Va a hacer ahora veinte años que se separaron los «Héroes del Silencio». En aquella época eran uno de mis grupos favoritos y cuando se toma esa decisión, siempre unilateral e injusta, es un shock para los seguidores. Os reconozco que me sentó rematadamente mal que lo hicieran.
No entendía los motivos, la banda tenía éxito, fama, vendía y llenaba en sus conciertos ¿era posible que la lucha de egos fuera más importante que el futuro por recorrer? Pues si y no. En aquel entonces yo me sentí agraviado por la decisión, quizá por falta de empatía. A mi no me interesaban los entresijos del grupo, ni sus intereses personales, ni sus posibilidades, ni sus discusiones, ni sus enemistades, yo quería su producto y punto.
Dos años después, otro grupo mítico me volvió a hacer lo mismo. Era el momento de «El último de la Fila», un grupo genial con canciones geniales y un sonido íntimo. Formaban parte de la banda sonora de unos días más que felices y su disolución daba al traste con ellos. Sus autores no podían saberlo pero así fue. Coincidió con el fin de mi etapa post-adolescente con todo lo que aquello implicaba y acabó con unas relaciones de amistad que se fueron desdibujando en la distancia por problemas propios, problemas ajenos, por la distancia y por nuestro propio egoísmo.
Otra vez alguien lo había vuelto a hacer, me dejaban huérfano musicalmente hablando y de nuevo con la misma sensación de desasosiego, de desazón, de abandono. Con la cantidad de grupos de mierda que había sonando por ahí y tenían que separase los que a mí mas me gustaban, no era justo de ninguna de las maneras.
Pero los años y la experiencia me han enseñado que la vida es la que no es justa, nunca lo es. Es una montaña rusa de emociones y vivencias, divertidas, apasionantes, encantadoras, admirables, rompedoras, tristes, alegres…. pero nunca justas. Y que pasen esas cosas como la separación de los grupos que marcan tu camino (ojalá todos los males del mundo fueran esos…) por lo menos sirve para endurecerte, para hacerte ser más consciente de que las cosas nunca son estáticas, siempre están en constante y voraz movimiento.
Otra cosa que me han enseñado la vida y la experiencia es que todo es cíclico. Y que hay que saber disfrutar de cada cosa en su momento, en lugar de poner «peros» por todo. Cuando «El último de la Fila» se separó surgió de sus cenizas la carrera discográfica de su cantante, Manolo García, que supuso una encantadora continuación a esos sonidos y de tantos y tantos éxitos. Con semejante heredero sonoro, mi luto fue menor.
Y ahora, a día de hoy, el círculo vuelve a rodar y «El último de la Fila» vuelve a los estudios de grabación para ofrecernos una versión revisitada de sus clásicos. No podría estar más contento, por lo inesperado, por lo sorpresivo, por lo excitante, por la añoranza.
Creí haber leído algo sobre este proyecto de reunificación pero quedó dormitando en mi subconsciente hasta que la semana pasada unos acordes, una voz y una melodía me sacaban de mi ensimismamiento. Yo conocía esa canción que sonaba, me sabía la letra pero los arreglos eran distintos, era «nueva» y a la vez era la de siempre. No había sido un sueño, ahí estaban de nuevo esos temas y con ellos todos esos recuerdos.
La canción que me despertó fue esta:
Os voy a dejar la letra de la canción para que la leais atentamente, porque habla sobre una relación extinta pero quitando el componente humano, se podría extrapolar a muchas cosas, a amores, a amigos, a situaciones, a vivencias….
«Me he acordado muchas veces de ti,
y hoy he pensado en volverte a escribir.
Quiero contarte que buscando entre mis libros
vi tus dibujos y casi te oí decir:
Hola qué tal Lico Manuel. ¿Qué tal?
Vamos pero dando la vuelta.
Espera, no me abraces aún
que está mi madre en el balcón.
Yo vivo en el mismo lugar.
Existe aún aquel bar y el rincón
donde solíamos hablar.
Donde escuchábamos nuestra canción.
Ahora ya no van a merendar
los de la fábrica de gas.
Ahora ya no hay palomas
ni aquel gato que era cazador.
Arrancaron el árbol
que hacía sombra en tu puerta.
Y casi te oigo decir:
Hola qué tal Lico Manuel.
Casi te puedo imaginar
al ver tu firma en un papel
Aún te recuerdo, muchas veces pienso en ti.
Y hoy he pensado en volverte a escribir.
Agua de lluvia, agua de días que vendrán…
Me desperté sin ti, no volverás jamás.
Adiós Manuel, Lico Manuel, me voy
hacia el fondo, al mar de la nada.
Y yo aquí tendido estoy
en este lecho de llanto.
Arriba, venga ponte de pie.
Lo que pasó ya no existe. Pues bien,
hace ya más de un mes.
Ahora mejor es olvidar.
Llanto de pasión.
No recuerdo quién fue
a la que tanto amé.
Qué cansado que estoy.
Recuerdos que al final
son un cruce de caminos.
¿Qué tal Lico Manuel?
Ya ves, vuelvo a donde empecé»
Esta canción va sobre los recuerdos, igual que el post de hoy, así que todo queda de nuevo redondo, otro círculo que se cierra y como acaba diciendo la canción… «Ya ves, vuelvo a donde empecé»
Y ha llegado vuestro momento, el del recuerdo o el del comentario, contadme algo, charlemos, pongamos música… no se, lo que queráis.
Hasta pronto,
J