Esos son los años que llevo aquí, al borde de la blogosfera. Atisbando desde mi pantalla lo que se mueve alrededor y dejando mi impronta, poco a poco, creando mi pequeña comunidad, que por cierto, debe estar desnutrida y famélica del poco «alimento» que le doy últimamente. Y es que se me acumula la plancha 😀
Que os voy a contar que no os haya dicho ya de la vida extra-pantalla, de las obligaciones, de la pereza y de la procrastinación, no me voy a seguir repitiendo que este es un espacio de categoría, con contenido original y currado.
Pues si, amig@s, cuatro añazos ya, que se dice pronto. Y aunque el fondo es más o menos el mismo, la forma o las formas si que han cambiado, ya no soy el que era hace esos años, ya no divulgo de la misma forma, ya no difundo mi material de la misma forma, ya no me relaciono de la misma forma ni con la misma gente, y eso no es bueno ni malo. Recuerdo que al principio de empezar esta acción bloguera me volqué mucho en las comunidades de G+ e hice muchos contactos y algunas ciber-amistades que aún conservo y vivía todo eso de la difusión con bastante agonía, tenía tiempo para ello o si no me lo quitaba de otra cosa, me implicaba mucho en muchas cosas y quería alcanzarlo todo y contentar a todos. Error. No se puede llegar a todas partes con un blog personal sin ánimo de lucro, ni hay por qué.
Al tiempo que me empecé a desligar de las publicaciones organizadas, de la presencia en Redes Sociales y de querer abarcar cada rincón de la red global, mi vida se ha asentado. Si que es cierto que este espacio es MI lugar en el mundo virtual, mi casa, mi puerta a lo desconocido, mi agujero de gusano, mi todo y que disfruto hasta la saciedad escribiendo y compartiendo pero he perdido, afortunadamente, el sentimiento de culpa de no contestar a tiempo, de no seguir las publicaciones de los compañeros o de no actualizar los contenidos con regularidad. Y eso, en parte, me hace más libre.
Es cierto que se pierde reciprocidad, pero ¿podemos vivir sin ello? ¿puede yo vivir si ello? A día de hoy digo SI. ¿Qué quizá me gustaría poder aguantar un ritmo más frenético y volver al post semanal? Seguramente. ¿Sufro por ello? Ya NO.
Por eso, este aniversario ha pasado casi levitando, sin levantar polvareda, sin avisar, casi desapercibido. Y eso que yo el 28 de septiembre tenía la extraña sensación de que algo se me escapaba, que había algo que celebrar y no daba con ello. Con lo cerca que lo tenía, a un golpe de tecla. Así que me doy por felicitado, por besado y por homenajeado y a otra cosa, a seguir produciendo, a seguir escribiendo cuando el tiempo y las ganas acompañen y a seguir celebrando cumple-blogs.
Y ahora me voy a hacer un regalo, en forma de canción, una de mis favoritas de uno de mis grupos favoritos, Muse.
Time is running out no deja de ser una canción de amor pero ya sabéis que yo irreflexiono constantemente y que me da por sacar petróleo de cualquier cosa. Y es que ese título me inspira mucho. «El tiempo se está agotando» me parece un precioso mantra para animarnos a seguir, a disfrutar del presente, de lo que tenemos, a desechar lo que no queremos a nuestro lado, a vivir el día a día con la gente que queremos hacerlo, a tratar de buscar la ansiada felicidad en cada cosa que emprendemos, que gestionamos, en la que nos involucramos… porque todo tiene un fin y cuando llegue, todo eso que hemos labrado será lo que nos quede, a todos los niveles, no solo el personal.
Piénsalo, plantéate que la vida se acaba, que nuestro tiempo se agota… ¿no tratarás de hacer lo que te hace feliz? Pues a ello y antes de que nos pongamos más intensos, vamos a cantar como locos 🙂
Podéis felicitarme en la sección de comentarios o simplemente dejar constancia de que se me está yendo la cabeza (¡si es que ya tenemos una edad!)
Hasta pronto,
J