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No se si os he dicho alguna vez que mi número favorito es el cuatro, así ha sido de toda la vida, excepto cuando me pongo un pongo intenso y misterioso y digo que es el trece (que en realidad no es mas que uno mas tres, igual a cuatro). Así que todo estaba a mi favor cuando entré en la época de la «cuarentena».

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Pero realmente no son cosas equiparables y ya os digo que esta década no es mi favorita. Quizá se están igualando mucho la edad real con la edad que aparento o quizá sea la famosa crisis que me está durando casi diez años… Los cuarenta son una etapa de asentamiento, de recoger frutos, de estabilidad, de posición y quizá estoy demasiado inquieto para todo eso. A lo mejor espero más de las cosas o he estado toda la vida tirado esperando a que suceda algo que ahora tengo la sensación de correr a contra-reloj. Lo cual no es intrínsecamente malo, ni bueno.

Son solo sensaciones, cosa de pre-viejo o de post-jóven. Porque estas edades en las que nos encontramos están ahí, a medio camino entre la adolescencia, la fiesta, las ganas de comerse el mundo y la jubilación. Como si un jubilado no pudiera comerse el mundo y salir de fiesta como un adolescente… Pero me entendéis, ¿verdad?

Esa es la sensación que arrastro año tras año. Y esa es la sensación con la que afrontaba el cuadragésimo cuarto día de mi nombre, como dirían en Juego de Tronos. Debía ser la leche cumplir 44, dos cuatros, el summun… pero no, me daba una perezaaaaaaa!!!!. Pero una pereeeeeezzzzzaaaaaaaa!!! Tal pereza que me apetecía que se acabara el sábado y que empezara el lunes, sin tener que pasar por el trámite de la onomástica.

Pero esas cosas no pasan, a menos que caigas en coma o que te pinches con el huso de una rueca envenenada (¿O era maldita?) asi que…

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…Lo mejor era poner al mal tiempo, buena cara y disfrutar. Caían cuarenta y cuatro, «forty four» y eso iba a ser así a pesar mío, me pusiera como me pusiese. Y ha sucedido lo que me pasa siempre que no me apetecen los planes, que los disfruto mucho mas, auténtico y genuino rebelerdismo mío.

Así que solo me queda agradecer a mis chicas que me han mimado, me han cuidado y me han hecho unos regalitos preciosos. Los de mi mujer, ropa y unos auriculares, muy prácticos y muy útiles. El de mi hija mayor, una carta decorada fantástica, muy emotivo. El de mi hija menor, una cerbatana casera hecha con una pajita, decorada con cinta adhesiva de colores y repleta de munición en forma de bolitas de papel de aluminio, inclasificable y muy peligroso, que probándola me ha disparado en un ojo y por poco acabamos en urgencias, que puntería. 😀

También a La Familia, así en mayúsculas y en genérico, sin distinciones de los míos o los tuyos. Los que siempre están ahí en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en las bodas, bautizos, comuniones y cumpleaños. Hoy estaban todos los cercanos y hemos pasado una tarde estupenda con merienda, tarta y nuestra bebé que ha pasado de mano en mano con infinita paciencia.

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Y no puedo olvidarme de todos esos amig@s que han estado pendientes del día que era y que han invertido parte de su tiempo en felicitarme y charlar un rato. Amig@s reales y amig@s de las redes sociales y del blogging, de aquí y de allá, con los que he compartido mucho en el pasado, lo hago en el presente y lo seguiré haciendo en el futuro. Amig@s de hace mucho tiempo y amig@s nuevos que se van incorporando.

Y de una de esas amigas es la aportación musical que os dejo hoy y con la que me despido, como dice la canción, hoy he tenido un cumpleaños muy feliz, y ha sido gracias a tod@s vosotr@s.

Hasta pronto,

J

Con lo bien que se está en la cueva…

Pues así, casi sin darnos cuenta ha llegado la primavera.

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Y a mí me ha pillado despeinado, adormecido, lánguido, meditabundo, ajeno, ocupado y un montón de cosas más, pero que no voy a escribirlas para no aburriros, ni aburrirme. El caso es que ha llegado tímidamente, el Día Internacional de la Felicidad, como si eso significara realmente algo.

¿Os habéis dado cuenta de que hay días para todo? ¿Incluso para cosas importantes? y hay tantas causas que ya hay días que comparten, no me digas que no es una putada ser un día señalado, un día marcado en rojo en el calendario, tu día…. y de repente, verte que ya no es solo tuyo, que hay que compartir, que tu causa ya no es única, que como mucho, te queda la mitad, por no decir la mitad de la mitad. Es como ser hijo único y esperar un hermano. ¡Malditos hermanos pequeños!

Pero venga, no nos vamos a poner cenizos que ya es primavera y dentro de poco todo se va a volver a cubrir de colorines, como las alas de las mariposas. Esos bichillos encantadores que antes eran gusanos y que metamorfosean para sacar lo mejor de ellas mismas, una evolución preciosa. Yo quiero sentirme así, como una mariposa-antes-gusano que sale de su primaveral capullo y echa a volar coloreando el cielo azul.

Eso es lo que tengo en mi cabeza pero la realidad es distinta, yo siempre he sido más un oso de esos grandes que empiezan a despertar, que se desperezan, que no pueden mantener aún los párpados abiertos. Uno de esos que poco a poco va abandonado su hibernación y tienen que salir de la cueva, aunque solo sea a buscar un buen tronco de árbol donde rascarse la espalda. Ese soy yo, el oso perezoso y grandote que aún dice entre sueños…-«cinco minutos mas…. porfa!»

Y es que este invierno está siendo raro, no hace frío pero mi aletargamiento es más profundo que nunca. Y eso que he tenido mucha actividad y muchos cambios de los que os iré hablando. Que me desvío, mucho ir y venir, muchas responsabilidades y poco tiempo para mí, poco correr, poco escribir, poco crear. Tengo la sensación de haber ido sobreviviendo día a día, que no digo yo que esté mal, sin hacer nada de provecho. Aunque no es cierto, es solo una sensación.

Pero el procrastinador que vive dentro de mí da palmas de alegría porque ha salido victorioso, ha postergado lo impostergable, ha tirado de mi hacia dentro, me ha susurrado al oído, cadenciosamente, esas palabras que saben que a mí me llegan. Nadie como él para ofrecerme todo un abanico de excusas que yo, amablemente, he asumido como mías. Ha vuelto a ganar y de momento no le noto tenso. Sabe que estos meses he escrito algo, poco, pero algo y no se ve amenazado, el cree, o sabe, que vamos a seguir así un tiempo y yo ahora pienso que no pero luego le miro a esos ojillos….. y como negarse.

Debería hacerlo, ¿verdad?, negarme digo.

Mandarle lejos, a las antípodas, a la luna, o a Albacete, pasar de él, ponerme tapones para impedir escucharle, o quizá, asumir que él no existe, que soy yo, solo yo y que yo soy el que decido andar o sentarme. Pero eso no mola, es mejor tener a alguien a quién echar las culpas…¡Benditos hermanos pequeños!

Pero el caso es que va siendo hora de recuperar esas actividades que se convirtieron en hábitos y luego se volvieron a convertir en actividades, o en ilusiones de actividades. Es hora de salir de la cueva, de rascarse la espalda y de acercarse al río a zambullirse en el agua fría. Es hora de pescar, de comer, de rugir, de correr, de mirar al sol que sale entre las montañas (o los edificios, que yo soy un oso de ciudad) y sonreír.

Es hora de actuar, ¿no crees? y como dice Coldplay, que «Viva La Vida».

Lo creas o no, dímelo, establezcamos contacto de nuevo, conversemos.

Hasta pronto,

J

De cero a diez mil

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Es muy curioso como pasan las cosas. Yo nunca he sido deportista, nunca me ha interesado el deporte más allá de lo que daban por televisión, y nunca fútbol, que es lo más emitido. Me tragaba cualquier cosa desde la comodidad de mi sofá, carreras de coches, de motos, natación, gimnasia, atletismo, tenis, baloncesto y desde luego nunca me había planteado traspasar la televisión y practicar nada de eso. Eso era para otros.

Bueno, en parte miento, si que me hubiera gustado estar en el sitio de esos deportistas que recibían medallas y lloraban a moco tendido con el himno de su país mientras su bandera era izada al viento. Ya lo del esfuerzo y el sudor lo veía como más lejos, yo al drama.

¿Quién me iba a decir a mí que acabaría saliendo por la tele mientras otros vagos veían mis avances? Pues la respuesta es muy sencilla, nadie. Y si alguien me lo hubiera dicho, habría pensado que no sabía de lo que estaba hablando, ¿deporte yo? #amosnojodas. Ahora me acuerdo de una frase que decía mi abuelo: «nunca digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre». Cuanta razón tenía el hombre. Hablaba poco, era muy para adentro, pero cuando lo hacía sentenciaba. Si levantara la cabeza, seguro que esbozaría una sonrisa con un ¿lo ves? escrito en los labios.

De cero…

Los que me seguís por Facebook y Twitter ya sabéis que acabo de participar en mi primera carrera, los diez kilómetros del EDP Rock ‘n’ roll Madrid Maratón y 1/2 y que he salido con vida, con agujetas y dolorido pero vivo, muy vivo. Y eso es porque soy un inconsciente que no piensa las cosas y se dedica a actuar por impulsos, hasta ahora me ha salido más o menos bien y por ello me atrevo a vivir de esa manera. Hace aproximadamente un año que me plantee correr, no lo había vuelto a hacer desde el instituto, donde era nombrarme el test de Cooper y ponerme de mala leche, le cogí mucha manía a eso de correr y la he arrastrado hasta hoy, así que si lo pienso, no se que coño hago haciendo lo que hago.

Lo dicho, me planteé correr para matar el tiempo, podría haberme planteado leer enciclopedias o tomar el sol pero pensé que sería mejor hacer un poco de ejercicio y coger un poco de forma física. Aún tengo dudas sobre como fue aquel momento, estaría enajenado o drogado. El caso es que lo intenté, con más o menos suerte y como aprovechaba para corretear mientras mis hijas estaban en el polideportivo, cuando se acabó su curso, se acabó el mío. No había conseguido prácticamente nada, un poco de fondo y poco más.

Acabado el verano, ya septiembre del año pasado, me regalaron un curso de iniciación al running que se desarrollaba durante ocho semanas, un día por semana en clase de grupo con un entrenador y la posibilidad de hacer algo de trabajo personal orientado entre semana. Las primeras clases eran sencillas, correr dos minutos (que se me hacían eternos), caminar uno (que duraba como diez segundos). Era el comienzo, escalado y ascendente para hacer las cosas bien. Ocho semanas más tarde corría aproximadamente veinte minutos seguidos para dar una vuelta completa a «El Retiro» y superar la prueba final del curso. Estaba tan contento con lo conseguido en esas semanas que me reenganché al grupo siguiente, y ya van ocho meses.

… a diez mil

Lo bueno que tienen esas clases grupales es que son divertidas, a mi sigue sin gustarme correr pero me lo paso bien, voy todos los domingos con mis «amiguetes», pasamos la mañana y hacemos deporte. Un día, a alguien se le ocurrió la idea de participar en una carrera oficial y venga, a apuntarnos como locos, como descerebrados, como histéricos….. La mitad del grupo se apuntó a la Carrera de los Bomberos y la otra mitad al Rock ‘n’ Roll y yo ahí, al lío.

Que locura, nunca había corrido esa distancia, lo más que había hecho eran cinco kilómetros, la mitad, y ya tenía bastante, pero la fecha de la carrera la veía tan lejana que daba por hecho que mi estado de forma de corredor de élite se iba a mejorar milagrosamente. Falso. Con el invierno llegó mi alergia al ciprés, las lluvias, el frío, la pereza de salir entre semana, el no estar a la altura en algunas clases, ¿frustración? un poco… y la fecha ya se iba acercando.

El último mes me he puesto las pilas y he atendido (en su mayoría) a la rutina de entrenos que me había puesto mi entrenadora para estar a tope de cara a la carrera, y se ha notado, dos semanas antes del evento corría seis kilómetros sin despeinarme, subidón. Una semana antes del evento hice una tirada de siete kilómetros y rebajando casi un minuto por vuelta…. pero nunca había corrido 10 kilómetros. Hasta ese día.

Y a pesar se la lluvia, del madrugón y del ataque de nervios que arrastraba desde una semana antes salí a correr y paso a paso hasta la meta, diez mil metros, mis primeros diez mil, acompañado de mi mujer, que también es una enajenada como yo y se metió de cabeza en esto del running, mas por casualidad que por convicción, pero que está hecha una fiera.

Esto último ha sido una aliciente especial, ir acompañado durante toda la carrera es motivador, de vez en cuando nos mirábamos y nos preguntábamos, otras corríamos por carriles opuestos de la calle y ella, en un despiste, o eso dice, se arrimó a otro que no era yo, creo que no llegó a hacerle ojitos, pero bueno, lo que pasa en la carrera, se queda en la carrera.

Otro aliciente, la gente, el gentío que poblábamos Madrid correteando como gacelas, gamos o bisontes, cada uno a lo suyo y a lo de los demás, constantemente animando y animándonos, había buen rollo y se notaba. En algunos puntos encontramos concentraciones de gente animando nuestro paso, se me ponen los pelos de punta solo de recordarlo. Aunque para pelos de punta, cuando a unos doscientos metros de la meta me llegaron los gritos que estaba dedicándome mi primo de Alemania, que ha venido por trabajo y que se pasó por la carrera a animar. Oir ese «PRIMOOOOOOO» me dio más energía que un litro de Red Bull y aceleré para entrar en la meta en pleno sprint, buscando a mi mujer con la mirada para no perderla y resulta que la cabrona me había adelantado y me sacó casi diez segundos. Chicas al poder.

Tercer aliciente, mi medalla, había una para cada uno pero yo ya había focalizado mi triunfo en ese pedazo de metal, y cuando me la pusieron por la cabeza me acordé de todos aquellos deportistas de élite de los que os he hablado al principio. Creo que no lloré por vergüenza y porque me hacía pis. A punto estuve de ducharme con la medalla y todo. Es un símbolo, una meta, otro objetivo cumplido.

Y ahora…

Hoy tenemos resaca de carrera y de ilusión, aún nos duran la emoción y las sensaciones y creo que se van a quedar con nosotros durante bastante tiempo. En principio seguiremos corriendo, entrenando con nuestros respectivos grupos y si surge, correremos más carreras. Intentaremos rebajar esos 1:04:33 que tenemos como marca oficial pero solo si se tercia, sin estrés, sin apuros, sin agobios.

Tengo la sensación de haber conseguido muchas cosas en estos ocho meses de entrenamiento, no es solo pasar de correr cero metros a correr diez mil. Ha sido un camino de superación, de implicación, de naturalidad, de objetivos, de empeño, de fuerza, de coraje, de alegría, de humildad, de motivación… son muchos momentos bonitos pero tampoco hay que mitificarlos. Si yo he podido, vosotros también. Ni mi mujer ni yo somos super-héroes, somo personas normales, más bien vaguetes, que se han propuesto una meta alcanzable y la han alcanzado.

Y hablando de metas, no quería despedirme sin recomendaros el blog de una compañera de running de mi mujer que ha relatado post a post toda su evolución hasta convertirse en medio-maratoniana. Cierra la boca y corre no tiene desperdicio, derrocha naturalidad y buen humor. Si alguien cree que lo que hemos hecho nosotros es espectacular, que lea alguna de sus entradas, yo estoy completamente rendido a Flor, a su mundo y a su fuerza de voluntad.

Que lo disfrutéis, y como siempre, si queréis que charlemos un poco, ahí tenéis los comentarios.

Hasta pronto,

J

No siempre apetece

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Hace muchos, muchos años, cuando yo estaba en plena vorágine hormonal, cayó en mis manos una revista de esas, no se bien de donde pude sacarla, si era mía, prestada o robada… entre tanta foto y tan poco texto, porque estas revistas son para lo que son, para desarrollar nuestro lado más voyeur, me encontré con un titular que me llamó muchísimo la atención. Se trataba de una entrevista a una de las estrellas porno masculinas del momento, no preguntéis el nombre porque a nadie le interesa, el titular decía lo siguiente:

«No siempre apetece quitarse la ropa y follar»

Pensé que ese tío no sabía de lo que estaba hablando, eso era precisamente lo que nos apetecía a todos los de nuestra edad, no era de recibo que un tío que se dedicaba a ello profesionalmente, un héroe, se quejara de semejante manera. Tardé mucho tiempo en entender a lo que el tipo se refería y ahora puedo asegurar que coincido a pies juntillas con aquella infame afirmación.

Realmente no me estoy refiriendo al hecho sexual, o no solamente, si no a la sensación de hastío y de pereza que puede producirnos la vida laboral, y en mayor o menor medida, la vida personal o familiar. Me quiero centrar solo en la faceta laboral porque lo otra me parece un jardín demasiado grande, y no me apetece….

Un trabajo es un trabajo, y por la tanto, tiene unas connotaciones especiales. Puede que tu trabajo te haga disfrutar y puede que hasta tú mismo consideres que es el trabajo de tu vida, pero tarde o temprano, un trabajo se vuelve rutina y aburre o al menos, se convierte en monotonía. Cuando realizas una actividad que te gusta y alguien te paga por ella y te exige por ella, el romanticismo que tiene dedicarte a lo que más te gusta se pierde. Esto es innegable, puedes ser el profesor más vocacional, el médico mas entregado, o el arquitecto más creativo que en algún momento de tu vida entonarás eso de… «es que no siempre apetece».

Cuanto más afín y más deseada sea la profesión elegida más satisfactoria va a ser siempre de afrontar, ya teniendo en cuenta que estás entregado a un intercambio comercial, en un mundo capitalista y en el que, desgraciadamente, los que tenemos ciertas costumbres como comer todos los días, nos vemos obligados a acatar decisiones, a aguantar a patanes y a sonreir a gente que no se lo merece. Esto no es edificante, pero es la vida misma.

Ahora, a la vuelta de los años y de las responsabilidades, entiendo perfectamente que aquel actor porno, estuviera cansado de estimular, excitar y penetrar mujeres, porque era su trabajo y él no era el que elegía el CÓMO, el CUANDO, el DONDE y el CON QUIÉN. De la misma manera que un abogado de éxito puede defender con todas sus fuerzas y su desgana a una persona en cuya inocencia no cree, una enfermera puede tener que lidiar con algunos pacientes desagradecidos y sucios o un vendedor de coches puede tener que poner su mejor sonrisa y bailarle el agua a un imbécil que le trata como a un desarrapado, todo esto a cambio de dinero, tan desagradable, tan sucio, tan esclavo y tan necesario.

Y eso si nos centramos en los profesionales que han apostado por su vocación y son trabajadores abnegados y centrados en las tareas que han elegido, que si pensamos en el resto, en los que estamos donde estamos porque no podemos, no queremos, no sabemos o nunca nos hemos planteado estar en otro sitio, la cosa se agrava.

¿Qué podemos hacer para remediarlo?

Pues poco, o mucho, depende de como se mire. Principalmente debemos ser consecuentes con nuestras tareas, tenemos un contrato y tenemos que cumplirlo, nos apetezca o no, nos guste o no, nos interese o no, al final del día, cobraremos y eso es a por lo que tenemos que ir. También tenemos que ser leales con quien nos contrata y con nosotros mismos, acordar unos plazos, una calidad y un compromiso asumible. Todos pertenecemos a este tejido económico que se llama capitalismo y que nos obliga a producir para consumir y si estamos en la cadena, estamos. Más o menos integrados, más o menos contentos.

Si extrapolamos la vida laboral a otras tareas más altruistas o más personales, por las que no nos pagan, vamos, nos encontramos que es más complicado sacar adelante un proyecto cuando estás en una de esas etapas de apatía. Tal vez te dejes llevar por otras tareas, tal vez te dejes caer en la famosa procrastinación o tal vez te quedes esperando a que suceda algo a tu alrededor que te de un empujón. Yo reconozco que de cara al blog y a las redes sociales, llevo un mes un poco relajado, he adolecido un poco de cada cosa, un mucho de tareas de la vida off-line, algo de procrastinar y algo de esperar acontecimientos blogueables…. Sin ir más lejos, estaba convencido de que este año me iba a tocar la lotería y pensaba narrarlo con todo lujo de detalles en un super post, antes de transformarme en un hombre rico y de alejarme de un trabajo que no me llena como debería.

No hay que decir que no me ha tocado la lotería, ni un euro, ni lo que jugaba, ni la mitad de la mitad. Así que sigo siendo igual de pobre, sigo teniendo que retomar mi trabajo y ahora ya no tengo excusas para no sentarme a escribir a contaros lo que hay de glamouroso en el día a día. Quizá, a lo tonto a lo tonto, este post me esté sirviendo para ponerme en marcha de nuevo pero claro, es que empezar hablando de follar está bastante bien, aunque sea en estos términos de pereza.

Ahora ya estoy acabando, la comida se está haciendo, ya he tendido todas las sábanas y las bragas que había en la lavadora y me encuentro de cara a la pantalla de mi portátil con los pies subidos encima de la mesa, aún en pijama y abrigado hasta las orejas con un forro polar. Hoy más que nunca me planteo…. Qué glamour hay en esto?

Felices Navidades a todas y a todos,

Hasta pronto,

J

Naturalezas muertas

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Hoy estoy muy perezoso, no lo puedo evitar. Ayer salí de cena con mis compañeros del club de running, cambiamos las mallas y los pantalones cortos por ropa más adecuada y nos fuimos a tomar algo, una cenita, unas botellas de vino y un copa, relajado y distendido. Pero eso de llegar a casa cerca de las cuatro de la mañana, después de una día, y una semana entera trabajando, ha terminado con mis energías.

Y encima, no para de llover, lo que potencia mi desgana. Solo me apetece mirar por la ventana a ver la lluvia caer y suspirar, que bonito, que tranquilo, que pereza, debería moverme pero hasta pensar en ello me cuesta. Mejor me quedo donde estoy y aprovecho que estoy sentado, para escribir, que para eso no necesito mucha fuerza física. De hecho, tengo los brazos pegados al cuerpo y lo único que se mueve son mis manos, parezco un muñeco.

No se como será hoy el día a nivel de lluvia, que no soy meteorólogo ni vidente, pero ayer fue el día más húmedo que recuerdo desde que empezó el otoño, que hartura de agua, que ganas constantes de hacer pis, que sensación de mojado todo el rato, que pereza más grande…. Pero como era viernes, la cosas se veían de un modo más optimista. Yo sabía que me iba a ir a casa desde el trabajo y que iba a estar solo, que podía incluso echarme la siesta sin límite porque las niñas no tenían colegio y estaban en casa de los abuelos, magnífico panorama. Si, llegaría más tarde que de costumbre porque estaba lloviendo, pero ¿y qué? ¿qué mas daba que no hubiera comido? ¿qué mas daba que fuéramos circulando tan despacio? ¿qué mas daba ese atasco en el que estaba metido? ¿Qué hacía ese camión cruzado en la carretera….?

Primero vi el camión cruzado, afortunadamente no estaba en mi sentido, sino en el contrario, ocupando dos de los tres carriles disponibles. Luego vi las luces de emergencia de policías y ambulancias y el caos que eso conlleva. Los de mi sentido circulábamos muy despacio, no porque existiera una retención, sino porque estábamos mirando lo que ocurría al «otro lado», es una reacción muy humana, quizá reprochable, pero normalizada. Todos hemos criticado que se disminuya la velocidad para cotillear, yo el primero, pero no podemos evitarlo, es intrínseco a nuestra forma de reaccionar. Cuando llegué a la altura del accidente, comprobé que había un coche aplastado, otros con diversos golpes, el ya mencionado camión, muchos policías, varias ambulancias y, desde luego, mucha lluvia.

Se me pasaron por la cabeza un montón de circunstancias posibles para recrear el accidente. Un camión descontrolado que arrasa lo que pilla. Un conductor demasiado listo o con demasiada prisa que acaba provocando, provocándose, un gran golpe. Un accidente en cadena imposible que evitar y que deja terribles consecuencias…. Esas fueron las mías, pero seguro que uno a uno, los otros conductores que pasaban mirando de reojo lo que ocurría enfrente, tendrán las suyas. La disposición de las pruebas, el sentido en el que habían quedado colocados los accidentados, la cantidad de efectivos de ayuda y esa pertinaz lluvia que le daba un toque dramático a la escena ayudaba a nuestras conclusiones. ¡Cuando daño ha hecho CSI!

Se me antojó un momento horrible para tener un accidente, con toda esa lluvia, con toda esa humedad que lo dificulta todo, que lo enfatiza todo, que lo tiñe de gris. Imaginaba el momento después del encontronazo, los cristales rotos, la lluvia entrando a saco en los vehículos, los accidentados sin posibilidad de refugiarse, todo roto, todo empapado, todo perdido. Si, una putada tener un susto semejante en un día como aquel. Me alejé de la escena pensando que solo pueden pasar cosas grises en un día tan gris.

Si hay algo bueno de esto, es que estos accidentes tienen un momentáneo efecto calmante en el resto de los conductores, a partir de ahí, el camino de vuelta a casa fue más lento, más controlado, más prudente. Ninguno de los que habíamos escapado a la mala suerte queríamos ser protagonistas así que…. Otra cosa buena de esto, es que estamos tan familiarizados con este tipo de sucesos que nuestra memoria tiende a pasar de ellos en un breve espacio de tiempo. Acabado el «luto» inicial, cada cual siguió con su vida, con sus prisas, con su música, con sus ganas de llegar, con sus ganas de comer, con sus ganas de refugiarse…. La anécdota había pasado, estaba olvidada.

Yo ya llegaba a casa con la sensación esa que os he comentado, de cosas grises en días grises, cuando vi el resultado de otro efecto de la lluvia. A mi lado, en una gran rotonda llena de árboles otoñales, el suelo estaba cubierto de una alfombra de hojas caídas de infinitos colores, algunos verdes, muchos ocres distintos, varios rojizos y algún que otro granate, una gama de colores preciosos y brillantes. La humedad no tenía las mismas connotaciones negativas aquí, la lluvia intensa tampoco y el color gris había desaparecido por completo de la escena dejando en su lugar un llamativo cuadro abstracto de colores vibrantes.

Me resultó muy irónico que un momento de movimiento y actividad, protagonizado por vehículos y personas, me aportara sensaciones negativas cuando todos estaban vivos, mientras que, un sinfín de hojas tiradas por el suelo, muertas y casi enterradas me diera sensación de belleza y dinamismo. Pero así es como reaccionamos ante las imágenes que nos impactan, somos raros.

Pensad en ello.

Yo me voy a despedir, porque corro el riesgo de ponerme intenso y de hablaros de luz y de oscuridad… de sacar vida de la muerte y muerte de la vida….. Y como ya os he dicho al empezar, me da demasiada pereza.

Hasta pronto,

J

Más risas y menos llantos

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Pasado ya el momento de ira, vuelvo por mis fueros, vuelvo a ser positivo y superficial. Realmente me encanta ser así, poco profundo, me resulta mucho más divertido que ser intenso y también mucho más entretenido, puede que haya gente que me tome por lo que no soy con estas declaraciones pero es que es cierto, yo no soy especialmente serio e introspectivo. Pero sobre todo, suelo ser de esta forma con la gente que me rodea y con la gente que me da bola, hasta cierto punto, siempre he pensado que esta actitud es la que se espera de mí. Soy como una especie de payaso buenrollista que ve la botella siempre casi llena, siempre con buen humor y con alegría, en la medida de lo posible.

También me encanta el humor absurdo, ese humor que me da la confianza con las personas con las que suelo juntarme, esos momentos los disfruto a tope, como si no hubiera un mañana, porque soy de esas personas a las que les gusta disfrutar, prefiero reir que llorar, llamadme loco. Aparentemente todas las personas deberían ser así, pero creedme, hay mucha gente que no sabe. Hay personas que siempre están taciturnos y reflexivos, pesimistas que tratan de verle un doble sentido a todas las cosas, personas que no saben ser felices con lo que tienen si el que tienen en frente tiene algo de los que ellos carecen, gente no preparada para ser feliz. Si ahora pensáis sobre ello me daréis la razón, es lógico pensar que todos disfrutamos con lo mismo, pero no es así, seguro que ahora os viene a la cabeza alguna persona en particular que le gusta recrearse en sus problemas y que, por más que trates de ayudarla, no avanza. Es lamentable, pero es cierto, que en principio todos tengamos las mismas oportunidades para disfrutar y solo algunos sepamos aprovecharlas.

Ya se que entre estar todo el día cabizbajo y ser un payaso hay todo un abanico de actitudes ante la vida y yo creo que lo más importante es saber actuar en cada momento como se requiere, no siempre se puede estar riendo a carcajadas, de la misma forma que no siempre se puede estar llorando por los rincones. Yo tengo una forma de ser y soy más de los primeros que de los segundos, quizá debería acercarme más al término medio que es donde dicen que está la virtud, pero también se encuentra la mediocridad y no quiero que se me confunda.

Por eso disfruto tanto con mis amigos cuando nos ponemos en plan niños. A veces nos comportamos incluso peor, tenemos conversaciones que sacadas fuera de contexto serían de estudio psicológico pero no hacemos daño a nadie, todo lo contrario, transmitimos alegría. Quizá deberían pagarnos por eso, o expatriarnos, dependiendo a quien preguntes. Cualquier excusa es buena para liarla, doy por hecho que a vosotros también os ha pasado que en un entorno de confianza, empiezas hablando en serio y acabas desbarrando, y estoy convencido de que esas acciones son terriblemente positivas, tener cerca al niño que llevamos dentro no puede ser malo si lo dejamos salir en pequeñas dosis, para esparcirnos y divertirnos.

Ayer nos pasó un poco eso, salí un rato a ver a mis veciamigos (mitad amigos, mitad vecinos) al patio de la urbanización, que los tengo muy olvidados debido a este proyecto del post diario, entre otras cosas, y hablando un poco de todo, medio en broma medio en serio, salió un tema de conversación muy particular. Mi amigo Pedro, al que conoceréis por los comentarios del blog me preguntó muy serio:

-Juan, tío, tú ahora que corres…. ¿alguna vez te has puesto vaselina en los pezones?

No me podéis negar que en cualquier conversación adulta donde salgan juntas las palabras vaselina y pezones va a haber juego. Así que, a partir de ahí, os podéis imaginar. Si uno decía una burrada, otro la decía mayor…. y entre toda esta risa y cachondeo, llegábamos incluso a decir cosas coherentes como que eso solo se hace si corres largas distancias y estás muy expuesto al roce de la camiseta contra los pezones durante mucho rato, que hay quién también se los cubre con esparadrapo o tiritas o que también hay personas que en este tipo de eventos de larga distancia se ponen vaselina en los muslos para evitar rozarse y generarse heridas. Todo muy instructivo y muy entretenido. Está claro que las lecciones entran mejor en un entorno afable y a nosotros nos quedaron cristalinas las explicaciones.

Podría contaros algunas de las burradas que compartimos, basadas en hechos reales y fehacientes, de cosas muy particulares que nos han pasado a nosotros pero luego tendría que mataros, y oye, no me voy a liquidar a mis lectores. Dejo que vuestra calenturienta imaginación elucubre, que seguro que se os ocurrirán muchas anécdotas.

Indudablemente no siempre nos comportamos de la misma manera, a veces, incluso hablamos de temas serios y nos mojamos, no discutimos porque ninguno nos la jugamos en nada, ni en religión, ni en política, ni en sexo, ni en gustos musicales. Y eso solo se consigue de una forma, respetando la opinión de los demás y aceptando que las personas que nos rodean tienen su particular forma de pensar. Nuestro grupo es tolerante y eso es un gusto, pero, añado, si no fueran así, no serían de mi grupo.

Yo hace mucho tiempo que rechacé a ese otro tipo de personas que son partidistas o sectarios, que tratan de imponer sus opiniones sobre las del resto y que creen en una verdad absoluta, la suya. Y desde entonces soy más feliz, y más auténtico, y más profundo, y más payaso…. En definitiva, y lo voy a dejar así en el aire a modo de resumen y con ánimo de haceros pensar un rato, debemos tratar de rodearnos de la gente que queremos, de esas personas que nos hacen más agradable la vida, que vamos a estar aquí cuatro días y no tenemos por qué estar llorando.

Por favor, buscad a esas personas que os alegran el día y disfrutad de ellas.

Hasta mañana,

J

Meta conseguida, la entrada número 100

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Antes de empezar con mis neuras debo confesaros que es posible que el post de hoy salga un poco disperso porque tengo la casa llena de niños, mis hijas y sus amigos, jugando en el piso de abajo, ¡bendito duplex! Me sorprende enormemente que el ruido que pueden generar estos pequeños, bueno ya no tan pequeños, sea tan elevado. Dos niñas son bastantes ruidosas, pero el ruido crece exponencialmente con cada nueva adquisición, ahora son 6 y les ha dado por hacer música con lo que encuentran. Esto es ingobernable. Si midieran los decibelios en esas habitaciones, nos multaban. Por otro lado no entiendo eso de que todo lo digan chillando, están hablando de sus cosas y jugando pero parece que se están matando, el sonido reverbera en sentido ascendente y lo que surge por el hueco de la escalera es de película de terror, como se nota el espíritu Halloween.

Aclarado esto, debo confesar que me ha gustado mucho hablar de objetivos y metas y disfrutar de vuestros comentarios, a veces creo que no mido mis palabras y que no soy consciente de las cosas que termino escribiendo hasta que ya están publicadas. En el post de ayer se notaba que yo no soy coach ni psicólogo pero tengo una opinión, como cada uno de nosotros, y que no suelo andar desencaminado. Tener un blog abierto y publicar periódicamente favorece esta desfachatez de meterte en jardines que normalmente, en la vida offline, solo te meterías en entornos controlados y con gente de confianza. Se que estoy abierto a críticas, a sembrar polémica con mis palabras y a que algunas de mis reflexiones y afirmaciones puedan sentar mal, aunque debo reconocer que mi intención inicial nunca ha sido polemizar.

Aunque tampoco voy a huir si alguien no está de acuerdo con mi visión de la vida, confío plenamente en el diálogo y en la conversación con respeto y buenos modales, así que ya sabéis, si disentís estáis en vuestra casa. Hasta ahora todos los comentarios han sido positivos, mejor, positivísimos y yo estoy encantado, no voy a negar la evidencia, creo que estoy empezando a tener una buena comunidad de lectores, colaboradores, compañeros y amigos y que mi personal branding está bastante bien perfilado. Pronto acabará este reto loco de publicar a diario pero las novedades no se acabarán ahi, confío plenamente en el movimiento, me gustan los cambios y suelo huir de las cosas estáticas, así que tras un proyecto, llegarán mas.

Esto que acabo de contaros suena un poco, volviendo…, al post de ayer, a los logros personales, a las metas profesionales y a los objetivos a corto o medio plazo. El proyecto del #PostDiario ha sido, bueno, sigue siendo, un objetivo a cumplir, una meta diminuta pero que me aporta mucho, de mi mismo, de mis capacidades, de mi aptitudes y de mi gestión del tiempo. No es un objetivo de futuro que me vaya a reportar un salto cuantitativo pero es que tampoco lo quiero. Ya dije que yo soy mas de proyectos cortos, humildes y realizables y en esos parámetros me gusta moverme, con los pies en el suelo y la cabeza en las nubes… Si, soy alto, ¿y qué?

Otro reto cumplido, aunque nunca me lo había planteado como tal, esta entrada. Este post que estáis leyendo es la entrada número 100 del blog, quien lo habría dicho cuando empecé a desnudarme virtualmente en este medio que hasta ahora había sido hostil y desconocido para mí. Pero he llegado y he marcado una nueva muesca en mis proyectos. Esto es interesante, pensad en ello, he logrado superar una meta que no me había planteado, pero que ahora, una vez conseguida, si que se ha convertido en un hito. ¿no es genial? ¿solo a mí me lo parece? No se si a alguien se le han pasado este tipo de teorías por la cabeza, como la de superar retos no marcados y sus consecuencias. Personalmente superar conseguir cien entradas me parece importante y por eso me lo apunto, quizá a vosotros os pase algo parecido, que solucionáis cosas que estaban enquistadas sin habéroslo propuesto o que un día, de buenas a primeras, sois conscientes de como ha cambiado vuestra vida gracias a las acciones y decisiones que has tomado sin propósito aparente… En ese caso, la verbalización de los objetivos tampoco es tan importante.

Y de un objetivo que ha llegado de soslayo, a uno real que yo no me he impuesto pero que si lo han hecho por mí. El curso de running se acaba, el domingo será el último de esta etapa de iniciación y hay un reto que superar que yo desconocía porque no había estado en la primera clase, y ya se sabe, es esas clases se habla de todo… El domingo vamos a sudar la camiseta, de verdad y nos enfrentamos a una prueba física de resistencia. Nuestra entrenadora ha quitado hierro al asunto diciendo que estamos preparados y que estas semanas de clase y de trabajo personal van a dar sus frutos pero eso aún está por ver. Yo, por si acaso, esta noche salgo a entrenar un rato no vaya a ser que el domingo me flaqueen las piernas o la cabeza.

Esto de hablar de metas tiene su cosa y hasta cierto punto estimula, yo ya os he contado varias de las mías en este y otros posts, así que os propongo que me contéis las vuestras. Esta es la entrada centenaria y debe ser especial, espero vuestros retos, vuestras metas, vuestros objetivos y vuestros comentarios y recordar que no hay metas pequeñas o grandes, hay satisfacción o frustración en el resultado pero con optimismo y poder de recuperación se logra todo, paso a paso. Os espero, no seáis tímid@s.

Hasta mañana,

J

De metas grandes y pequeñas

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Mucho se habla y se escribe por ahí de los objetivos. De esas metas y esas ambiciones que debemos marcarnos y luchar para que se hagan realidad, sueños poderosos, una guía que marque nuestros pasos, que rija nuestro recorrido. Si tenemos sueños grandes, si soñamos en grande, seremos grandes. Todo esto, sobre el papel, esta fenomenal, pero a veces no tiene por qué ajustarse a la realidad.

Creo que se está sobre valorando en exceso este tipo de actitudes, se nos está insistiendo constantemente en fijarnos metas y en procurar alcanzarlas, como si vivir, o sobrevivir no fuera suficiente meta en sí misma. Parece que ahora no eres nadie si no tienes una ambicion «de la buena», porque como el colesterol, hay ambición buena y mala, o no tienes programado y cohesionado tu plan de crecimiento personal, familiar y laboral. Estamos, desgraciadamente, entrando en una dinámica que puede llevarnos por el camino de la frustración, quizá porque las metas que nos han dicho que debemos alcanzar son demasiado ambiciosas o quizá porque estamos mucho más preparados para el éxito que para el fracaso, y ambas circunstancias son dos caras de una misma moneda.

En principio creo que es positivo tener un objetivo en la vida claro y saber marcarse unas directrices para ir separando el grano de la paja durante el camino pero, como hay opiniones y objetivos para todos los gustos, creo que cada persona debe valorar en privado lo que quiere conseguir y ser coherente consigo misma y consecuente con sus actos. Algunos sueños son utópicos y es un absurdo luchar por algo que no vas a conseguir, este es el miedo que me da, que nos estén metiendo en la cabeza que no tenemos límites y que podemos lograr lo que queramos con solo proponérnoslo. Esto, en gran medida, no es cierto.

Al tiempo que se valora el camino a seguir, hay que tener en cuenta que este conlleva unos sacrificios y unos esfuerzos, que hay gente a la que se le olvida esta parte. Sin esfuerzo, sin superación, sin perseverancia y sin suerte no se consigue llegar a ningún puerto. Nos lo pinten como nos lo pinten. Hay frases bonitas por todas partes que nos tratan de dar alas y ayudarnos a exorcizar nuestros demonios, pero las cosas no se hacen por arte de magia. Yo tengo una taza que me regalaron en el trabajo, junto al curso de running que dice: «Hoy voy a conseguir todo lo que me proponga». Está genial, es una frase alentadora pero ¿así de sencillo? ¿solo por tomar café en esta taza lo voy a lograr? ¿o solo por repetir esa afirmación como si de una mantra se tratase va a estar todo el trabajo hecho?

Os propongo una cosa, vamos a tomar este tipo de incentivos en su justa medida, vamos a tratar de ser un poco mas humildes y tomar conciencia de que nosotros somos responsables de las cosas que nos suceden pero que tenemos que invertir mucho de nosotros en ello. Ya he nombrado los puntos necesarios para que este camino nos lleve al destino deseado:

Esfuerzo

Superación

Perseverancia

Suerte

No imagino que las metas se puedan conseguir si falta alguno de ellos por lo que os animo a que os familiaricéis con estos términos y tratéis de fomentarlos si queréis llegar lejos. Otra manera de obtener satisfacción, a mas corto plazo, es fijándoos una meta general separada por etapas más accesibles, como pequeñas escalas, o como diría ese entrenador de fútbol, ir superando partido a partido. Que no se nos olvide que alcanzar una meta pequeña puede ser tan gratificante como una más importante, solo hay que ser optimista y saber disfrutar de ese logro. Para ilustrar todo esto un ejemplo personal, ayer salí a correr un rato y fue la primera vez desde que empecé que conseguí realizar 20 minutos de carrera continua sin descansos, cuando paré y me aparté a un lado para hacer mis estiramientos no podía borrar esa sonrisa de mi cara. Había superado una meta, un logro pequeño, pero necesario para lograr alcanzar otros.

También hay personas que no tienen fijadas ninguna meta, ni grande ni pequeña y no por ello son menos felices, hay personas que, simplemente no lo necesitan. Estas personas tienen un umbral de la frustración mucho más elevado ya que, si no luchan por algo, no llegarán a tener ese sentimiento de pérdida si no lo logran. Estas personas, y hasta cierto punto yo me puedo encontrar dentro de ellas, suelen variar sus objetivos a corto plazo porque poseen una capacidad increíble para la adaptación. Estas personas se caracterizan por tener una espíritu más creativo y pueden ir saltando de un proyecto a otro, si uno no cuaja, se puede modificar, se puede ampliar o se puede eliminar, y no pasa nada. La adaptación es muy importante en nuestros días. La vida es como un río caudaloso que te lleva en volandas pero que puede hundirte o sacarte a flote por circunstancias ajenas a tu voluntad, sacar provecho de cada circunstancia y reinventarse es un logro vital.

Así que, una recomendación desde este lado de la pantalla. Busca tus propias metas porque quieras tenerlas, no porque tengas obligación de hacerlo. Calcula el alcance de tus objetivos y modifícalos en base a tu ambición. Y si no quieres tener metas concretas, no te obligues, adáptate a lo que vaya sucediendo y sigue tu camino, al fin y al cabo, vivir ya supone suficiente esfuerzo, superación, perseverancia y suerte para que nos compliquemos.

Hasta mañana,

J

Que nos pille celebrando

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Hoy he llegado a casa después de trabajar, me he calentado la comida y me he sentado enfrente de la tele a ver las noticias, podía haber elegido cualquier otra cosa que pusieran, con todos los canales de la TDT hay mucho para elegir pero me he quedado con el canal que estaba, que esta vez no era un canal infantil, y he mirado con atención. Estaban relatando el final de la agenda nacional y hablaba la locutora de algo que ni recuerdo, es eso de empezar las noticias empezadas, que ya no me engancho y no me entero. Lo que si que he visto completo ha sido el bloque de deportes, o el bloque de fútbol, para ser más exactos.

A mí, que no me gusta el fútbol, me resulta muy pesado todo el tiempo que le dedican en todos los programas de noticias a este deporte y a su entorno. Hay incluso programas específicos en los que solo se habla de fútbol así que toda esa atención me parece innecesaria. Han abierto el bloque con la lesión de Bale, figura del Real Madrid, famoso por su velocidad y su capacidad para el gol. El pobre se ha lesionado en el músculo de glúteo y se perderá el próximo partido de la Champions y el clásico contra el Barça. Una noticia de alcance, sin duda. Como esta semana es la tercera ronda de partidos de la fase de grupos de la Champions se han dedicado a hacer un repaso de los enfrentamientos de los equipos españoles en la competición, el Real Madrid, el Barça, el Atlético de Madrid y el Athlétic de Bilbao y de sus respectivos rivales, con entrevistas a los entrenadores y a algunos de los jugadores más relevantes. Luego la liga con sus goles del fin de semana y un resumen somero de los mejores partidos. Para terminar esta sección futbolera nos han avisado de que las imágenes que ofrecerían a continuación podrían herir nuestra sensibilidad y nos han mostrado y explicado como un jóven jugador de la liga de fútbol de la India mete un gol, lo celebra haciendo volteretas y en una de ellas, calculando mal la altura de la pirueta, golpea su cabeza contra el suelo, partiéndose el cuello y falleciendo casi en el acto. Boquiabierto me he quedado con la crudeza de la cara y la cruz del deporte. ¿Era necesario ese vídeo?

Para relajar los ánimos han usado el último minuto que quedaba de emisión para hablar de la vuelta a la competición de Rafa Nadal, del comienzo del torneo de Valencia de tenis con David Ferrer como cabeza de serie número 2, de las canastas que ha metido Pau Gasol con los Chicago Bulls y han finalizado el bloque de deportes con la gran noticia de que el español Aritz Aramburu se ha clasificado para la cuarta ronda del Moche Rip Curl Pro. derrotando a la leyenda viva y once veces ganador del mundo, Kelly Slater. Orgullo patrio y al joven esnucado que le vayan dando, es sólo una anécdota y un jugador desconocido que no mueve ni un euro. Por cierto, lo de Aramburu es surf, y si no hubiera ganado a Slater, nunca hubiera salido en un telediario.

Una vez superado el impacto del joven muerto en acto de servicio han comenzado las noticias culturales, tan aburridamente narradas que prácticamente mi cuerpo, él solo, se ha tumbado en el sofá y se ha tapado con la manta. Yo juro que quería enterarme de que iba esa exposición pero ha sido imposible, la narradora tenía voz de Balium y he caído rendido en los brazos de Morfeo. Solo he tenido un ápice de cordura para apagar la televisión, que la luz está muy cara y no hay que ir derrochando.

Unos veinte minutos después, ya en un estado de duerme-vela, pero más a gusto que un niño me ha sorprendido la puerta de la calle, ha llegado mi mujer y he terminado de despertarme, hemos charlado y le he contado, con toda la afectación de la que he sido capaz, porque así lo sentía, lo del chico indio que se ha matado dando volteretas, para mí ha sido lo más relevante de las noticias que he visto. Mi mujer se ha asustado al verme la cara y creía que había sucedido una desgracia mayor, como un tsunami, un terremoto o el cierre de los centros comerciales de Dubai pero ha relajado un poco el rostro cuando se lo he terminado de contar. La pobre ha puesto cara de penilla, y me ha dicho:

-Fíjate, el pobre se ha muerto así de repente, celebrando…

Al principio no le he dado mucha bola pero luego me ha gustado, esta chica a veces es brillante. Una muerte es una muerte, de eso no hay duda, y seguramente habrá sido muy dolorosa para los compañeros y los familiares pero se ha producido en un momento de felicidad, en un momento en que el protagonista estaba eufórico y celebrando, cuando estaba contento de sus logros y ni siquiera habrá sido consciente de los sucedido. Ahora estoy en las nubes, ahora estoy dando vueltas, ahora no estoy.

Hay maneras de morir mejores y peores, esta es horrenda en sí misma y por el espectáculo grabado, pero en el fondo…. mejor no digo lo que se me pasa por la cabeza. Mucha gente mayor dice aquello de «que nos pille confesados» refiriéndose a la muerte, yo en la misma línea, me quedo con «que nos pille celebrando«.

Hasta mañana,

J

Soñando

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Cuando pensamos en el mundo de los sueños la primera imagen que se nos viene a la cabeza es siempre positiva, nos imaginamos un mundo donde todo es posible, donde las leyes físicas han cambiado y donde las imágenes evocadoras surgen por doquier. El mundo de los sueños se nos presenta amable y colorido, es un refugio, un santuario, el mundo ideal para vivir porque todo es felicidad…. Y eso os pasa a algunos, a los que hemos leído los comics de Sandman, de Neal Gaiman nos ocurre básicamente lo contrario, que estamos convencidos de que el mundo de los sueños es oscuro e intrincado y que no es más que un reflejo del mundo real. Así, que si aún no habéis disfrutado de las historias de Morfeo, no os adentréis, insensatos, y seguir viviendo y disfrutando de vuestra ignorancia.

Dicen los entendidos que todos soñamos, que nuestra mente genera este tipo de visiones, tal vez, para liberar el estrés diario o quizá sea nuestro subconsciente que se interna en nuestros más recónditos miedos y deseos para mostrárnoslos. Sea como fuere, los sueños existen y son generados, aunque nuestro cerebro posea a veces una incapacidad terrible para recordarlos. A lo mejor es un mecanismo de defensa contra todos ellos, los buenos y los malos. Los buenos, para quitarnos esos anhelos oníricos imposibles de conseguir y los malos, para evitarnos sufrimientos innecesarios.

Imagino que a todos nos ha pasado eso de despertarnos en mitad de un sueño y a medida que el cuerpo toma conciencia de su nueva situación, el mundo onírico se va diluyendo y finalmente, olvidando. No se a vosotros, llamadme loco, pero a mi me resulta muy frustrante. Intento con todas mis fuerzas aferrarme a él pero se me escurre de la mente tan rápido como la espuma del champú cae de mi pelo con el agua caliente. Me joroba enormemente olvidarme así de las cosas, sentirme arrancado de una historia que estoy viviendo, aunque en realidad no sepa, ni nunca llegue a saberlo, si era positiva o negativa.

Pero hay algo excepcional que a mi personalmente me da mucho que pensar, esos sueños reiterativos, esos sueños…, pesadillas mas bien, que se repiten y repiten. Si todas las noches nuestro cerebro se va de marcha al mundo de los sueños, y en teoría cada día vive una aventura distinta, basada en lo vivido en la realidad, ¿por qué somos capaces de recordar sólo una misma imagen, o una misma sensación, o un mismo escenario? No me digáis que no es curioso… De todos los posibles sueños diarios, solo es recurrente uno, y siempre uno malo, para que vamos a engañarnos. A mi me pasa con uno en concreto que me produce mucha desazón.

Hace unas semanas, mi bloggeramiga Sonia Le Lo publicó en unos de sus blogs, Bitácora de Fotografía el trabajo de un excelente fotógrafo llamado Luis Beltrán, pera ilustrar el post eligió la siguiente foto:

A sus pies. Luis Beltran, 2009
A sus pies. Luis Beltrán, 2009

Un imagen espectacular, de una belleza extraordinaria pero que a mi me produce un terrible desasosiego. Esta foto se parece mucho a mi pesadilla recurrente.

En mi sueño, yo no estoy en un columpio, que ya de por si me daría bastante miedito, pero si que estoy en lo alto de algo con toda la ciudad a mis pies, la sensación no es agradable sino todo lo contrario, me encuentro de pie allí subido en algo que no es totalmente fijo y la superficie es más pequeña que el tamaño de mis pies. En todo momento siento la amenaza de caer al vacío e infinidad de veces he intentado hacerlo para acabar con esa sensación. Nunca he sido capaz, mi tormento es estar ahí, a la espera de una caída que nunca llega. Yo no se interpretar los sueños, pero este parece bastante sencillo, ¿Incapacidad? ¿Inseguridad? ¿Inestabilidad? Seguramente todas.

No deja de resultarme curioso cómo funciona nuestro cerebro y como es capar de dibujar estos sentimientos, esa imágenes irreales son a veces tan vividas que asustan, quizá es la mejor forma que tenemos de sufrirlas o disfrutarlas, metiéndonos de lleno en ellas con todos nuestros sentidos.

Y hablando de sueños, luego están los otros, los que pertenecen al ámbito de los anhelos, los objetivos, las metas a cumplir. Estos son distintos, son reales, son cuantificables, y son medibles. Sin estos, no deberíamos vivir, debería ser necesario que todos hiciéramos un ejercicio de introspección para saber con claridad cuales son nuestros objetivos en la vida y trazarnos un camino para llegar a alcanzarlos. No se trata de describir propósitos imposibles ni emprender caminos que nos lleven a todo lo alto, los sueños cercanos, realistas y accesibles pueden parecer menores pero también son gratificantes. Tratar de conseguir modificar alguna parte de tu carácter, dejar de fumar o aprender a relacionarte mejor con los que te rodean también son proyectos posibles, no todos podemos ser presidentes del gobierno, ni estrellas de rock, ni top models, ni los descubridores de la cura del cáncer. Estas metas personales son las que nos van a servir de guía en nuestro camino y en nuestro desarrollo así que no hay que perderlas de vista, no podemos dejar de soñar, no debemos perder esa parte, aún a pesar, de que de vez en cuando, nuestros sueños se tornen en pesadillas.

Ayer mismo, estaba dando de alta en nuestra base de datos del trabajo a una empresa-cliente nueva de Portugal que se llama Chasing Dreams (persiguiendo sueños) y esa expresión es la que me ha inspirado para hablaros de esto hoy, que es sábado y estamos relajados. No debéis olvidaros de que en todo lo que vivís hay una lección que aprender, así que os animo a que la aprendáis, soñando, temblando, viviendo, errando y superando límites.

Hasta mañana,

J