientras todo a mi alrededor se mueve a hiper-velocidad. Cuando tomo conciencia y me adapto al ritmo, ya es tarde y ha pasado demasiado tiempo. Claro que eso que os cuento es un poco más del victimismo ese que tanto me gusta… ¡ya tu sabes!

Porque si soy sincero si que he hecho cosas en este tiempo. Escribir aquí no, pero otras cosas si. ¿Una muestra?

Pues principalmente me he peleado hasta la saciedad con un CMS de Joomla para sacar adelante unas publicaciones en la WEB del club de sincronizada de mis hijas. Este año he entrado a formar parte de la junta directiva de la agrupación deportiva y una de mis tareas es esa, el mantenimiento de la web y hacer un poco de director de comunicaciones. El trabajo es arduo porque nunca había usado esa plataforma, que es muy poco ágil. La parte buena es que he aprendido un montón vía Youtube, of course. Ahora ya tengo un blog propio en la web, publico artículos, enlazo noticias y tengo hasta mi propia newsletter. Soy el rey del mundo!!!

También he seguido escribiendo para otros. Me han propuesto un par de colaboraciones en blogs amigos y no me he podido ni me he querido negar. Ambas propuestas me parecieron muy buenas así que aporté mi granito de arena. La primera me vino de Carolina Lacruz y su blog, Las cuatro piedras angulares. La segunda me la ha hecho llegar Marysol Martyn para su web homóloga. En los enlaces puedes echar un vistazo a sus espacios.

libro_1354591232Además he sacado algo de tiempo para leer, me terminé EL PODER DEL PERRO, de Don Winslow. Libro que recomiendo leer encarecidamente para compartir toda la desolación, los sinsabores y el asqueamiento que me ha dejado como poso. El libro es genial, los personajes están muy bien construidos y desarrollados. La trama es brutalmente real y el resultado es muy bueno… y muy malo. Me siento tocado.

desordenUna vez terminado tuve que dejar pasar una semana antes de empezar a leer de nuevo. Tenía que digerir y sintetizar lo que había leído en el libro de Winslow así que para desengrasar me decanté por un thriller español muy bien escrito, EL DESORDEN QUE DEJAS, de Carlos Montero. Increíble la historia escrita por un señor con una protagonista femenina que habla en primera persona y que expresa a las mil maravillas sentimientos tan íntimos, tan de mujer. Un buen libro, sin duda, de esos que disfrutas y que cuando lo acabas, puedes seguir perfectamente con tu vida.

En este tiempo, entre libros y escritos he seguido corriendo. Me he encontrado absorto en una rutina deportiva que ya casi no me da pereza. Ahora aúno la clase grupal de los domingos con un par de salidas adicionales entre semana con un entrenamiento guiado y dirigido. Me he propuesto metas en este aspecto y mas me vale hacer caso a mi entrenadora, que si no… El caso es que el día que toca sesión me enfundo las mallas y me tiro a la calle como si no hubiera un mañana. Con mi música y mis gadgets de runner, que luego dicen que «el hábito no hace al monje….» Paparruchas.

Y hablando de música. Varias son las canciones que he descubierto en este tiempo y que ya he incorporado a mis listas de éxitos particulares.

Me ha encantado el mensaje de la nueva canción de Robbie Williams, LOVE MY LIFE, porque me identifico mucho con eso que dice, yo también he aprendido a querer mi vida y a quererme y a valorarme a mí mismo.

«I love my life
I am powerful
I am beautiful
I am free
I love my life
I am wonderful
I am magical
I am me
I love my life»

La nueva canción de Fangoria también me parece estupenda, será por la alegría que transmite, que me sube mucho el ánimo. Es ESPECTACULAR.

«Escaparé
Escaparé como Dorita rumbo a Oz
Descubriré
Descubriré que el mago es solo una ilusión
Escogeré
Escogeré entre las tinieblas y la luz
Y lloraré con un presente donde tú
Tú eres ficción«

¿Y qué decir de PARÍS, lo último de Dani Martín? ¿donde quedó el macarra que lideraba al Canto del Loco? ¿De donde ha salido este tipo tan sensible y que canta cosas tan bonitas? Podéis llamadme moñas, pero ese estribillo…

«Y queremos siempre rosas
Y Venecia, Verona y París
Y la vida es otra cosa
La verdad, la mentira y un si
Y tenemos mariposas
Y gusanos sin seda y al fin
Hay serpientes venenosas
Y un disfraz que se rompe al vivir.»

Si me dejo fuera de la lista ROCKABYE, de Clean Bandit, mis hijas, sobre todo la mayor, me mata. Le apasiona y eso que no sabe de que va. Aún tiene que crecer para entender el tinte feminista que impregna este tema. Una madre soltera, un hijo pequeño y su lucha por salir adelante… ¿y que más da si se gana la vida bailando en una barra y vete tú a saber qué mas?

«Now she gotta a six year old
Trying to keep him warm
Trying to keep out the cold
When he looks her in the eyes
He don’t know he’s safe
When she says «uh, love, no one’s ever gonna hurt you,
Love, I’m gonna give you all of my love
Nobody matters like you»

Y hay más canciones y más artistas y más libros, pero no quiero aburriros. Ni contaros todo de golpe, no vaya a ser que os canséis de mi por agotamiento.

En estos días también ha habido mucha charla, muchos paseos, planes de futuro, discusiones, negociaciones, campeonatos, sorpresas y rutina, pero sobre todo, tengo una especie de paz que no se bien como definir. Así que no lo voy a intentar. Me siento zen y no creo haber hecho nada para estar así. Lo aprovecharé mientras dure.

Estoy agotado, ahora es vuestro turno, podéis dejar en comentarios todas las recomendaciones, críticas y anécdotas que queráis. Charlemos un rato.

Hasta pronto,

J

Una Nochevieja diferente

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Desde que empecé con esto del running, cada vez que me hablaban de la San Silvestre, la última carrera del año, la del 31 de todos los diciembres, a mí me daba una pereza terrible. Normalmente siempre trabajo ese día y planificar una carrera de diez kilómetros cuando te has levantado a las 7 de la mañana para trabajar y sabes que la noche va a ser larga no era algo que valorase. Siempre he aprovechado para echarme la siesta y tener buen cutis y buenas energías para las uvas y lo que viene antes y después.

Pero este año ha sido distinto porque el 31 ha caído en sábado y no había que trabajar. Y además, como volví con mi grupo de running de los domingos, el efecto simpatía surtió efecto y uno a uno nos fuimos apuntando y pagando religiosamente nuestros derechos de carrera. Que os voy a decir que no sepáis ya, que me vine arriba.

La inscripción la hice con tanto tiempo que ha sido algo que tenía ahí en mente pero que siempre veía tan lejano. Pero como sabéis, todo llega, y esta carrera también llegó. Y lo hizo en unas circunstancias un tanto complejas, con casi dos semanas sin entrenar aquejado de un ataque de lumbago que difícilmente me permitía mantener una postura erguida y digna. Poco a poco el dolor se fue aliviando y llegó el día, ayer mismo.

Un día mierdoso, gris y muy, muy, muy frío. Y con los nervios que tenía por la carrera, más mierdoso y más frío me parecía. Llevaba más de un año y medio sin participar en ninguna carrera y esa distancia me daba un poco de vértigo, era como si fuera la primera de la historia. Nada más comer, que casi no pude ni hacerlo por los nervios, me vestí y me senté a esperar la hora en la que había quedado con mis compañeros de fatigas y sudores, un ratito en mallas en casa, deambulando e inventariando cachivaches no fuera a ser que se me olvidara algo imprescindible.

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Llegó la hora

Tras un corto viaje en metro allí estaba yo, en medio de toda la vorágine de corredores populares, unos profesionalmente ataviados y otros ingeniosamente disfrazados, cada uno para vivir su particular San Silvestre y alcanzar sus objetivos, los que fueran. Los míos eran acabar la carrera y disfrutarla, sin agonía de tiempos ni de clasificaciones.

Me encontré con mis hermanos runner, y nos fuimos a situar a nuestra cajón de salida, cada uno el suyo, Ángela al de las mujeres (si, hay un cajón solo para chicas) y Dani, su amigo Álvaro y yo al de los borregos (es el último cajón, el de los corredores que no tienen marca homologada inferior a 60 minutos en esa distancia, y el más populoso).

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Un poco de calentamiento y un poco de movilidad articular después, el pistoletazo de salida. Era la hora de que saliera nuestra oleada así que poco a poco nos fuimos desplazando hacia la línea de salida disfrutando del tremendo ambiente, de los gritos, de los aplausos, de la música en directo. Toda una fiesta. 3,2,1….

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A correr!!!!

Empezamos a correr entre una marabunta de gente que impedía que se notara el terrorífico frío que hacía y eso era de agradecer. Ya no sentía nervios, ya no sentía frío, ya no sentía nada que me atenazara, solo emoción así que era la hora de empezar a disfrutar. Una cuesta arriba, bien. Un giro a la derecha para coger la calle Serrano con tremendo efecto embudo y obligados a bajar el ritmo y de ahí, situados en constante descenso hasta ver el kilómetro 1. Plaza, giro a la izquierda, bajada vertiginosa, nueva subida…. kilómetro 2 y al fondo, la Puerta de Alcalá iluminada y donde se empezaban a agolpar numerosos espectadores preparados para pasar frío y calentarnos con sus ánimos.

Nuevo giro a la derecha para bajar a Cibeles y pasar el kilómetro 4 (perdí el tercero entre la gente) y recto, recto, recto ir llegando a Atocha donde estaba el arco que indicaba el kilómetro 5, mitad del recorrido. Hasta entonces muy buenas sensaciones de piernas y de respiración pero ya venían molestándome los dedos del pie derecho, muy a gusto corriendo con mis compañeros, siempre pendientes unos de los otros y de los que nos rodeaban. Un repecho antes de enfilar los dos kilómetros de bajada por Avenida Ciudad de Barcelona donde ya si que se notaba el ambiente festivo, un montón de gente en la calle animando y gritando. Y con cervezas en la mano que daba una envidia…

Pasado el kilómetro 7 empezaba lo duro de verdad. En la misma M3o nos esperaban una nueva banda de música tocando en directo y el comienzo de la Avenida de la Albufera, que era una cuesta arriba interminable. Después de sentir dolor en el pie durando los últimos cuatro kilómetros, ahora lo que me fatigaba era esa subida impertinente que frenaba el ritmo y que no parecía que se fuera a acabar nunca. Kilómetro 8 y aún subiendo. Álvaro nos animaba a subir, gritaba constantemente y casi nos llevaba en volandas. Yo en esos momentos de esfuerzo máximo solo me acordaba de los madrugones que se pega mi mujer para ir a trabajar y del curro que se mete luego en casa para tenerlo todo en orden y controlado. Y de mis niñas y sus entrenamientos exigentes, en esas horas y horas de físico, de natación y de técnica. Eso me ayudaba a seguir hacia arriba.

Y de repente, se acabó la cuesta. Giro a la derecha en Sierra del Cadí y ligera cuesta abajo para recuperar un poco el resuello ya de lleno en el barrio de Vallecas volcado con los corredores. Y el kilómetro 9, ya solo quedaban mil metros para terminar. Y fue cuando nos diseminamos, Álvaro avanzaba y se perdía mientras Dani se quedaba a recuperar un poco de aliento y superar el momento de flato mientras me animaba a que yo tirara. Y tiré.

Estaba muy emocionado escuchando tanto alboroto, tanta gente apoyando, tantos gritos de ánimo, ya se escuchaba la meta cerca pero no se veía hasta que al final de la calle, giro a la izquierda y los cien últimos metros cuesta arriba para franquearla. Tiré de las energías que me quedaban y crucé la línea!

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Sudoroso, agotado, congestionado y muy contento. Prueba superada, objetivo alcanzado y cumplido. Había terminado la carrera, la había disfrutado y me sentía bien, ni siquiera se en que momento me dejó de doler el pie pero de esto aprendí una lección. Que se pueden hacer las cosas con esfuerzo y con sufrimiento. Que para conseguir cosas nuevas hay que salir de la zona de confort y arriesgarse y que no se debe tirar la toalla a las primeras de cambio. Hay que luchar para llegar.

Dani y yo nos encontramos unos minutos más tarde en el guardarropa y nos despedimos deseándonos feliz noche, Álvaro se había despedido antes. Ahora quedaba el camino de vuelta a casa, que casi se convierte también en otra odisea, pero eso es otra historia.

El resto de la noche os lo podéis imaginar, cena, copas, uvas, más copas, besos y mucho Whatsapp y mucho Facebook y muchos agradecimientos a mucha gente que se interesó por como había vivido esa carrera.

Y hasta aquí la batallita. Espero que todos hayáis disfrutado de vuestra particular Nochevieja y que no seáis tímid@s y que paséis por aquí a compartirla con la comunidad. Un abrazo para tod@s y muy FELIZ AÑO NUEVO lleno de salud, amor, retos y éxitos.

Hasta pronto,

J

El hada vieja

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Hablando de las viejas glorias que mencionaba en el último post me han venido a la mente varias cosas. Quizá sea porque no he vuelto a coincidir con el anciano que caminaba al borde de la carretera con su mochila y sus bolsas desde que os lo dije o puede que en las fechas que estamos me acuerdo de mi abuela.

Ella si que fue una vieja gloria, todo una carácter indómito y extenuante. Pero haber nacido en 1910, haber pasado una Guerra Civil con un marido muy implicado políticamente y una postguerra llena de hambruna, necesidades y estraperlo marcan la trayectoria de cualquiera, y en especial, la forma de enfrentarse a la vida. Y después de todo aquello, verse postrada e impedida no debe ser fácil para una mujer temperamental acostumbrada a cargarse el peso del mundo sobre sus hombros y dar la explicaciones justas.

Ayer hizo doce años que falleció, y ciento séis que nació, porque como buena y gloriosa señora, no podía morirse otro día que no fuese el de su onomástica. Y para colmo de coincidencias (si es que existen) poco antes de su deceso nos enteramos, vía predictor, que estábamos embarazados de nuestra primera hija. Podéis imaginar que aquel fue un día agridulce y no solo por el notición, sino porque ella ya se merecía descansar. Llevaba varios años entrando y saliendo del hospital, siempre con la cabeza en perfecto estado lo que le hacía sufrir más su pérdida de movilidad… y hacer sufrir.

Pero eso es la vida, dicen, un vivir y un sufrir, un subir y un bajar, un avanzar y un retroceder….

Y avanzando, avanzando también me he acordado del anciano que me dio ánimos el otro día cuando iba corriendo por la mañana, un rodaje de cincuenta minutos a ritmo lento, aburrido y cansino que se debía reflejar en mi cara, porque de todos los corredores que había por la zona, solo yo me gané la sonrisa y el gesto de ánimo de aquel buen hombre. Su gesto me emocionó de tal manera que se me erizó el vello y me recorrió un escalofrío por la espalda y al devolverle la sonrisa y seguir corriendo pensé para mí que este hombre era carne de blog. Y así ha sido. Gracias.

Así que tenemos por un lado un par de abuelos y por otro el running. Pues con esa combinación tengo una anécdota. La del hada vieja que da título a esta entrada. Una historia que se remonta un par de años atrás cuando comenzaba con esto «del correr» y acababa de empezar con el grupo de entrenamiento de los domingos.

Era una mañana desapacible y lluviosa y yo en mi ignorancia deportiva creía que ese día no se entrenaba…. iluso. Claro que se entrenaba, y si tocaba tirarse en el suelo se tiraba uno, faltaría mas. Pues era uno de esos días… y tocaba hacer un circuito de fuerza, trabajar alguna zona del cuerpo durante treinta segundos y reponerse durante otros treinta para empezar de nuevo a castigar nuestro body. Estábamos en una parte un poco aislada del parque de El Retiro donde entrenamos siempre, en una pequeña glorieta que servía de encrucijada de caminos y rodeada por bancos de piedra, salvando las distancias, era un poco estilo Stonehenge, pero en pequeño, lluvioso y bucólico.

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Cambia las moles de piedra por bancos, rodéalo de árboles y lo tienes!

Ahí estábamos trabajando biceps, triceps, cuádriceps, mientras oíamos llover a nuestro alrededor cuando la vi. No se si alguien más fue consciente de ella a aquella distancia pero yo la vi llegar desde lejos aunque parecia que había aparecido de la nada, como si nuestros jadeos y nuestros sudores la hubieran invocado, y se acercaba hacia nosotros.

Cuando estaba lo suficientemente cerca reparamos en ella, en su pelo blanco larguísimo y despeinado, en su atuendo anacrónico, en su silueta esbelta y delgada, en sus pies descalzos a pesar de la lluvia y la temperatura pero sobre todo, en su rostro cuajado de arrugas y en su bella sonrisa.

Pasó entre nosotros, por el medio del círculo de piedra, sonriéndonos a todos pero sin fijar su atención en ninguno de nosotros y se fue, no dijo nada, no hizo nada. Desapareció como había aparecido, como por arte de magia y a mi me reconfortó verla. Podría tener treinta años o tres mil, no lo podría asegurar con certeza pero si que tengo claro que era alguien especial, con un aura brillante que destacaba en el grisáceo día.

Ese día la bauticé como el hada vieja y seguramente no sería un hada de verdad, que a esas siempre las pintan bellas, jóvenes y esplendorosas. Aunque tampoco podría jurar que no lo fuera, ya que lo otro son solo estereotipos. Quizá solo fuera una señora extravagante que salió a pasear sin zapatos, quizá fue un producto de nuestra imaginación provocado por el esfuerzo y por el ácido láctico, o quizá aquella presencia fuera solo un fantasma que habita en el centenario parque. ¿Vosotros que creéis?

Yo tengo claro que la presencia fue real y me gusta recordarla de vez en cuando, como ahora, cuando hablo de ancianos y de sus glorias y me hace gracia pensar que ella también se acordará de aquellos muchachos que hacían el tonto cada uno en un banco de piedra vestidos con colores chillones y extrañas zapatillas de deporte, porque todo tiene una doble versión.

Ahora que os lo he contado, ya no me pertenece a mí la historia del hada así que si algún día os la encontráis por ahí ya sabréis que aspecto tiene, no tendréis más que observadla y devolverle la sonrisa.

Y luego venís aquí y me lo contáis. 😉

Hasta pronto,

J

La (e)lección de la camiseta

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Recientemente hablaba con una compañera de trabajo de lo importante que es tener ropa chula para hacer deporte. El hecho de estrenar algo es como un aliciente para salir a sudar la camiseta con más ganas, una excusa, a veces cara, para tirarte a la calle a correr o acercarte a machacar tu cuerpo en el gimnasio. Se que no era una conversación muy elevada que digamos, pero claro, este blog habla de glamour barato y cotidiano así que no esperaríais que fuésemos a charlar sobre física cuántica, ¿no?

De momento no tengo intención de cambiar el título de mi bitácora a algo parecido a…

«Cuantos protones hay en esto?»

Dicho esto, volvamos por la colorida senda de lo superfluo (que no tonto) y de lo superficial (que no tanto) y pensemos un poco en el fondo de la conversación que os comentaba. Cierto es que a veces necesitamos excusas para castigar a nuestro cuerpo, y sobre todo, para engañar a nuestra mente y una buena forma de hacerlo es con estos pequeños estímulos. La novedad siempre ayuda, por lo menos hasta que somos conscientes de que las prendas coloridas y molonas que portamos no hacen que lleguemos más lejos, ni más rápido, ni nos cansemos menos… pero estamos tan guapos cuando nos miramos al espejo antes de salir, que compensa e incita.

Aunque también hay veces que no lo hace y es que, si queremos darnos estos caprichos que tiren de nosotros hasta el reino del sudor, de la congestión y de las agujetas, debemos recurrir a prendas adecuadas, prendas que nos queden bien y que sirvan para lo que queremos que sirvan… O sea, para enseñar si tenemos algo que lucir o para tapar, si lo que tenemos para lucir está mejor oculto y encerrado bajo cuatro llaves.

Y os digo esto porque yo he caído en la trampa de Narciso y me he estrellado de manera atómica. Quería empezar mi nueva temporada de running estrenando ropa, para animarme, y vi una camiseta en Amazon chulísima y muy rebajada, de color verde fluorescente, con detalles en azul y camuflaje… mejor os dejo la foto…

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Me la pillé, claro, porque me gustaba la camiseta y porque inocente y desquiciadamente pensé que me sentaría igual que al modelo. Qué error amig@s, que error.

Abrí el paquete con ansia, la camiseta era más bonita de lo que parecía en la foto y ya me veía corriendo a velocidad supersónica mientras la gente se daba la vuelta para mirarme mientras pensaban con algo de envidia… «qué mono va este chico siempre!» 

Cuando me la puse y me miré al espejo me dí un tremendo golpe contra la más cruel de las realidades, un golpe dolorosísimo. Lo que vi en el espejo era atroz, como si algún ser diabólico me hubiera hecho un trabajo cruel de body painting. La camiseta era tan fina que parecía que iba desnudo, y así me sentía yo, desnudo y verde, como una versión amorfa y mohosa del Increíble Hulk. No es que la camiseta remarcase todas las zonas, las bonitas y las feas, de mi torso, sino que las realzaba de una forma que debería estar prohibida.

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WTF!!!!!

Ni que decir tiene que no le dí mas oportunidades, me la quité como si quemara, la metí en su bolsa y solicité la devolución express. Quería ese engendro lejos de mi casa, de mi armario, de mis lorzas… Dicen que hay tres cosas que SIEMPRE dicen la verdad, los borrachos, los niños y las mallas…. pues creedme, esa camiseta era un puto niño borracho en mallas.

Aquel episodio fue cruel, pero también muy instructivo.

Tenemos metido en nuestro subconsciente la imagen que queremos proyectar de nosotros mismos, una imagen deseada y casi siempre alejada de la realidad pero encontrarte con ese otro YO de repente y sin anestesia es, cuanto menos, inquietante. Y no porque creamos que somos lo que no somos, no es eso, sino que tendemos a vernos idealizados, distintos, a veces mejorando la realidad, otras veces, empeorándola. Ambas versiones son, llevadas al extremo, patológicas. Así que cuanto más cercanas estén la imagen real de la imagen proyectada mejor para nosotros.

Esto forma parte del proceso de aceptación de nosotros mismos, y si, del proceso de aprender a querernos. Pero no podemos confundir esa aceptación con una liberación excesiva. Las cosas grotescas, como lo de la camiseta, mejor dejarlas para la intimidad. Siempre hay otra elección más acertada con la que podamos sentirnos mejor y donde la imagen que proyectemos sea más dócil. O tal vez seamos del tipo de personas que ya carecen de complejos porque se los han ido quitando uno a uno… si eres de esos y te gusta lucir palmito sea lo que sea lo que te devuelva el espejo, dame un toque, tengo el conjuntito perfecto para tí. Yo no me atreví.

Y ahora una canción que sirva de ilustración a esto que os he contado, un tema que suelo escuchar en mi MP3 y que dice de una forma muy gráfica algo parecido a habla, habla, que no te escucho. Porque a veces es mejor salir corriendo y hacer oídos sordos a los gritos, a los insultos, a las vejaciones y a las camisetas verdes. Que disfrutéis de la canción y de la versión del Mago de Oz que representa el vídeo.

Y ahora, llegó el momento de charlar, no seais tímid@s y contadme algún momento vergonzante como el que os he relatado yo… o simplemente hablemos de lo que os apetezca.

Hasta pronto,

J

Yo no soy el que era… y mi madre lo sabe

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Pues eso mismo.

Y la verdad es que podéis analizar la frase y quedaros con todo el contenido posible y a lo mejor sería mucho mejor que un post entero lleno de información. Pero como soy muy egocéntrico, y me encanta hablar de mí mismo, creo que voy a desarrollar el tema.

De todos es sabido que una madre es un ser superior, una MADRE sabe tus cosas antes que tú, incluso antes de que te sucedan e incluso antes de… vamos, siempre antes. Mi madre, por ejemplo, siempre ha presumido de que cuando estaba embarazada de mí, soñó un par de noches con su retoño y era clavadito al bebé rubio, gordo y adorable que era yo cuando tenía unos meses. ¿Premonición? ¿Brujería? No, cosas de madre.

Ellas te miran a los ojos y saben que te pasa, si estás contento, si estás triste, si has ligado, si has aprobado, si has suspendido e incluso lo que has comido. Ellas son así, saben hasta lo que piensas, aunque tu te creas que no piensas eso… Mi madre decía que yo era racista, no se en que se basaba y yo lo he negado siempre.

-No, mamá, te pongas como te pongas, no soy racista, nunca lo he sido.

-Si que lo eres, a una madre no se le engaña, y yo se que no te hacen gracia esos negritos…

Y ante eso de que a una madre no se le engaña no se puede añadir nada, podrías discutir hasta entrar en bucle pero sabemos que la paciencia de una MADRE es infinita, inextricable e inexpugnable. Y yo, pues seré racista… si ella lo dice. Menos mal que no me ha dicho que soy negro, o gay, o de derechas… o todo junto.

Lo que tengo comprobado es que si algo no llevan bien las MADRES es que las cosas se escapen a su control matriarcal y que sus pequeños lleven una vida ajena a ellas y a su área de influencia. Lo llevan bien cuando te independizas, te casas, te emancipas, te arrejuntas o lo que sea porque ellas saben que forma parte de la evolución y de la vida y te apoyan en tus decisiones, pero también sufren. Y mucho.

Sufren porque no estás bajo su amparo, con todo lo bueno y lo malo que puede ser eso. Y sufren porque te transformas, mutas, ajeno a su control. Cuando una MADRE se da cuenta de que el bebé que ella ha parido, ha criado, ha desarrollado, ha criado y ha puesto las alas para que pueda volar libre empieza a tener una comportamiento distinto, aunque sea solo un ápice, lo pasan mal. No porque pierdan influencia o porque se sientan apartadas, sino porque tienen la sensación de que su hijo ya no es quién ella creía que era.

En el fondo son perfectamente conscientes de que la vida es puro cambio y que las personas crecemos y variamos, porque ellas también han sido hijas y lo han hecho, pero entendedme, es un momento… de ruptura. Y eso duele. Cortar los lazos, duele, cortar el cordón umbilical, duele, sentir el cambio, duele. No frustra, ni es un dolor desgarrador de los que no te dejan vivir, es algo más interno, más de entraña, más de fondo, como un click ahí dentro que indica que ya no hay vuelta atrás.

Yo noto que mi madre, mis padres en general, están muy orgullosos de mí, de la vida que llevo, de como me comporto, de como he crecido como persona, y de las cosas que hago. Mis padres fliparon cuando les dije que había empezado a escribir un blog, porque fue a posteriori, que yo me lanzo a hacer las cosas sin decir ni pío y luego ya me exhibo, y disfrutan hasta el éxtasis cada vez que mi hermana o yo mismo les leemos alguna de las entradas, si son familiares e íntimas mucho mejor. Y la forma en que me miran todo orgullosos de esta nueva faceta, desconocida para ellos y para mi…

Recientemente mi madre me ha dicho que le encantaría verme correr. Si lo del blog le entusiasmó, lo de ser medio runner la tiene totalmente descolocada, yo no he hecho deporte en mi vida y ella lo sabe, como no. Quizá, solo quizá, en el fondo se cree que le estoy tomando el pelo, que eso de las zapatillas de colorines y de las carreras los domingos por la mañana temprano, ¡POR LA MAÑANA TEMPRANO!, es producto de mi imaginación. Y si ella lo dice, será cierto.

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Tú a mi no me engañas….

-Tu no eres runner, hijo. Si has sido un «parao» toda tu vida.

-Que ya no, mamá, que ahora salgo a correr unas tres veces a la semana y….

-A una madre no se le engaña, y yo se que a ti no te hace gracia eso del deporte.

Pero claro, existe esa parte de la que hablaba antes, esa ausencia, esa distancia, esa laguna profunda que nos separa y de la que ella ya no tiene referencia, que le hacen pensar que quizá si que es posible que su hijo, el que dibujaba si parar, hasta casi perder la vista, ahora escribe un blog, que su hijo, el que era una rareza reservada e introvertida, ahora se relaciona con un montón de personas distintas tanto ON como OFF line, que su hijo, el sedentario, ahora corre sin que le persigan.

Ella sabe todo eso. Sabe que he cambiado, que sigo siendo en esencia ese pequeño rubio, gordo y adorable niñito y es consciente de la evolución, a su pesar. Pero también sabe que los cambios han sido para mejor y que no se deben a injerencias extrañas, abducciones o sectarismos, que soy el de siempre pero en versión mejorada. El hijo 2.0, lo que sea que eso signifique (si significa algo).

Y eso que nos sucede es bueno, es genial sorprender y ver en sus ojos ese pequeño atisbo de descoloque mezclado con un montón de sensaciones bonitas. Y para celebrarlo voy a poner una canción que se titula  «Mama Said», la canta el grupo danés Lukas Graham y habla de todas estas cosas de madres, padres e hijos, de crecer, evolucionar y sorprender.

¿Os ha gustado la canción, el post? ¿No os ha gustado nada? No dudéis, comentadlo y charlemos, que no se os quede dentro, vuestra madre lo sabrá y no estará contenta….

Hasta pronto,

J

Tengo una de cosas que contarte…

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Cada vez que hablaba por teléfono con mi amigo Julián, el de la Facultad, uno de los dos solía decir esta frase:

-A ver si nos vemos pronto, que tengo una de cosas que contarte…

Y no es que fuera mentira, pero tampoco era verdad. Como siempre el tiempo pasa y se van sucediendo los hechos o quizá, esos hechos no son ni eso, sino el mas puro e inocente pasar del día a día. Esos periodos en los que estamos vivos, porque lo estamos, y vivimos, porque lo hacemos, pero que no se produce nada novedoso a nuestro alrededor. No hay duda que estábamos al tanto de las cosas importantes, nacimientos, decesos, ventas de casas, aperturas de negocio… pero nuestra «frase» era una especie de excusa para dejar la conversación en el aire de una forma más o menos misteriosa.

Está claro que nuestra fórmula funcionaba y nos hicimos asiduos a dejar las cosas así, como el que no quiere la cosa, flotando en una nebulosa.

En este casi mes y medio que llevo sin publicar también han sucedido algunas cosas que os puedo relatar aunque hay muchas mas de las otras, de las del diario que casi no llegan a ser cosas en sí mismas. Pero está claro que un mes y medio da para mucho o para muy poco. Así que voy a comenzar a despejar las neblinas de mi ausencia y lo voy a hacer por todo lo alto. Los Juegos Olímpicos.

Que ya se han acabado (si fuera creyente añadiría que gracias de Dios) y me han dejado agotaíto perdido. Me he tirado dieciséis días, con sus dieciséis noches dale que te pego, corriendo, saltando, nadando, montando en piragua, levantando peso, tirando con arco y hasta a punto de fracturarme las cuatro extremidades en el caballo con arcos. Creo que me lo he visto todo, el sofá tenía mi forma, de una manera extrañamente envolvente. Era llegar al salón y ese enorme hueco me llamaba, encendía la tele y… Una putada esto de que los juegos hayan sido en Brasil con la diferencia horaria, si hasta me he quedado una día hasta las cuatro de la mañana para ver correr a Usain Bolt y ver ganar una medalla de oro a Ruth Beitia, con la de veces que lo han repetido, casi podía haberme ahorrado el momento y haber normalizado mis horarios, porque levantarse de la cama bastante después de que lo hagan tus hijas es como de mal padre, no?

Al menos, los Juegos me han pillado de vacaciones. Una vacaciones un tanto atípicas, os cuento. Ha sido la primera vez que el planteamiento de vacaciones, que lo tenemos que hacer en la empresa sobre febrero / marzo de cada año, se ha tenido que modificar y todo por culpa de mi mujer. ¿A quién se le ocurre cambiar de trabajo? pues eso. Debido a su cambio de estatus, las vacaciones se acercaban y todo estaba en el aire; la primera opción era la de quedarnos en casa a pasar agosto con la excusa de que como tenemos piscina…. y que en agosto se está guay en Madrid…. y todo lo que se nos pueda ocurrir. El hecho es que mi mujer estaba pendiente de renovar el contrato a primeros de mes y a partir de ahí, encontrar el momento de negociar unos días de permiso. Lo primero fue si cabe más sencillo que lo segundo, la renovación vino de forma inesperada y encantados, lo de fijar unos días libres ha sido más tortuoso.

Yo ya tenía que coger mis días, se acercaba la fecha y no veía el momento de salir corriendo, donde fuera, aunque fuera al sofá de casa, pero ante la posibilidad que le habían transmitido a mi mujer de coger una semana, terminé posponiendolos. Mis vacaciones se convirtieron así en el típico sueño de la puerta al final del pasillo, esa que se aleja de ti cada vez que te acercas. Pero llegaron, bye bye compañeros, au revoir. Me iba un par de semanas pero no coincidiría con mi chica, ella empezaba cuando yo terminaba. Así que, como somos muy imaginativos, hemos decidido tomarnos las vacaciones por separado, una semana cada uno en la playa con las niñas y otra «de Rodríguez» en casa, en modo desintoxicación. Acabo de volver del mar así que ya os imagináis lo que toca ahora. Mi chica y yo hemos hecho nuestra particular carrera de relevos, todo muy Olímpico también.

Esta semana con mis hijas en la playita han dado para mucho, mucho amor y mucha compañía, mucho mar, mucho sol, mucha sinrazón y mucho hacerloquenosdabalagana. Unas vacaciones distintas pero vacaciones al fin y al cabo. En mi semana de padre separado con hijas hemos hecho un poco de todo, hemos bajado tarde a la playa, hemos comido a deshora, hemos jugado al voley-playa hasta que se nos ha hecho de noche, nos hemos metido en el agua al amparo de un anochecer avanzado y hemos hecho nudismo entre risas, hemos hecho excursiones y hemos superado miedos. Ellas se hacen mayores y es sencillo llevar un plan así, me lo han puesto fácil. Solo espero que a mi mujer le vaya igual de bien, y que no se convierta la convivencia en una pelea de gatas 😀

Aprovechando el final del Olimpismo por este año y haciendo una de las cosas que mas me gusta cuando estoy al borde del mar, que es leer en mi hamaca, he avanzado con el libro que tenía entre manos, «Enredando en la memoria» de Paloma del Rio.

enredando

Las voz reconocible de la gimnasia, el patinaje y la hípica nos cuenta sus memorias, pero también mucho más. Su descubrimiento del periodismo, su forma de dar visibilidad a los deportes minoritarios, su lucha por dar voz a las mujeres en el mundo del deporte, por la igualdad de oportunidades. Y todo esto entretejido en el tapiz que forman su vida personal y profesional.

Las cosas que cuenta en su libro acerca de esos deportes sacrificadísimos y sin recursos, de las familias de los deportistas, de los entrenadores y responsables de federaciones, de los éxitos insospechados… todo me ha emocionado hasta unos límites nada glamurosos y he visto el reflejo en mis hijas, en su lucha temporada tras temporada y sus sacrificios para practicar un deporte tan exigente y poco agradecido como la natación sincronizada, siempre con una sonrisa en sus labios.

Esa emoción a flor de piel, esa carne de gallina con el relato me recordaba a las sensaciones que he tenido durante el visionado de los Juegos de Rio, cada vez que un deportista se colgaba una medalla y rompía a llorar o a suspirar. Tanto esfuerzo recompensado al fin. Tantas y tantas imágenes de ganadores y de perdedores que se han quedado en mi retina y que han hecho que se me ericen los pelillos de la nuca y que mis ojos se inunden. Ya sabéis que soy muy dramático, no lo puedo evitar.

Y para rebajar un poco el tono, me voy a despedir con una noticia de Los Juegos que me ha dejado boquiabierto. Al parecer, los preservativos repartidos entre los atletas que se alojaban en la Villa Olímpica han terminado atascando los desagües. ¿Perdonaaaa? La organización había repartido unos 42 condones por atleta, por eso de lo del virus Zika y tal, en total unos 450.000 profilácticos de los cuales, un alto número de los mismos, ha acabado por los váteres de las habitaciones olímpicas.

condones

Y no, no me refiero a que se hayan usado como globos de fiestas, no. Se han usado para lo que se tienen que usar. Mucha tonificación ha debido de haber después de las competiciones, digo yo.

Os dejo pensando en ello… 42 condones por atleta #EstamosLocos?

Y ahora os toca a vosotros, podéis contarme todas esas cosas que tenéis que contarme en la zona de comentarios, estaré encantando de leerlas.

Hasta pronto,

J