Una Nochevieja diferente

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Desde que empecé con esto del running, cada vez que me hablaban de la San Silvestre, la última carrera del año, la del 31 de todos los diciembres, a mí me daba una pereza terrible. Normalmente siempre trabajo ese día y planificar una carrera de diez kilómetros cuando te has levantado a las 7 de la mañana para trabajar y sabes que la noche va a ser larga no era algo que valorase. Siempre he aprovechado para echarme la siesta y tener buen cutis y buenas energías para las uvas y lo que viene antes y después.

Pero este año ha sido distinto porque el 31 ha caído en sábado y no había que trabajar. Y además, como volví con mi grupo de running de los domingos, el efecto simpatía surtió efecto y uno a uno nos fuimos apuntando y pagando religiosamente nuestros derechos de carrera. Que os voy a decir que no sepáis ya, que me vine arriba.

La inscripción la hice con tanto tiempo que ha sido algo que tenía ahí en mente pero que siempre veía tan lejano. Pero como sabéis, todo llega, y esta carrera también llegó. Y lo hizo en unas circunstancias un tanto complejas, con casi dos semanas sin entrenar aquejado de un ataque de lumbago que difícilmente me permitía mantener una postura erguida y digna. Poco a poco el dolor se fue aliviando y llegó el día, ayer mismo.

Un día mierdoso, gris y muy, muy, muy frío. Y con los nervios que tenía por la carrera, más mierdoso y más frío me parecía. Llevaba más de un año y medio sin participar en ninguna carrera y esa distancia me daba un poco de vértigo, era como si fuera la primera de la historia. Nada más comer, que casi no pude ni hacerlo por los nervios, me vestí y me senté a esperar la hora en la que había quedado con mis compañeros de fatigas y sudores, un ratito en mallas en casa, deambulando e inventariando cachivaches no fuera a ser que se me olvidara algo imprescindible.

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Llegó la hora

Tras un corto viaje en metro allí estaba yo, en medio de toda la vorágine de corredores populares, unos profesionalmente ataviados y otros ingeniosamente disfrazados, cada uno para vivir su particular San Silvestre y alcanzar sus objetivos, los que fueran. Los míos eran acabar la carrera y disfrutarla, sin agonía de tiempos ni de clasificaciones.

Me encontré con mis hermanos runner, y nos fuimos a situar a nuestra cajón de salida, cada uno el suyo, Ángela al de las mujeres (si, hay un cajón solo para chicas) y Dani, su amigo Álvaro y yo al de los borregos (es el último cajón, el de los corredores que no tienen marca homologada inferior a 60 minutos en esa distancia, y el más populoso).

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Un poco de calentamiento y un poco de movilidad articular después, el pistoletazo de salida. Era la hora de que saliera nuestra oleada así que poco a poco nos fuimos desplazando hacia la línea de salida disfrutando del tremendo ambiente, de los gritos, de los aplausos, de la música en directo. Toda una fiesta. 3,2,1….

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A correr!!!!

Empezamos a correr entre una marabunta de gente que impedía que se notara el terrorífico frío que hacía y eso era de agradecer. Ya no sentía nervios, ya no sentía frío, ya no sentía nada que me atenazara, solo emoción así que era la hora de empezar a disfrutar. Una cuesta arriba, bien. Un giro a la derecha para coger la calle Serrano con tremendo efecto embudo y obligados a bajar el ritmo y de ahí, situados en constante descenso hasta ver el kilómetro 1. Plaza, giro a la izquierda, bajada vertiginosa, nueva subida…. kilómetro 2 y al fondo, la Puerta de Alcalá iluminada y donde se empezaban a agolpar numerosos espectadores preparados para pasar frío y calentarnos con sus ánimos.

Nuevo giro a la derecha para bajar a Cibeles y pasar el kilómetro 4 (perdí el tercero entre la gente) y recto, recto, recto ir llegando a Atocha donde estaba el arco que indicaba el kilómetro 5, mitad del recorrido. Hasta entonces muy buenas sensaciones de piernas y de respiración pero ya venían molestándome los dedos del pie derecho, muy a gusto corriendo con mis compañeros, siempre pendientes unos de los otros y de los que nos rodeaban. Un repecho antes de enfilar los dos kilómetros de bajada por Avenida Ciudad de Barcelona donde ya si que se notaba el ambiente festivo, un montón de gente en la calle animando y gritando. Y con cervezas en la mano que daba una envidia…

Pasado el kilómetro 7 empezaba lo duro de verdad. En la misma M3o nos esperaban una nueva banda de música tocando en directo y el comienzo de la Avenida de la Albufera, que era una cuesta arriba interminable. Después de sentir dolor en el pie durando los últimos cuatro kilómetros, ahora lo que me fatigaba era esa subida impertinente que frenaba el ritmo y que no parecía que se fuera a acabar nunca. Kilómetro 8 y aún subiendo. Álvaro nos animaba a subir, gritaba constantemente y casi nos llevaba en volandas. Yo en esos momentos de esfuerzo máximo solo me acordaba de los madrugones que se pega mi mujer para ir a trabajar y del curro que se mete luego en casa para tenerlo todo en orden y controlado. Y de mis niñas y sus entrenamientos exigentes, en esas horas y horas de físico, de natación y de técnica. Eso me ayudaba a seguir hacia arriba.

Y de repente, se acabó la cuesta. Giro a la derecha en Sierra del Cadí y ligera cuesta abajo para recuperar un poco el resuello ya de lleno en el barrio de Vallecas volcado con los corredores. Y el kilómetro 9, ya solo quedaban mil metros para terminar. Y fue cuando nos diseminamos, Álvaro avanzaba y se perdía mientras Dani se quedaba a recuperar un poco de aliento y superar el momento de flato mientras me animaba a que yo tirara. Y tiré.

Estaba muy emocionado escuchando tanto alboroto, tanta gente apoyando, tantos gritos de ánimo, ya se escuchaba la meta cerca pero no se veía hasta que al final de la calle, giro a la izquierda y los cien últimos metros cuesta arriba para franquearla. Tiré de las energías que me quedaban y crucé la línea!

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Sudoroso, agotado, congestionado y muy contento. Prueba superada, objetivo alcanzado y cumplido. Había terminado la carrera, la había disfrutado y me sentía bien, ni siquiera se en que momento me dejó de doler el pie pero de esto aprendí una lección. Que se pueden hacer las cosas con esfuerzo y con sufrimiento. Que para conseguir cosas nuevas hay que salir de la zona de confort y arriesgarse y que no se debe tirar la toalla a las primeras de cambio. Hay que luchar para llegar.

Dani y yo nos encontramos unos minutos más tarde en el guardarropa y nos despedimos deseándonos feliz noche, Álvaro se había despedido antes. Ahora quedaba el camino de vuelta a casa, que casi se convierte también en otra odisea, pero eso es otra historia.

El resto de la noche os lo podéis imaginar, cena, copas, uvas, más copas, besos y mucho Whatsapp y mucho Facebook y muchos agradecimientos a mucha gente que se interesó por como había vivido esa carrera.

Y hasta aquí la batallita. Espero que todos hayáis disfrutado de vuestra particular Nochevieja y que no seáis tímid@s y que paséis por aquí a compartirla con la comunidad. Un abrazo para tod@s y muy FELIZ AÑO NUEVO lleno de salud, amor, retos y éxitos.

Hasta pronto,

J

El hada vieja

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Hablando de las viejas glorias que mencionaba en el último post me han venido a la mente varias cosas. Quizá sea porque no he vuelto a coincidir con el anciano que caminaba al borde de la carretera con su mochila y sus bolsas desde que os lo dije o puede que en las fechas que estamos me acuerdo de mi abuela.

Ella si que fue una vieja gloria, todo una carácter indómito y extenuante. Pero haber nacido en 1910, haber pasado una Guerra Civil con un marido muy implicado políticamente y una postguerra llena de hambruna, necesidades y estraperlo marcan la trayectoria de cualquiera, y en especial, la forma de enfrentarse a la vida. Y después de todo aquello, verse postrada e impedida no debe ser fácil para una mujer temperamental acostumbrada a cargarse el peso del mundo sobre sus hombros y dar la explicaciones justas.

Ayer hizo doce años que falleció, y ciento séis que nació, porque como buena y gloriosa señora, no podía morirse otro día que no fuese el de su onomástica. Y para colmo de coincidencias (si es que existen) poco antes de su deceso nos enteramos, vía predictor, que estábamos embarazados de nuestra primera hija. Podéis imaginar que aquel fue un día agridulce y no solo por el notición, sino porque ella ya se merecía descansar. Llevaba varios años entrando y saliendo del hospital, siempre con la cabeza en perfecto estado lo que le hacía sufrir más su pérdida de movilidad… y hacer sufrir.

Pero eso es la vida, dicen, un vivir y un sufrir, un subir y un bajar, un avanzar y un retroceder….

Y avanzando, avanzando también me he acordado del anciano que me dio ánimos el otro día cuando iba corriendo por la mañana, un rodaje de cincuenta minutos a ritmo lento, aburrido y cansino que se debía reflejar en mi cara, porque de todos los corredores que había por la zona, solo yo me gané la sonrisa y el gesto de ánimo de aquel buen hombre. Su gesto me emocionó de tal manera que se me erizó el vello y me recorrió un escalofrío por la espalda y al devolverle la sonrisa y seguir corriendo pensé para mí que este hombre era carne de blog. Y así ha sido. Gracias.

Así que tenemos por un lado un par de abuelos y por otro el running. Pues con esa combinación tengo una anécdota. La del hada vieja que da título a esta entrada. Una historia que se remonta un par de años atrás cuando comenzaba con esto «del correr» y acababa de empezar con el grupo de entrenamiento de los domingos.

Era una mañana desapacible y lluviosa y yo en mi ignorancia deportiva creía que ese día no se entrenaba…. iluso. Claro que se entrenaba, y si tocaba tirarse en el suelo se tiraba uno, faltaría mas. Pues era uno de esos días… y tocaba hacer un circuito de fuerza, trabajar alguna zona del cuerpo durante treinta segundos y reponerse durante otros treinta para empezar de nuevo a castigar nuestro body. Estábamos en una parte un poco aislada del parque de El Retiro donde entrenamos siempre, en una pequeña glorieta que servía de encrucijada de caminos y rodeada por bancos de piedra, salvando las distancias, era un poco estilo Stonehenge, pero en pequeño, lluvioso y bucólico.

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Cambia las moles de piedra por bancos, rodéalo de árboles y lo tienes!

Ahí estábamos trabajando biceps, triceps, cuádriceps, mientras oíamos llover a nuestro alrededor cuando la vi. No se si alguien más fue consciente de ella a aquella distancia pero yo la vi llegar desde lejos aunque parecia que había aparecido de la nada, como si nuestros jadeos y nuestros sudores la hubieran invocado, y se acercaba hacia nosotros.

Cuando estaba lo suficientemente cerca reparamos en ella, en su pelo blanco larguísimo y despeinado, en su atuendo anacrónico, en su silueta esbelta y delgada, en sus pies descalzos a pesar de la lluvia y la temperatura pero sobre todo, en su rostro cuajado de arrugas y en su bella sonrisa.

Pasó entre nosotros, por el medio del círculo de piedra, sonriéndonos a todos pero sin fijar su atención en ninguno de nosotros y se fue, no dijo nada, no hizo nada. Desapareció como había aparecido, como por arte de magia y a mi me reconfortó verla. Podría tener treinta años o tres mil, no lo podría asegurar con certeza pero si que tengo claro que era alguien especial, con un aura brillante que destacaba en el grisáceo día.

Ese día la bauticé como el hada vieja y seguramente no sería un hada de verdad, que a esas siempre las pintan bellas, jóvenes y esplendorosas. Aunque tampoco podría jurar que no lo fuera, ya que lo otro son solo estereotipos. Quizá solo fuera una señora extravagante que salió a pasear sin zapatos, quizá fue un producto de nuestra imaginación provocado por el esfuerzo y por el ácido láctico, o quizá aquella presencia fuera solo un fantasma que habita en el centenario parque. ¿Vosotros que creéis?

Yo tengo claro que la presencia fue real y me gusta recordarla de vez en cuando, como ahora, cuando hablo de ancianos y de sus glorias y me hace gracia pensar que ella también se acordará de aquellos muchachos que hacían el tonto cada uno en un banco de piedra vestidos con colores chillones y extrañas zapatillas de deporte, porque todo tiene una doble versión.

Ahora que os lo he contado, ya no me pertenece a mí la historia del hada así que si algún día os la encontráis por ahí ya sabréis que aspecto tiene, no tendréis más que observadla y devolverle la sonrisa.

Y luego venís aquí y me lo contáis. 😉

Hasta pronto,

J

Noche de miedo

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Hoy es el último día de octubre y mañana, primero de noviembre, se celebra el día de Todos los Santos. Tradicionalmente es el día de ir a visitar a los muertos a los cementerios y toda esa imaginería, completada con la celebración de los Fieles Difuntos el segundo día de noviembre, siempre ha sido mágica y oscura.

En nuestro país siempre se representa el Don Juan y se solía leer a Becquer pero desde unos años a esta parte, la tradición de los muertos más autóctona se ha quedado en segundo plano y para sustituirla hemos adoptado el día de los muertos Anglosajón, el día de Halloween. Ya nunca se oirá hablar del Monte de la Ánimas y los desfiles de espectros, por contra, decoramos todo con calabazas naranjas y telarañas del todo a 1 Euro. Así somos aquí, empáticos y sin personalidad.

Y quizá sea por eso por que lo yo nunca he vivido esta noche como algo especial. No me gusta machacar mis tradiciones históricas sustituyéndolas por otras más globales e importadas, no le encuentro el sentido. Pero luego llegan los hijos y hacen que te metas tu chauvinismo por donde te quepa porque ellos sí que son hijos de Halloween, como lo son de los teléfonos inteligentes, de las pantallas planas y del Blue Ray, y reclaman su espacio de microterror y diversión. Truco o trato, truco o trato, truco o trato. En unos años todos nos llamaremos Jonathan, Kevin, Jennifer o Tessa y nos parecerá normal. Comeremos hamburguesas de media libra (porque habremos desechado nuestros kilos) y beberemos Coca Cola con sabor a cereza.

No os extrañe que entonces desaparezcan las horchatas, la paella, el cocido, el lacón con grelos y el pacharán. Y sobre todo, no nos tiene que extrañar, porque lo desecharemos nosotros mismos, lo sacaremos de nuestra ecuación como si nunca hubieran existido, solo quedarán pequeños reductos «para turistas» o en zonas de delicatessen. Al tiempo.

Y mientras eso llega, yo hoy tengo fiesta de Halloween, ¿que os creíais, que yo no me iba a dejar llevar por la corriente? Pues claro que sí, yo soy un vendido, como todos. En mi descargo diré que es una fiesta especial, hoy corro, bueno, practico running, que es lo que se dice ahora. Siempre he sido papá acompañante en las fiestas del día de los muertos pero hoy me desmarco y voy a vivir mi «Leaving la Vida Loca» con mis compis de afición. La carrera es de noche, en el hipódromo o por sus alrededores y promete muchos sustos y mucha diversión. Estoy como loco, ya me he hecho el disfraz, casero, eso sí, y estoy deseando que llegue la hora. Por las ganas y las expectativas creo que va a ser mi mejor Halloween hasta la fecha, ya os contaré en que queda todo esto.

Y dicho todo esto, habréis confirmado que no soy más que otro de los que prostituye sus raíces. Sí, yo también soy de esos, me quejo, me quejo, me quejo, me doy un baño de realidad y termino siguiendo la corriente. Que conste que me sigue pareciendo igual de mal que invirtamos en calabazas en lugar de en «Leyendas» pero oye, es el recurso del pataleo. Hoy si me quieres buscar ya sabes donde estaré, corriendo por mi vida y por no despeñarme en lo oscuro, como mis ideales patrióticos.

Y para ponerme un poco en situación me voy a dedicar una canción, y también a vosotr@s que seguro que os gusta 🙂

«Thriller» se lanzó en el año 1982, yo tenía diez años y este fue el primer vídeo musical del que tengo consciencia. Me atemorizó de tal manera que tenía que dormir todas las noches con la cabeza tapada y cada sonido que escuchaba en mi habitación creía que era un zombie o un hombre lobo que venía a despedazarme.

También fue el primer disco que compré en mi vida, una cassete pirata que compré en el Rastro de Madrid con mi paga, mi primer álbum adulto después de aquellos de Parchís o Teresa Rabal. Así que no es de extrañar que le tenga un especial cariño a este tema, que además viene de perlas para la noche de hoy.

Disfrutadlo, sed malos, que hoy se puede, y utilizad la zona de comentarios para lo que queráis, incluso poner fotos de calabazas, fantasmas, zombies y momias.

Hasta pronto,

J

Aquellos U2

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Uno de mis amigos blogueros, un ratón de larga cola llamado #Jerby, se está haciendo un especialista en los comentarios, les está dando una difusión tremenda y está convirtiendo este nicho de internet en tendencia. Los comentarios forman parte del diálogo que los bloggers establecemos con nuestros lectores y son completamente enriquecedores para que un blog tenga vida y dinamismo. Como él bien indica, de un buen comentario se puede sacar otro post y por lo tanto, este acto tan inocente y a la vez tan comprometido, es un caldo de cultivo para el futuro.

Este post de hoy, como os imaginaréis, está basado en un comentario. En este de Gema de hace un par de posts, allí hablábamos de música, de The Doors, de coincidencias del pasado y de U2. Y cuando leí ese nombre se me vino encima todo un pasado adormecido y excitante. ¿cómo podía haber olvidado a este grupo en mis entradas musicales? ¿con lo importante que han sido siempre? La respuesta es sencilla, todo llega cuando llega y ha llegado el momento de escribir sobre ellos.

Pero no voy a hacerlo sobre su trayectoria, han sido y son uno de los grupos más importantes desde hace décadas, por la música y por cosas extra musicales, lo voy a hacer sobre una etapa muy concreta. Sobre aquellos U2 que nos acompañaban a mis amigos y a mi en nuestras primeras e inocentes salidas nocturnas, las que terminaban en la discoteca «Paraninfo» en el madrileño barrio de Moncloa, después de unas cervezas y antes de salir pitando para coger el último metro que nos devolvería a casa.

U2 se había convertido en un grupo de referencia en el instituto y era admirable como habían hecho converger tendencias casi irreconciliables. Les gustaban por igual a los más «pijos» y a los más «macarras» así que casi era un lugar común de aquellos maravillosos años, esos quince casi dieciséis en los que empezábamos a interesarnos por cosas como la música, las chicas, los coches, y aún no habíamos llegado a finales de los ochenta. En el 87, la banda irlandesa publicaba el que para mi ha sido uno de los mejores discos de todos los tiempos, The Joshua Tree y de entre todos sus «singles», tres de ellos se disputaban el honor de ser la canción favorita de una generación.

Cuando escuchábamos los acordes de cualquiera de ellas saltábamos a la pista como desesperados, todos queríamos ser modernos y triunfar como ellos, nos sentíamos parte de algo. Cualquiera de esos temas era un himno que nos transportaba a un lugar donde podíamos compartir con Bono, The Edge, Larry y Adam nuestro gusto por la música, por la poesía, por el compromiso social, por la libertad. Eramos adolescentes y estábamos en plena efervescencia, ¿qué más podíamos esperar?

With or Without you

Where the streets have no name

I still haven’t found what I’m looking for

Cualquiera de ellas nos hacía vibrar. Todas ellas se convirtieron en aquellas canciones que formaban parte de nuestra historia musical, que formaron, sin quererlo o sin saberlo, parte de la banda sonora de nuestra vida. Canciones que a día de hoy siguen vivas, y no solo en nuestra memoria.

Recuerdo que años más tarde pude ver a U2 en un magistral y catártico concierto e incluso allí, estos temas se dejaron escuchar. No eran los que tocaban, promocionaban otro álbum, pero estas canciones no podían quedarse guardadas en el baúl de los recuerdos. Cuando he estado buscando los vídeos para incluirlos en este artículo, algo de mí se ha trasladado a aquellos días. Imagino que será la parte más aventurera, o la más épica, o quizá la parte más inocente. A aquellos días en los que todos nos creíamos que nos íbamos a comer el mundo, como U2, que íbamos a trascender y a crear y a cambiar el mundo. A aquellos días en los que un presupuesto limitadísimo era suficiente para hacernos disfrutar… Eramos adolescentes ¿qué más podíamos esperar?

Os voy a dejar y voy a pinchar al azar una de esas canciones, voy a cerrar los ojos y voy a tratar de vivir lo de entonces, con los ojos abiertos de par en par y a todo color.

Y si tú también has tenido tu experiencia con U2, o con otro, cuéntamelo en la zona de comentarios, así charlamos un rato…y un secreto, vale ponerse nostálgic@.

Hasta pronto,

J

Yo también soy «Titanium»

¿Hay algo mejor que levantarse un domingo de Junio a las 7 de la mañana, atravesarse Madrid en metro y correr una carrera de 10 kilómetros bajo un sol abrasador? No contestes, yo también lo se. Podría enumerar millones y aún así me quedaría corto.

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Pero como no solo de distracciones vive el hombre, ese ha sido mi plan de hoy. El evento en concreto que llama La Carrera Norte vs. Sur, una carrera por equipos (adivinad cuales) y con un recorrido aparentemente muy favorable para el corredor ya que gran parte del mismo se desarrolla cuesta abajo. Fenomenal en la publicidad de la carrera y fenomenal cuando decidí apuntarme, descerebrado de mí, hace un mes o cosa así…. Y en efecto, parte del recorrido es cuesta abajo, pero chiquillos, ¿y que pasa con las cuestas arriba? pues había, y un montón. Esta carrera era muy parecida al Aquópolis, llena de toboganes ¿y como se llega a ellos? En efecto, subiendo. Todo el trazado subiendo para volver a bajar o viceversa, que eso no me ha quedado tan claro.

La carrera comenzó con ambientazo, cerca de ocho mil participantes todos vestidos iguales, naranja los que corríamos por el sur, morado los que corrían por el norte y para calentar el ambiente, un poquito de baile. La organización tenía previsto hacer un flashmob a ritmo de Enrique Iglesias y su exitosísimo «Bailando» pero no ha tenido toda la repercusión que esperaban. Como no, los runners son gente seria y no pierden el tiempo en tonterías. Yo, que soy más de tonterías que de otra cosa, si que he bailado, fuera ridículo…. me ha dado más vergüenza salir de casa con la camiseta oficial con el dorsal pegado y meterme en el metro.

Tras el baile, la carrera, cuesta abajo y a todo trapo, como todo era cuesta abajo… Al coronar la primera cuesta arriba ya quería abandonar, una boca de metro situada estratégicamente a mi lado me hacía ojitos y a punto he estado de cambiar el asfalto caliente por la oscuridad del túnel. Medio desfallecido estaba cuando mi compañera Marianela me ha alcanzado y me ha animado, su mano en mi espalda ha sido refrescante y me ha dado energía para seguir con ella, mil gracias.

Era el empujón que necesitaba, una mano amiga, alguien a mi lado, un referencia. He echado mucho de menos eso, la presencia de mi mujer en la carrera, en la anterior la hicimos juntos de principio a fin y nos dábamos ánimos constantemente. Correr solo es una mierda para los que tenemos una mente vaga, y la mía amigos y amigas en muuuuuy vaga. Antes de comenzar a correr ya me dice que abandone, aunque las piernas y el corazón no hayan dicho nada aún. Que cabrona.

Para mitigar esa sensación, me he acostumbrado a correr con música, muy alta, que bloquee mis pensamientos y así estaba otra vez en la brecha, de nuevo solo porque había perdido a mi compi en el punto de agua del kilómetro 5, y volviendo a sufrir. Había aprovechado para beber un poco de agua y tirarme por encima de la cabeza y de la espalda la que sobraba, sin quererlo participé en el concurso de «mister camiseta mojada» que me ayudó a refrescarme y a poder combatir un calor que me asfixiaba.

Ya había pasado la mitad de la carrera cuando en mi mp3 sonó una canción muy especial. «Titanium» de David Guetta y Sia. Me sentí resurgir, iba mirando las espaldas de los corredores y corredoras que iban delante y pensaba, si ese puede, yo también, si esa puede, yo también.

Y entonces, y gracias a la canción, me di cuenta de que ninguno de los que estábamos allí éramos unos locos descerebrados, todos estábamos cumpliendo un objetivo, todos estábamos haciendo algo que nos gusta y que nos pone a prueba. Yo también era Titanium, todos lo éramos. No importaba la marca, el sufrimiento, el calor, las cuestas, lo importante éramos nosotros y la experiencia.

You Shoot Me Down But I Wont Fall I’m Titanium! (Me disparás pero no caeré, ¡yo soy Titanio!)

Ese pensamiento se mantuvo en mi cabeza hasta el final, una meta que veía cada vez más lejos, como en esa pesadilla en la que corres, corres, pero el pasillo se alarga y nunca llegas, solo que no era una pesadilla, era real y yo estaba corriendo, ¡qué cosas! Y así, ya lo sabemos todos, todo lo que empieza termina, la meta estaba allí, al alcance de la mano y de los pies. Cruzada la meta, super tapón de corredores apiñados, si ya pasé calor durante la carrera, lo del final no tenía precio, qué de gente toda junta, qué sensación de ahogo, ¡qué olor!, lo único bueno es que el objetivo estaba cumplido, había terminado la carrera y ya estaba andando.

Mi compañera volvió a encontrarme entonces y juntos nos fuimos a por algo de beber (caliente, que asco más grande) y al punto de encuentro con el resto de nuestro grupo de running y de allí a por unas cervezas frías y deliciosas que nos apañaran un poco el castigado cuerpo. Sinceramente, eso fue lo mejor de la carrera.

Ahora ya sé que he mejorado mi marca en más de dos minutos y medio pero no estoy contento con el resultado, he sufrido un montón y creo que he hecho un plan de carrera nefasto, mucha ansia al principio y muy poco fuelle en el resto, pero ya está hecho, un objetivo más, un aprendizaje más.

Para despedirme, dos homenajes, el primero para mi mujer, ya he dicho que la he echado de menos durante la carrera, la primera fue de los dos y esta se ha hecho muy larga y muy fatigosa sin ella y el segundo para mis ocho compañeros del equipo de running con los que he compartido experiencia, baile, anécdotas y sufrimiento, cada uno con sus pros y sus contras pero con su objetivos superados, enhorabuena chicos, esto también va por vosotros y sobre todo por los dos que corrían por el norte. El SUR ha vuelto a ganar la carrera, a quién se le ocurre….. 🙂

Y ahora, podéis comentar todo lo que queráis, yo prometo no moverme del sofá en un rato.

Hasta pronto,

J

Madrid

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De nuevo es sábado, ¡cómo se van las semanas!, en mi caso, como en el de muchos de los que me leéis, post a post. Hoy además es un dia festivo porque celebramos, los que somos de la capital, el día de la Comunidad. Hoy es la fiesta oficial de Madrid, ciudad y de Madrid, comunidad. No es que yo sea muy territorialista pero bueno, para una vez que coinciden estas dos cosas, fiesta y sábado musical, habrá que aprovechar.

No voy a ser muy original esta vez, ya os podéis imaginar de que va la entrada de hoy, y si no lo habéis descubierto por vosotros mismos, mejor que dejéis eso que estáis tomando…

A los más avispadillos, os confirmo que hoy toca música que habla de Madrid, en su título y en su letra. No me voy a extender mucho ni voy a descubriros temas novedosos, solo un breve repaso de los tres que me han venido a la cabeza al pensar en el post de hoy, y si están ahí, a la espera de saltar a primer plano es porque en su momento han sido importantes.

«Madrid», Pereza y Christina Rosenvinge

La canción es del grupo madrileño Pereza pero he elegido la versión junto a Christina Rosenvinge porque me gusta más, podría daros otra explicación más argumentada, incluso apelando a valores musicales, pero estoy tirando de la consabida chulería madrileña y no hay quién me pare.

Esta canción apareció en el álbum «Animales» de 2005 y aquí tenéis el vídeo…. bueno, realmente no es un vídeo ¿como podríamos llamar a estos «youtubes» en los que solo hay foto y música?

«Pongamos que hablo de Madrid», Joaquin Sabina

No podría no estar Sabina en un recopilatorio que hable de Madrid. El le ha sacado todo el provecho del mundo a nuestra ciudad, se siente como en casa aunque también se siente como en casa en Buenos Aires y en su Úbeda natal. Debe ser que es una persona bastante adaptable, que sabe encontrar su sitio. Sabina es muy canalla y le ha cantado a la parte más barrio-bajera de Madrid, que es la que ha sufrido, y sobre todo, vivido y disfrutado. Su Madrid es más oscuro y peligroso, como realmente era en los ochenta, más revolucionario y más «al límite», o quizá, como puede ser si nos preocupamos en rascar un poco.

Esta canción pertenece al álbum «Malas compañías» de 1980 y el vídeo es un homenaje fotográfico a la ciudad, a sus lugares emblemáticos, a sus gentes, a la cultura y al deporte. Ni que decir tiene que está algo anticuado, muchas cosas están diferentes, pero esa mezcla de verdad y añoranza queda curiosa.

«Madrid, Madrid», Hombres G

Esta canción la he dejado para el final quizá porque es mi favorita. Se que no es la mejor canción, ni siquiera la mejor canción que habla de mi ciudad pero los recuerdos que me trae son impagables, yo crecí con Hombres G y sus canciones han marcado mi paso de la adolescencia a la madurez. Los noto muy cerca aunque nunca he sido un gran fan. Además, es una canción curiosa, muy al estilo Broadway, bastante alejado de la musicalidad del grupo madrileño, transforma a su líder, un atrevido David Summers, en un inspirado «crooner». Está claro que nunca será Frank Sinatra pero el resultado es más que suficiente.

Esta canción está incluida en el álbum «Voy a pasármelo bien» de 1989 y el vídeo es otro recopilatorio de fotos sobre Madrid, que le vamos a hacer, hoy estoy que lo tiro. Como novedad, también tenéis la letra, por si queréis dejaros llevar.

Y hasta aquí el homenaje, que disfrutéis del fin de semana y de las canciones. No son todas las que hay sobre esta ciudad, y seguramente no son las mejores, así que, si queréis aportar vuestra particular selección, tenéis abierta la zona de comentarios.

Hasta pronto,

J

De cero a diez mil

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Es muy curioso como pasan las cosas. Yo nunca he sido deportista, nunca me ha interesado el deporte más allá de lo que daban por televisión, y nunca fútbol, que es lo más emitido. Me tragaba cualquier cosa desde la comodidad de mi sofá, carreras de coches, de motos, natación, gimnasia, atletismo, tenis, baloncesto y desde luego nunca me había planteado traspasar la televisión y practicar nada de eso. Eso era para otros.

Bueno, en parte miento, si que me hubiera gustado estar en el sitio de esos deportistas que recibían medallas y lloraban a moco tendido con el himno de su país mientras su bandera era izada al viento. Ya lo del esfuerzo y el sudor lo veía como más lejos, yo al drama.

¿Quién me iba a decir a mí que acabaría saliendo por la tele mientras otros vagos veían mis avances? Pues la respuesta es muy sencilla, nadie. Y si alguien me lo hubiera dicho, habría pensado que no sabía de lo que estaba hablando, ¿deporte yo? #amosnojodas. Ahora me acuerdo de una frase que decía mi abuelo: «nunca digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre». Cuanta razón tenía el hombre. Hablaba poco, era muy para adentro, pero cuando lo hacía sentenciaba. Si levantara la cabeza, seguro que esbozaría una sonrisa con un ¿lo ves? escrito en los labios.

De cero…

Los que me seguís por Facebook y Twitter ya sabéis que acabo de participar en mi primera carrera, los diez kilómetros del EDP Rock ‘n’ roll Madrid Maratón y 1/2 y que he salido con vida, con agujetas y dolorido pero vivo, muy vivo. Y eso es porque soy un inconsciente que no piensa las cosas y se dedica a actuar por impulsos, hasta ahora me ha salido más o menos bien y por ello me atrevo a vivir de esa manera. Hace aproximadamente un año que me plantee correr, no lo había vuelto a hacer desde el instituto, donde era nombrarme el test de Cooper y ponerme de mala leche, le cogí mucha manía a eso de correr y la he arrastrado hasta hoy, así que si lo pienso, no se que coño hago haciendo lo que hago.

Lo dicho, me planteé correr para matar el tiempo, podría haberme planteado leer enciclopedias o tomar el sol pero pensé que sería mejor hacer un poco de ejercicio y coger un poco de forma física. Aún tengo dudas sobre como fue aquel momento, estaría enajenado o drogado. El caso es que lo intenté, con más o menos suerte y como aprovechaba para corretear mientras mis hijas estaban en el polideportivo, cuando se acabó su curso, se acabó el mío. No había conseguido prácticamente nada, un poco de fondo y poco más.

Acabado el verano, ya septiembre del año pasado, me regalaron un curso de iniciación al running que se desarrollaba durante ocho semanas, un día por semana en clase de grupo con un entrenador y la posibilidad de hacer algo de trabajo personal orientado entre semana. Las primeras clases eran sencillas, correr dos minutos (que se me hacían eternos), caminar uno (que duraba como diez segundos). Era el comienzo, escalado y ascendente para hacer las cosas bien. Ocho semanas más tarde corría aproximadamente veinte minutos seguidos para dar una vuelta completa a «El Retiro» y superar la prueba final del curso. Estaba tan contento con lo conseguido en esas semanas que me reenganché al grupo siguiente, y ya van ocho meses.

… a diez mil

Lo bueno que tienen esas clases grupales es que son divertidas, a mi sigue sin gustarme correr pero me lo paso bien, voy todos los domingos con mis «amiguetes», pasamos la mañana y hacemos deporte. Un día, a alguien se le ocurrió la idea de participar en una carrera oficial y venga, a apuntarnos como locos, como descerebrados, como histéricos….. La mitad del grupo se apuntó a la Carrera de los Bomberos y la otra mitad al Rock ‘n’ Roll y yo ahí, al lío.

Que locura, nunca había corrido esa distancia, lo más que había hecho eran cinco kilómetros, la mitad, y ya tenía bastante, pero la fecha de la carrera la veía tan lejana que daba por hecho que mi estado de forma de corredor de élite se iba a mejorar milagrosamente. Falso. Con el invierno llegó mi alergia al ciprés, las lluvias, el frío, la pereza de salir entre semana, el no estar a la altura en algunas clases, ¿frustración? un poco… y la fecha ya se iba acercando.

El último mes me he puesto las pilas y he atendido (en su mayoría) a la rutina de entrenos que me había puesto mi entrenadora para estar a tope de cara a la carrera, y se ha notado, dos semanas antes del evento corría seis kilómetros sin despeinarme, subidón. Una semana antes del evento hice una tirada de siete kilómetros y rebajando casi un minuto por vuelta…. pero nunca había corrido 10 kilómetros. Hasta ese día.

Y a pesar se la lluvia, del madrugón y del ataque de nervios que arrastraba desde una semana antes salí a correr y paso a paso hasta la meta, diez mil metros, mis primeros diez mil, acompañado de mi mujer, que también es una enajenada como yo y se metió de cabeza en esto del running, mas por casualidad que por convicción, pero que está hecha una fiera.

Esto último ha sido una aliciente especial, ir acompañado durante toda la carrera es motivador, de vez en cuando nos mirábamos y nos preguntábamos, otras corríamos por carriles opuestos de la calle y ella, en un despiste, o eso dice, se arrimó a otro que no era yo, creo que no llegó a hacerle ojitos, pero bueno, lo que pasa en la carrera, se queda en la carrera.

Otro aliciente, la gente, el gentío que poblábamos Madrid correteando como gacelas, gamos o bisontes, cada uno a lo suyo y a lo de los demás, constantemente animando y animándonos, había buen rollo y se notaba. En algunos puntos encontramos concentraciones de gente animando nuestro paso, se me ponen los pelos de punta solo de recordarlo. Aunque para pelos de punta, cuando a unos doscientos metros de la meta me llegaron los gritos que estaba dedicándome mi primo de Alemania, que ha venido por trabajo y que se pasó por la carrera a animar. Oir ese «PRIMOOOOOOO» me dio más energía que un litro de Red Bull y aceleré para entrar en la meta en pleno sprint, buscando a mi mujer con la mirada para no perderla y resulta que la cabrona me había adelantado y me sacó casi diez segundos. Chicas al poder.

Tercer aliciente, mi medalla, había una para cada uno pero yo ya había focalizado mi triunfo en ese pedazo de metal, y cuando me la pusieron por la cabeza me acordé de todos aquellos deportistas de élite de los que os he hablado al principio. Creo que no lloré por vergüenza y porque me hacía pis. A punto estuve de ducharme con la medalla y todo. Es un símbolo, una meta, otro objetivo cumplido.

Y ahora…

Hoy tenemos resaca de carrera y de ilusión, aún nos duran la emoción y las sensaciones y creo que se van a quedar con nosotros durante bastante tiempo. En principio seguiremos corriendo, entrenando con nuestros respectivos grupos y si surge, correremos más carreras. Intentaremos rebajar esos 1:04:33 que tenemos como marca oficial pero solo si se tercia, sin estrés, sin apuros, sin agobios.

Tengo la sensación de haber conseguido muchas cosas en estos ocho meses de entrenamiento, no es solo pasar de correr cero metros a correr diez mil. Ha sido un camino de superación, de implicación, de naturalidad, de objetivos, de empeño, de fuerza, de coraje, de alegría, de humildad, de motivación… son muchos momentos bonitos pero tampoco hay que mitificarlos. Si yo he podido, vosotros también. Ni mi mujer ni yo somos super-héroes, somo personas normales, más bien vaguetes, que se han propuesto una meta alcanzable y la han alcanzado.

Y hablando de metas, no quería despedirme sin recomendaros el blog de una compañera de running de mi mujer que ha relatado post a post toda su evolución hasta convertirse en medio-maratoniana. Cierra la boca y corre no tiene desperdicio, derrocha naturalidad y buen humor. Si alguien cree que lo que hemos hecho nosotros es espectacular, que lea alguna de sus entradas, yo estoy completamente rendido a Flor, a su mundo y a su fuerza de voluntad.

Que lo disfrutéis, y como siempre, si queréis que charlemos un poco, ahí tenéis los comentarios.

Hasta pronto,

J

Let’s Rock!

Queda menos de un mes para la próxima locura en la que me he embarcado…

blogrnrmadridmaraton.com
blogrnrmadridmaraton.com

Para los que os hayáis quedado loc@s al ver la foto debo aclarar que, aunque no está publicitado en el evento, también hay una carrera de diez kilómetros que es la que vamos a hacer. Si en plural, mis amiguillos del club de running, mi mujer y yo. Habéis leído bien, también he picado a mi mujer con esto de correr y ella tiene su propio grupo de entrenamiento, sus propios amiguitos y sus propias motivaciones y ese día, el próximo 26 de abril de 2015 trataremos de darlo todo para llegar a la meta en un estado, digamos, lo más digno posible.

Os puede parecer normal esto que os estoy contando si no me (nos) habéis conocido de antes, pero es que yo he sido la cosa mas seta, más parada y menos deportiva que podías imaginar. Los deportes desde el sofá, bien tumbado por si acaso sufría algún tipo de lesión, y ella, ni os cuento, ni en la tele. Así que esto que nos está pasando es una NOVEDAD con mayúsculas.

Dejando de lado nuestro pasado pasivo, tengo que decir que estoy (estamos) emocionado con la llegada de ese día, mi primer evento deportivo, y también un poco cagadillo porque aunque parezca obvio, ni siquiera se lo que tengo que hacer, no he estado nunca, no se si hay que llegar a la salida y salir pitando o hay que colocarse de alguna forma concreta, eso de las marcas, los cajones de salida y el protocolo de la carrera es nuevo para mí. Si el otro día me enteré que en este tipo de carreras corren «liebres» para ayudarte a alcanzar tu marca, el que la tenga, solo hay que localizarlo y seguir su ritmo…. mi mujer va mas lejos y se pregunta que qué pintan conejos corriendo con nosotros….. ains!!!

Sea como fuere nosotros vamos, aunque lleguemos allí como Paco Martinez Soria al desembarcar en la gran ciudad desde el pueblo, con ilusión y ganas. No será tan complicado, digo yo.

El día de antes tenemos que pasarnos por una feria de deporte, por el stand de los organizadores, para que nos den la bolsa del corredor, que por lo visto contiene una camiseta Adidas diseñada para la ocasión, mas bien fea, un dorsal con nuestro nombre y un chip. Como unos de los patrocinadores es Huawei ya podían meter un teléfono, aunque fuera baratillo, pero creo que no va a colar, o a lo mejor son los que han hecho el chip???? Por cierto, que eso del chip me suena a perro o a espía, que molón.

Pero si hay algo que me hace especial ilusión, aparte de terminar la carrera que es el principal objetivo, es la medalla que nos van a dar en la meta. No me digáis que no es super chulo eso de tener premio por atravesar la línea de meta. Una cosa tengo clara, como diría esa energúmena…. YO POR MI MEDALLA, ¡MATO!

medalla

Se que soy básico pero me hace una ilusión loca, aunque ya os digo quienes se van a hacer con las medallas una vez nos las quitemos de cuello. Nosotros sudando para conseguirla y que luego lleguen la enanas y se las apropien, pues que corran ellas!

También hay otra cosa que me apetece mucho, dejando de lado el hecho de medir mis capacidades, mi fuerza, mi resistencia, y es la animación. Todo el mundo que ha corrido este tipo de carreras dice que la sensación es muy especial, verte rodeado de tanta gente con un mismo objetivo debe ser grandioso, la sensación de ir corriendo por las calles de tu ciudad sin tráfico es una experiencia nueva, que haya gente a lo largo del trazado animando a los corredores, ya ni os cuento, que emoción.  Y otra cosa, esta carrera no se llama Rock & Roll por nada… el recorrido está amenizado por bandas de rock tocando en directo… Así sobre el papel tiene todo muy buena pinta, ¿no?

Ahora lo que toca es entrenar, estas cuatro semanas van a ser más intensas y orientadas a ofrecer un buen rendimiento, ya hablo de esto como los profesionales…., voy a tener semanas de carga, semana de transferencia y semana de descanso, con diferentes ejercicios e intensidades que quizá sea la parte más técnica y más pesada pero mejor ir preparado. Yo (nosotros) tengo muchas ganas de que llegue el día D y de disfrutar de la experiencia, que, al fin y al cabo, es lo que nos debería mover a hacer las cosas que hacemos por ocio, la emoción y la ilusión. De nada serviría hacer este tipo de cosas por compromiso u obligación.

Lo tengo claro, la crisis de los cuarenta me está descubriendo una serie de facetas desconocidas para mí, seguramente sean buenas, desde luego sí que son sorpresivas, va a ser verdad eso de que los cuarenta son los nuevos treinta. O quizá no es mas que un engaña bobos ilusionante, que fácil es contentarnos.

Dentro de nada estaremos en plan, preparados, listos, ya….. y yo estaré por aquí para contároslo con todo detalle, ya sabéis lo que me gusta recrearme con estas cosas, ya sean musicales, dramáticas o tragicómicas.

Y ahora os toca a vosotros, ahí tenéis la sección de comentarios para enviarme todo tipo de ánimos y críticas, el caso es charlar un poco.

Hasta pronto,

J

Vagabundeando

Vagabundeando

vagabundear.

1. intr. Andar vagabundo.

vagabundo, da.

(Del lat. vagabundus).

1. adj. Que anda errante de una parte a otra.

2. adj. Holgazán u ocioso que anda de un lugar a otro, sin tener oficio ni domicilio determinado.

He elegido bien el nombre de esta entrada, lo tenía claro pero he preferido acercarme al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española para que me verificase que la palabra que iba a utilizar como título era la apropiada. El por qué mi cara es la que ilustra el post de hoy, viene un poco más adelante, asi que ya sabes, no te lo pierdas.

Vagabundeando, que es gerundio.

No se si os ha pasado alguna vez, imagino que si, que veis personas desubicadas, de esas que no deberían estar donde están. De esas sobre las que te preguntas… ¿pero como ha llegado aquí?

Alguna vez, conduciendo por alguna autopista, me he fijado en alguna persona que caminaba por la nada, en lugares donde no había población, ni estaciones de servicio, ni ná de ná, solo campo y los restos de alguna antigua carretera nacional. Y ese hecho me ha extrañado lo justo, de todos es sabido que la gente «de pueblo» les gusta mucho caminar, a veces no hay otra opción entretenida que calzarse zapatos cómodos y tirar. Es posible que les haya sorprendido en el camino de dos pueblos que a mi se me antojaban muy distantes, pero quizá no los son tanto. O quizá si lo son pero da igual.

Otras veces me ha sorprendido ver gente esperando en la mediana de una carretera con tráfico fluido esperando para cruzar. ¿pero de donde demonios han salido? y lo que es peor ¿no se me tiraran encima del coche? Esa gente parece tener sobredosis de paciencia, encontrarse ahí, en peligro, sin cobijo y a la intemperie a la espera de una situación propicia para continuar su camino. Es espeluznante.

Y no solo pasa en carreteras, también en las calles más populosas de Madrid, en las horas de más tráfico, me he encontrado a gente parada en mitad de dos carriles, como si se hubieran teleportado desde sus casas, con cara de asombro y a la espera de un hueco. Me extraña tanto…. porque Madrid, al igual que el resto de grandes ciudades, está bie señalizada, hay pasos de peatones que indican por donde se puede y por donde no se puede cruzar, no es lógico que haya personas que atraviesen andando un jardincillo, salten unos arbustos y se metan en una marabunta de coches, motos, bicis y autobuses con la única protección de sus cuerpos. O qué decir de aquellas personas que intentan atajar por la mitad de una rotonda, a la japonesa, como si pudieran cruzar en diagonal.

La única explicación que me viene a la cabeza para que pasen estos sinsentidos es que hay gente que vagabundea, que camina sin rumbo fijo ajena a los obstáculos. Posiblemente ensimismados, enajenados o abducidos. Pero no voy a tirar piedras sobre mi propio tejado, porque a mí también me pasa.

Yo vagabundeo….

Hace poco he vivido en mis carnes ese estado de ausencia del entorno al que me refería. Dejé a las niñas en el polideportivo, aparqué el coche al lado de un parque/bosque cercano a la M30 y como estaba bastante congestionado con la maldita alergia invernal, decidí caminar. Me adentré en ese espacio verde, húmedo y desconocido con ganas de evadirme, de no fijarme en nada, de pasar desapercibido, de estornudar a mis anchas.

Como siempre he sido bastante pringao para algunas cosas y no me gusta pasar por un perdido, suelo caminar con autoridad, como si supiera perfectamente donde me dirigo, así que a medida de caminaba y me alejaba de la «civilización» iba evitando a las posibles personas que me encontraba. Unos señores con perros, unas mamás con carritos, un chico en bicicleta, un par de runners…. Tanto me alejé de lo que reconocía que llegó un momento que me sentí perdido, pero no tenía miedo, era otra sensación, como de…. ¡Por fín, ahora estoy realmente SOLO!

Pasé una zona de árboles y unas cuestas que se me hicieron interminables y me encontré encima de un puente sobre una carretera, perfectamente reconocible, pero con una perspectiva completamente distinta, desde arriba para variar. Lo que tenía a mi alrededor era una especie de explanada grande que hacía las veces de falso puente, en realidad la carretera está horadada en la mini colina por la que caminaba, así que tenía árboles por un lado, carretera por otro y un incipiente atardecer que otorgaba valor al conjunto.

Ahí es donde decidí coger el móvil y ponerme a hacer fotos, del atardecer, de los árboles, de la explanada, del suelo, de la carretera…. y claro, como estaba solo, de mí mismo… con el atardecer, con los árboles, con la explanada, con el suelo, con la carretera…. Estaba totalmente absorto dedicado a inmortalizarme que no ví que un runner se había plantado a escasos metros de mí a hacer sus estiramientos. ¿pero como se le ocurría? ¿es que acaso no se notaba que ese era un momento privado? Así que, ni corto ni perezoso, me hice una última foto mirando como el típo en cuestión estiraba sus cuádriceps.

Cuando me alejaba del improvisado escenario no paraba de pensar en el corredor. A lo mejor yo había invadido su lugar de estiramientos habitual, a lo mejor era yo el que sobraba, a lo mejor estaba pensando… ¿Pero que hace este gilipollas haciéndose selfies en mitad de la nada?… Naaaaa!

Pasé del tío y de sus pensamientos, no podía volver sobre mis pasos porque no sabía donde los había dejado así que improvisé, elegí otro camino mientras la luz caía a marchas forzadas, el atardecer se iba oscureciendo demasiado para estar en un lugar desconocido así que había que apretar el paso y llegar cuanto antes a una referencia válida. En mitad del camino que elegí me encontré con una encrucijada…. Y no tuve más remedio que sacar de nuevo el móvil, hacer una foto y poner este tuit que os dejo a continuación:

No me digáis que no estuve inspirado….

No llegué a tomar aquel camino, ya no tenía mas tiempo, tenía que volver a recoger a las niñas y ante este tipo de cargas no se puede ser muy aventurero. Vislumbré un poco de tráfico unos metros más adelante y ya pude ubicarme. Al salir de entre los árboles noté como mi vagabundeo había terminado, ahora yo dirigía mis pasos, ya no estaba en aquel estado, volvía a ser consciente de todo. Y por una parte, me sentí triste.

Ahora, reflexionando sobre ello, creo que fue porque aquel rato fui más libre que de costumbre, no tenía ninguna necesidad que cubrir excepto la de guiar mis pasos, nada me esperaba al llegar a donde quiera que me dirigiese y tampoco dejaba nada atrás. Era yo mismo en modo simplificado.

Así que os animo a que os dejéis llevar un día de estos y que luego vengáis y me contéis lo que habéis sentido, y mientras tanto, podéis utilizar la zona de comentarios para decirme que estoy como una cabra, no me lo tomaré a mal.

Hasta pronto,

J

Calentito, calentito

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Hoy estoy como el día, calentito. Es ilógico que estemos casi en noviembre y tengamos estas temperaturas, pero bueno, yo soy de calor y este tema es el que menos me preocupa. Acabo de pillarme un cabreo considerable con mi hija mayor, que es muy buena y todo lo que queráis pero a veces la agitaría para que espabilara. La pobre actúa como actúa y cuando se ve acorralada miente, pero miente muy mal, o quizá yo ya soy zorro viejo y se por donde van sus tiros, no tiene picardía y siempre la pillo. He tenido que retirarme de la cocina, bufar en silencio y contar hasta cien para no liarme a gritos y a romper cacharros. Pero esta se entera… ya os digo yo que esta se entera.

Esto ha sido la gota que ha colmado un vaso ya de por sí, rebosante. Hoy estaba en el trabajo y nos hemos enterado de la última operación que la Fiscalía Anti Corrupción en colaboración con la Guardia Civil ha llevado a cabo en Madrid Capital, en varios Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Han detenido a un total de 51 personas de distintos partidos políticos acusadas de varios delitos de corrupción, cohecho, prevaricación, blanqueo de capitales, vamos, un poco lo de siempre, y a la cabeza, el que fuera número 3 del Partido Popular de Madrid y hombre de confianza de la entonces Presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre. Un hombre que había salido de sus cargos y de los del partido unos meses atrás, por la puerta trasera, al descubrir una cuenta a su nombre en Suiza con la nada desdeñable cifra de 1.5 millones de euros.

Estamos tan acostumbrados a este tipo de noticias que no debería extrañarnos, pero a mí me ha sentado como un tiro. Este no es mas que otro escándalo en la ya larga lista de corruptos y sinvergüenza que hacen cola esperando a que llegue su turno en la Audiencia Nacional ¿para qué? Pues a la vista de los acontecimientos, para nada. Porque en nuestro país no pasa nada si eres corrupto, si estás imputado en un delito de estas características o si te pasas de bocazas y de prepotente ante la opinión pública. Nunca pasa nada, nunca dimite nadie, nunca se encarcela a nadie y esto, lo único que hace, es crear un estupendo caldo de cultivo para que vengan más sinvergüenzas, más caraduras y más corruptos que se aprovechen del dinero de todos los españoles, de los que estamos en crisis y nos cuesta la vida llegar a fin de mes, para vivir la vida padre.

No me gusta la política, no me interesa aunque si tengo que posicionarme soy bastante más de izquierdas que de derechas pero ya no creo en nada, no creo en ningún partido y mi decisión ha sido gracias a todos estos que están en la palestra y no hacen más que salir en la foto, con cara de circunstancias porque «les han pillado», no porque estén arrepentidos del barrido que han hecho. Aunque mis convicciones sean más progresistas que conservadoras no me alegro que esto que esté pasando suceda bajo un Gobierno de Derechas, no justifico desde el otro lado que los míos roban menos porque ya no hay nadie al que llamar mío. Me da igual el color de los señores que han sido detenidos hoy mismo porque han caído de todos los colores, y no solo hoy, hay casos abiertos que ponen en tela de juicio a muchos de los respetables integrantes de los principales partidos españoles así como de los sindicatos mayoritarios.

Todos se llenan las manos a nuestra costa, todos. El poder corrompe, y los seres humanos son débiles, no se pueden manejar presupuestos tan millonarios sin saber hacer la O con un canuto y no se puede gestionar sin tener unas auditorias potentes que garanticen que los fondos que se utilicen estén perfectamente justificados. Es imposible otra gestión porque los dos partidos mayoritarios han jugado a esto desde el principio. Han jugado a hacer de nuestro país su cortijo donde hacer y deshacer, donde beneficiarse de una leyes que les favorecen hasta en estos momentos de debilidad, unas leyes que les garantizan unos poderes generales totalmente politizados, una ley electoral definida para gestionar a la perfección sus mayorías y sus alternancias.

Llevo todo el día con una sensación de asco en el estómago, con unas ganas de vomitar todo esto que ahora estoy escribiendo y una ganas terribles de pararme en seco y gritar, de gritarles a la cara lo desgraciados que son, lo hipócritas que son, lo mentirosos que son, lo chulos que son. Hoy ya no puedo más, adoro mi país pero me duele esta pasividad que tenemos, dejamos que nos vayan cargando la mochila con todo tipo de mierdas y ellos a cambio a disfrutar. Y todos son iguales, yo no manejo el discurso de nadie, soy independiente, esto no es más que una opinión y lo que siento es lo que digo, que todos son iguales, el partido del Gobierno que se está cubriendo de gloria día sí, día también. El partido de la oposición que quiere regeneración política con los mismos y que también tienen lo suyo, y no solo en Andalucía, la tercera fuerza política de izquierdas que han trincado como los que más y los sindicatos, que defienden los derechos de los trabajadores apropiándose de los fondos europeos para la formación y que encima mantienen su estructura intacta gracias a las subvenciones que pagamos TODOS con nuestros impuestos. Y yo me pregunto:

¿¿HASTA CUANDO??

Si tienen a la justicia de su lado, una justicia para ricos (ellos) y otra para pobres. Una justicia que no es ejemplarizante y que se ha convertido (perdonadme la expresión) en «el coño de la Bernarda», lenta e incapaz. No hay nada de nuestro lado, hay voces alternativas, si, gente con ganas y aún limpios, no se si por convicción o por falta de oportunidad pero están aún muy abajo.

No se como no se les cae la cara en mil pedazos y no entiendo aún como estos partidos que se están riendo de nosotros a mandíbula batiente siguen teniendo afiliados, militantes, simpatizanes y votantes que les financian o ayudan a financiar sus juergas y sus dispendios a nuestra costa. Es posible que tengamos el país y los políticos que nos merecemos porque somos unos cagados que no movemos ni un dedo para cambiar las cosas, humillamos como los toros y dejamos que nos tiren toda la mierda encima. Y nosotros, mientras tanto, deseando que la crisis desaparezca de los medios, que no de la realidad, para mirar hacia otro lado y seguir como hasta ahora.

Pues una cosa os digo, si no somos nosotros los que «tomamos la Bastilla», nadie va a hacerlo por nosotros, seguiremos en el mismo pozo y, lo que es peor, fomentando que esto siga siendo así hasta el infinito y más allá. El mensaje positivo de esto, que lo hay, es que en nuestra mano está la posibilidad de cambiar. Mandemos a la mierda a toda esta gente de una manera ordenada, educada y democrática.

Ahora me voy un rato al coche a gritar en soledad y ya me quedaré mucho más tranquilo.

Hasta mañana,

J