Hábitos de vida saludable #EstamosLocos?

Ayer tuvimos en el trabajo una charla sobre nutrición y bienestar, dos horas escuchando los beneficios de la dieta mediterránea y del deporte, de lo beneficioso que es para la salud, la actitud ante la vida, la productividad y el cosmos. Si, el cosmos, todo se soluciona con la dieta mediterránea, es como la pastilla blanca que daban en la mili para curar todas las dolencias, la panacea, vamos.

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La charla estaba dividida en dos partes, una hora de nutrición con una nutricionista titulada y una hora de deporte y vida saludable con un entrenador personal. En la primera parte, mientras la nutricionista nos comentaba que, lamentablemente en nuestro país nos estábamos alejando del ideal de cocina mediterránea, el entrenador personal nos pesaba, nos media y calculaba nuestro porcentaje de grasa, de líquidos y nuestra edad metabólica. Esto, indudablemente, era opcional y privado.

Imaginaos el caso, una muchacha hablando de verduras y hortalizas (yo nunca he entendido la diferencia) y tú, al otro lado de la sala, sin zapatos ni calcetines, subido a una báscula muy moderna y agarrando lo que parecía el manillar de una moto, de circo.

Pero iremos por partes. Lo primero que nos contaron era la diferencia entre alimentación y nutrición, que lo primero corresponde a la ingesta de alimentos y lo segundo a la eficiencia de lo primero, o sea, comer sano y bien. Luego un ideal de dieta y unas recomendaciones y prohibiciones. Entre las recomendaciones, las consabidas cinco comidas diarias, las cinco raciones de frutas y verduras optimas para lograr el ansiado equilibrio y variedad nutricional.

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Otra recomendación, dedicar una alto porcentaje de las calorías que ingeriremos en el desayuno y la comida, dejando más ligeros el almuerzo, la merienda y la cena.

Otra recomendación, tomar a diario cereales (pan, pastas, arroces), legumbres, hortalizas, verduras, proteínas (carnes, pescados, huevos), fruta, lácteos (leche, queso, yogur), aceite de oliva y agua. ¡A diario!

Otra recomendación, elaborar un menú exhaustivo que aúne todos estos grupos alimenticios para no caer en la rutina y comer siempre lo mismo, porque si no, si nuestra alimentación es rutinaria, no será equilibrada.

Nos propusieron una serie de menús tan equilibrados…. tan apetitosos…. tan irreales. Porque todo esto que nos han contado está genial sobre el papel, si tienes un cocinero y alguien que te haga la compra. Si eres como el resto de personas del mundo, con sus cargas familiares, con su trabajo, con sus trajines varios…. poco tiempo para comer de esa manera te queda…. Te podrás ajustar más o menos pero prepararte semejantes combinaciones para meterlas en un tupper, llevártelas al trabajo y comértelas recalentadas no es la opción más viable. Como tampoco lo es cocinar de un día para otro y recalentar….. Entre desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, cenas, pensar en los menús variados, la compra, los tiempos de cocción, elaboración, aliño de los platos y el propio acto de comer y socializar haciéndolo, que también es super importante a nivel salud, se nos va casi todo el día…. No se como se tomarán en mi trabajo que me reduzca más horas para que mi alimentación sea más optima…. o como se lo tomará mi cuenta corriente cuando vaya a hacer la compra y solo me quede para patatas.

Tras la primera parte de la charla nos quedamos hambrientos y algo desolados…. yo ya iba deficitario en frutas y cereales esa mañana y la perspectiva no parecía mejorar.

Para cambiar un poco de tema entró en escena nuestro amigo y confidente de sobrepeso, el entrenador personal, que nos explicó la diferencia entre deporte de competición y hábitos deportivos dedicados a la salud. Creíamos que la diferencia sería clara, ay ilusos, pues no lo era tanto….

De nuevo, los beneficios del deporte o de la actividad física y su vinculación con el resto de aspectos de la vida y la salud. En resumen, el deporte es como la dieta mediterránea pero sudando, sirve para todo. Un inciso, se me ha olvidado comentar que el ponente iba de uniforme de trabajo, o sea, en chandal, y todos nos temimos lo peor, que nos fuera a dar una clase de aerobic o algo peor, que nos tirara al suelo a hacer abdominales… afortunadamente no hicimos nada de eso, y por lo tanto, tampoco comprendimos que viniera a una ponencia de aquella guisa (en el fondo, la que habla es la envidia, yo también quería zapatillas y pantalón de algodón).

En este área también encontramos muchas recomendaciones, como elegir una actividad que nos satisfaga, o una actividad que se nos de bien, o una actividad que podamos hacer con amigos. Lo importante, y que los organismos internacionales, la Organización Mundial de la Salud sobre todo, recomendaban, que la práctica de actividad física se prolongase entre ciento cincuenta y doscientos cincuenta minutos semanales, resumiendo, unas tres o cuatro horas.

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Eso si, podemos adaptarla a nuestro ritmo de vida y hacer sesiones más cortas más a menudo o sesiones más largas más espaciadas en el tiempo… pero sin pasarnos, que luego el cuerpo se acostumbra a no sufrir y no asimila el entrenamiento.

Otra recomendación, encontrar un nivel de entrenamiento óptimo para nuestros objetivos, mantenernos, adelgazar, fortalecer, tonificar…. y sobre todo, prestar mucha atención a nuestras abdominales, a reforzarlos y trabajarlos para tener una columna vertebral fuerte y sana y un suelo pélvico fortalecido.

Otra recomendación, entrenar tanto la fuerza, como la resistencia y la flexibilidad. Vamos, un poco lo de la dieta, variada y equilibrada.

En resumen, cuatro horas de ejercicio a la semana, con distintas intensidades de cargas, incluyendo estiramientos, abdominales, cambios de ritmo, cambios de ropa, duchas… a lo que debemos añadir los desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, cenas, pensar en los menús variados, la compra, los tiempos de cocción, elaboración, aliño de los platos y el propio acto de comer… y no nos olvidemos de socializar, sonreir, dormir ocho horas diarias, tener sexo con regularidad, beber litro y medio de agua y mear en proporción, por no hablar de otras necesidades que llevan un poco más de tiempo.

Lo dicho, vida utópica e incompatible con la vida real… a menos que tiremos de nuestra faceta multitarea y nos obliguemos a hacer dos o tres cosas a la vez. A ver,  se me ocurre…. se me ocurren muchas «tontás». Quieras o no, todos estos consejos, los de nutrición y vida sana, están bien dirigidos, pero si no somos capaces como sociedad, de conciliar la vida laboral con la familiar, ¿cómo vamos a ser capaces de afrontar todas estas «necesidades»? ¿Acaso es que #EstamosLocos?

No se, no se, demasiadas cosas que hacer y demasiadas pocas horas en el día, ¿como lo ves tu? ¿locura total? ¿totalmente viable? Utiliza la zona de comentarios para decírmelo y así charlamos un rato, que eso también es necesario, ya lo he dicho, socializar alarga la vida.

Hasta pronto,

J

Todos corren…. ¡yo corro!

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Esta tarde iba caminando y delante mío, paseaba un abuelo, bastante mayor el hombre, con sus dos nietas. La más pequeña debía tener cerca de dos años, y con la lengua de trapo que tienen los niños a esa edad le decía:

-No se code ¿vedad agüelo?

-No, hija, no se corre -respondía el abuelo- pero es qué tu hermana….

-Hermana mala, no se code -Insistía la niña pequeña.

-No, no, no se corre- volvía el abuelo- tu hermana es muy mala,  le digo que no se corre y no para de correr…

Menuda escena, la de veces que me he visto yo en esa misma situación, no como un abuelo, joer. Sino diciéndole a mis hijas que no corran, que pueden ir andando, que por qué no van andando?, qué paaaaaren ya!! Los que tenemos hijos hemos pasado por eso en innumerables ocasiones y es que los niños ven el mundo a su modo, y poco les suele importar lo que digamos los adultos. Con lo de ir corriendo de un lado a otro pasa lo mismo que con las toallas de la piscina -Qué no pises las toallas!- pero nada. Da igual que el niño en cuestión tenga 2 que 10 años, cada vez que atraviesan el césped de la piscina van pisando las toallas y como no, corriendo. Siempre corriendo… Bueno, siempre que no seas tú el que tenga prisa y diga, ¡corriendo, que no llegamos! Que ahí te has caído con todo el equipo. En esas circunstancias, los niños están muy cansados, no les apetece correr, les duele la planta de los pies o las zapatillas no son apropiadas…. Solo se me ocurre una palabra para describirlos cuando adoptan esta actitud. Capullos.

Dejando aparte esta fijación infantil de ir corriendo, que cuando hablo de comportamientos infantiles se me va la cabeza y me lío…me he dado cuenta de que a mi alrededor todo gira en torno a «correr». Si, es como cuando te compras un coche último modelo, de los que se han dejado ver poco por la calle, y cuando lo tienes no paras de verlos por ahí, en movimiento, aparcados, estrellados contra un semáforo. O cuando paseas de la mano de tu mujer embarazada y te cruzas con otras seis o siete, como si estuvierais en una feria de bombos. O cuando te rompes algo y vas escayolado, miles de personas se escayolan algo para no dejarte ser el único. A mi me está pasando con esto del running.

Desde que tomé la decisión de aprovechar unos ratos libres que tengo ciertas tardes entre semana para salir a correr un rato, unos treinta minutos, con intención solo de matar el tiempo y ponerme algo en forma, a todos a mi alrededor parece haberles entrado ansia por el running. El novio de mi compañera de trabajo corre, el novio de otra no hace deporte, sólo corre de vez en cuando, mi compañero de trabajo corre por las tardes para desestresarse, otro corre para preparar una competición, otro incluso participa en competiciones tipo Ironman….¿Es que no hay nadie que juegue a la petanca? Pues va a ser que no, chicas y chicos, el deporte de moda es correr, nada mas barato y tan a mano. El caso es que yo siempre he sido un detractor de esto del correr, he sido de los que pensaba que solo correría si me perseguían, aunque luego matizaba, incluso ni aunque me persigan… si me van a coger igual y encima desfallecido y sudado. Pero ahora mi opinión es otra.

Creo recordar que cuando me planteé salir a correr miré todo el catálogo de Decathlon para ver que era lo que necesitaba,  en una visita que hice a la tienda para otras cosas llegué a probarme unas zapatillas Asics tan bonitas como caras. No se cuando decicí parar con el cuento de la lechera, ya que yo soy mucho de eso, aunque vaya un día al campo tengo que ir de arriba abajo customizado, si voy a la nieve, lo mismo, me falta tiempo para comprarme hasta las gafas de ventisca….Pero el caso es que paré, me detuve, miré al cielo y pensé:

-Vamos a ver, no nos volvamos locos, si tengo zapatillas, camisetas y pantalones de deporte, ¿qué mas quiero? Ya si veo que en una o dos salidas me va bien, me compro las Asics, el pulsómetro, la sujeción para el móvil, dos o tres camisetas técnicas, un cortavientos y hasta una riñonera.

Así que con mi equipo básico de corredor pardillo, me lancé a la aventura de correr, primero andando rápido, luego trotando un poco, más tarde un poco de carrera ligera y luego, por favor un Samur. Qué experiencia maaaaaas mala. En qué hora se me había a mí pasado por la cabeza lo de correr. De los treinta minutos que tenía, debí de correr unos diez, el resto me los pasé caminando rápido, con el pecho ardiendo, sin respiración y boqueando como un pez fuera del agua. Ese día no me sentí bien, ni los cuatro o cinco días siguientes debido a las agujetas. El primer «running day» fue una maldición.

Aún así, volví un segundo día, para entonces ya había leído algo en Internet que me había llamado la atención. Se trata de un blog que encontré por ahí, navegando (que no corriendo) por la web, os dejo el enlace porque es muy recomendable su sección Running para Novatos (la mía, claro).

http://devagoarunner.wordpress.com/

El autor da todo tipo de detalles y de estímulos para los que queremos iniciarnos, nos facilita la tarea aportando su experiencia, poniéndose en nuestra piel y ejerciendo de Cicerone por el amplio mundo del running y sus vicisitudes. Una vez leídas varias de sus entradas, aún con el subidón del principiante, me marqué un objetivo a cumplir y me tiré de nuevo a la calle con las zapatillas. Os quiero decir una cosa, la motivación está muy bien, los objetivos también, la constancia, la vitalidad, la experiencia…. todo cojonudo. Pero el que estaba ahí sudando como un perro, colorado como un tomate y al borde del infarto era yo. Me acordé con cariño del autor del blog cuando acabaron los treinta minutos y me paré, objetivo cumplido. Y me estuve acordando de su familia entera mientras moría por ese maldito parque. Porque en el segundo «running day» corrí mucho más que en el primero, por mi mala cabeza, por cumplir el objetivo fijado y porque iba cuesta abajo, llegó un momento que me sentí fuerte y tiré, tiré, tiré….. Tanto tiré que me perdí. Y yo con hora y sin saber donde estaba concretamente. Ahí si que tuve que correr, como un maldito «pringao». Afortunadamente salí del atolladero, llegué a tiempo donde debía y me dije:

-¡Vaya mierda! -Y me fui a morirme a mi casa.

Unos días después, volví a releer el blog «De vago a runner», pensé que a lo mejor estaba exagerando y que debería darle ooootra oportunidad al ejercicio, ¿o tal vez no? Así que pensé que si lo de salir a correr estaba hecho para mí debería recibir alguna señal que lo confirmara, entre tanto, yo esperaría cómodamente sentado.

Este domingo, mientras estaba sentado junto a unos vecinos en un banco de nuestra urbanización, mi vecinita pequeña, una niña a la que no paran ni sus padres ni teme a nada, vino corriendo horrorizada a subirse encima de su padre porque un perro estaba rondando por ahí. El perro en cuestión, un diminuto y precioso cachorro, también venía corriendo escapando de una jauría de niños que solo querían acariciarle y hacerle monadas. Y sí, como os podéis imaginar, los niños también venían corriendo a por el perro. Esta situación entre tensa y graciosa no me pasó desapercibida. En ese momento pensé:

-¡No me jodas que ésta es la señal! -Parece ser que lo era, eso me pasa a mí por dejarle elegir al destino.

Así que no me queda otra que volver a intentarlo. Si todos corren, yo no voy a ser menos. Si véis que en unos días no estoy por aquí, es que estoy tirado en el suelo hecho un bicho bola y maldiciendo «las señales».

Hasta pronto,

J