De madres, padres, hijos y el tiempo

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El otro día me dijo un muy buen amigo que había oído por ahí que «cuanto mas mayores se hacen tus hijos, menos tiempo les queda a tus padres». Me sorprendió que tal afirmación me llegar de él, que es todo alegría y buen humor, pero claro, las circunstancias por las que está atravesando su familia en estos momentos son de esas inevitables que nos llegarán a todos. Un momento triste, desde aquí todo mi apoyo y mi cariño.
Desde ese día vengo pensando en eso que comentó, no se de donde se saca la gente esas ideas, en qué momento estás de buen rollo, pensando en tus cosas, y das con este tipo de verdades universales. A mi no me ocurre. Claro que ya he dicho varias veces que yo soy mas de actuar que de pensar, y como en la época de la facultad me eché mechas rubias…… ya se sabe.
El caso es que a los pocos días vinieron a verme mis padres y fui completamente consciente de lo que el tiempo había hecho con ellos, o mas bien, de lo que el tiempo había hecho con nosotros. Ya no eran esos padres fuertes y seguros, protectores y sabios de antaño. Ese día los ví gastados, achacosos, doloridos,…..a fin de cuentas, mayores. Lo increíble del caso es que yo ya sabía todo eso, sabía la realidad del paso del tiempo y del envejecimiento de mis padres, pero ese día fue como si estuviera viendo una foto de tamaño real en un museo.
El encuentro fue normal, agradable como casi siempre. Si ellos en esencia no han cambiado, nadie cambia en lo profundo, las arrugas, el pelo canoso y los achaques de la edad hacen mella en uno pero el interior permanece prácticamente inalterado. Por lo tanto, a la pregunta típica:
-¿Qué tal estais?
Respondieron como están acostumbrados:
-Bien, hijo -Mi padre.
.Bueeeenoooooo -Mi madre.
Esas respuestas les definen, son como el Ying y el Yang, complementarios y antagónicos.
Mi padre siempre está bien, y cuando no lo está, también está bien. No es que oculte las cosas, las asume y hasta cierto punto las menosprecia, cuando se queja, dejando a un lado que es un hombre, y por lo tanto, quejica por naturaleza, es por que realmente está sufriendo.

Mi madre, por el contrario, nunca está bien, eso es cierto, tiene mil achaques y dolencias, todas incurables y viene batallando con ellas desde hace mucho tiempo. Pero su actitud es distinta, es de rebeldía, incapaz de asumir sus limitaciones y el peso de la edad. Cuando sufre, calla y no come, y cuando mi madre calla….. es que no está bien. Pero cuando no come…… terrible, terrible.Tras un rato de charla distendida y alguna que otra historia de médicos, enfermeras, especialistas, listas de espera, hospitales de día, análisis, ecografías, revisiones anuales….. porque a los padres, o a mi madre en particular, les «encanta» hablar de médicos (cuando daño han hecho Hospital Central y Anatomía de Grey, que irreal es toda la ficción), llegó el momento de la despedida. Mientras los veía alejarse camino del autobús, porque desgraciadamente ya no están para ir caminando cuesta arriba los 20 minutos que separan su casa de la mía, me dio por pensar en lo desvalidos que los veía, pero en la suerte inmensa que tenía de tenerlos. Porque aunque parezca mentira con este retrato somero que he hecho de ellos aún me sirven de mucho apoyo y de mucha ayuda. Son aún el espejo en el que me miro para ser mejor persona, mejor marido, mejor padre, mejor hermano y mejor amigo.  Ellos siempre serán mis padres, y por muchos años que pasen, seguirán siendo los que me han educado y me han construido tal y como soy.Como el paso y el peso del tiempo son inalterables y tampoco hay que darle más vueltas de las necesarias a esto, yo seguí con mi vida hasta que llegó el momento de subir a casa. Con esas reflexiones aún en la cabeza, casi sin querer pasé por el baño y me miré en el espejo.-Hostia! (con perdón)Yo tampoco era el niño de 15 años aquel de la foto que mi padre conserva aún en la cartera, que ya le vale al hombre. Yo también había perdido lustre y había ganado canas y kilos. Tenía menos pelo en la cabeza y mucho más apareciendo por mi nariz. Mis ojos miopes dejaban traslucir el cansancio del tiempo, la pesadez de las responsabilidades…. me había convertido en UN padre.-Hostia, Hostia!!!!! (con perdón)Si hasta hace nada yo era un adolescente, si nadie en el trabajo me echa la edad que tengo, si me encuentro super joven, si tengo un espíritu jovial, si…..Si ya no lo soy. Qué vértigo, chico! Por un instante me sentí abatido y fuera de lugar, como si me hubiera presentado en Gabana en chándal, o como si estuviera de botellón en un polígono con chaqué. Luego las niñas se pusieron a gritar y pelear y salí como un energúmeno de mi ensimismamiento. Benditas niñas!

Ahora vuelvo a la frase del principio, «cuanto mas mayores se hacen tus hijos, menos tiempo les queda a tus padres», y añado:

-¿Y qué pasa conmigo que estoy en medio?

Pues el tiempo, amigos, eso pasa conmigo, con mis padres y con mis hijas, con todo y todos los que nos rodea. Primero somos hijos, luego seremos padres y finalmente, antes de dejar de ser, seremos esos abuelos achacosos y desvalidos. Ahora, con la lección aprendida, debemos ser capaces de luchar en cada etapa por sacar lo mejor de nosotros y atrevernos a ser felices.

Hasta pronto,
J

4 respuestas a “De madres, padres, hijos y el tiempo

  1. Me gustaron tus reflexiones, y es cierto.. uno se da cuenta que fue abducido a los 18 y despierta de un letargo profundo en un instante y descubre que la adolescencia pasó hace un buen rato..jaja Lo bueno del asunto es valorarlo y si hasta el momento uno estuvo sobreviviendo, tal vez es tiempo de despertar y vivir! Sos muy afortunado de ver envejecer a tus padres..estamos los que los perdimos de jóvenes… Un abrazo

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    1. Hola Sole, es verdad, a veces vivimos la vida sin darnos cuenta de que estamos montados en un carrusel, hasta que nos golpea. Pero también es bueno ser un poco inconscientes. Totalmente de acuerdo contigo, yo estoy muy agradecido por tenerlos, y que me duren muchos años. Un abrazo

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