Granos y pelos

Si no me conocierais de hace tiempo, podríais pensar, al leer el título de esta entrada, que soy un adolescente en plenitud de cambios, las hormonas, ya tu sabes. Pero no, ese época dorada y grimosa ya quedó atrás hace unas décadas. Que tiempos aquellos de bigotillo, de cambio de voz, de acné, de cuerpo a medio formar, de brazos largos, de piernas largas, de delgadez extrema. Tiempos también de correr como un gamo, de comer sin engordar, de repudiar la siesta….

Ahora vivo esa etapa con los ojos de padre y veo los cambios, los pelos y los granos a través de mis hijas. Y debo decir, que la adolescencia es insoportable. Para el que la padece en su interior, con esa lucha constante de crecer/no crecer, cambiar, sentir, y el que la padece desde el exterior, como víctima y espectador de los cambios, humores, prioridades, sufrimientos y luchas internas. Y además, la adolescencia, es fea, e incómoda, e ingrata. Pero eso no lo sabes hasta que no la superas (por lo menos la parte mas física), mientras estás dentro y sin la perspectiva adecuada, puede resultar hasta pasable, hasta el punto de que todos los que te rodean en tu franja de edad están en las mismas circunstancias. Mal de muchos…

Y si solo fuera lo físico, sería mas aceptable. Pero la adolescencia ataca a muchos niveles y el psicológico es el peor. Los cambios de humor, la exaltación de lo bueno y de lo malo, las discrepancias intergeneracionales, el darte cuenta como hijo que tus padres son ancianos que no te comprenden y de darte cuenta como padre que tus hijos están a años luz de lo que eran hace meses, que el candor y la admiración ahora se han tornado en apatía, indiferencia, decrepitud y hasta odio. Un lujo, vamos. La «vivas» desde el lado del que la vivas.

Yo aprovecho en esos momentos para mantener un perfil bajo que me haga retraerme para no saltar, que me ayude a empatizar o que me abstraiga egoistamente de la que está cayendo y es en esos momentos cuando recurro a lo que mejor se hacer, dejar que la mente divague y que mi yo físico entre en pleno «viaje astral», o lo que es lo mismo, estar sin estar.

Ya me lo decía mi madre hace muchos años: -Mira el niño, se queda embobado con la tele.

Y era verdad, mi evasión siempre era a través de la caja tonta, de los dibujos animados, de los anuncios de detergente, de los documentales de animales… Debería parecer un niño raro, como medicado, mirando la tele con la boca abierta, sin pestañear, a mi bola, en la más exquisita e interesante plenitud, en un estado de ataraxia completo y ajeno a lo que me rodeaba. Y en realidad eso no ha cambiado mucho, ahora quizá he evolucionado y ya no sufro de ese tipo de desconexiones tan potentes pero si que me flipo de vez en cuando.

En la actualidad tenemos otros muchos canales para dejarnos fluir, ya no solo la tele. Miles de ingenios tecnológicos están a nuestro alcance donde infinidad de distintos canales y opciones están disponibles para nuestro entretenimiento, o para como queramos llamarlo. Entre todos ellos, yo tengo una gran amigo en Youtube.

Y este amigo, pozo sin fondo de tutoriales, caja de pandora de trastornos y agujero negro de experiencias y vivencias me ha traído hasta aquí, hasta los granos y lo pelos. Continuemos con lo menos asqueroso.

LOS PELOS

Hace años me gustaba ver en televisión los programas de Tabatha Coffey, una especie de «pesadilla en la cocina» en la que se sustituían los restaurantes por peluquerías y salones de belleza. Una mezcla interesante de gestión de negocios y de telerrealidad, donde todo partía de un entorno caótico, sucio y catastrófico y que terminaba en pura belleza, plenitud y éxito empresarial. Si a todo aquello se le añadían la parte más humana, para bien o para mal, las decisiones, las prioridades, los errores y los dramas familiares y personales, el resultado era gozosamente catárquico.

Quizá gracias a ello siempre me he atrevido a cortarles el pelo a mis hijas, a peinarlas para sus competiciones y a hacer esos arreglos capilares que parecían insignificantes para acudir a un profesional. Si querían flequillo o trenzas de boxeadora su padre buscaba un tutorial y al lío. Con este bagaje no es de extrañar que un día apareciera en mis sugerencias un vídeo sobre cambios de look y de ahí a toda una colección de tintes de colores, cortes de pelo, cambios radicales, estilismos absurdos. Los mejores y los peores peluqueros y estilistas muestran su trabajo, es un canal perfecto para la publicidad al fin y al cabo y ahí estoy ya para ver tendencias, aciertos y muchos errores.

LOS GRANOS

Esta parte me resulta mucho menos justificable, aunque debo reconocer que explotar granitos (o granos) siempre ha sido una de mis actividades favoritas. Siempre los puntos negros antes que los granos de pus, que siempre ha habido categorías.

No se en que momento apareció en sugerencias un vídeo de unas clínicas de estética especializadas en tratamientos de acné, o lo que viene a ser lo mismo, vídeos de personas explotando granos (muchos) a otras personas. Unos vídeos que debo reconocer como tremendo placer culpable, me enganchan y me desagradan a partes iguales, o no del todo. Creo que me desagradan más pero no puedo dejar de verlos, siempre al borde de la nausea, pero…

Esas incisiones, esos cúmulos de grasa, esas heridas sanguinolentas… son tan sumamente asquerosas y a la vez, tan sumamente adictivas. Yo me considero un completo abducido pero vosotros, debéis verlos para opinar, o igual no, debéis manteneros al margen y escapar de esta atracción tan cochina. Sea como fuere, os dejo una muestra y allá vosotros y las consecuencias 🙂

En fin, pelos y granos, glamour y asco, como la adolescencia, como la vida.

Y tu, eres más de lo uno o de lo otro? Hay algo raro que suelas consumir en esa privacidad tan tuya, tan personal y tan independiente? Pues coméntalo, somos tu grupo de terapia, nada de lo que digas será juzgado, nada será bueno o malo, dale.

Hasta pronto,

J

5 respuestas a “Granos y pelos

  1. En serio?? Te gusta ver como explotan los granos?? Ains de verdad, aunque tampoco me sorprende viniendo de ti 😂😂.
    Yo soy mas de cambios de pelo y cortar flequillo si hace falta.
    Paciencia con tus niñas, sabes que esto pasará, todo pasa, el mio también tenia una empanada en todo lo alto que no era normal, afortunadamente ya pasó 🙄
    Cuídate mucho y escribe mas, se te echa de menos… Un bsin

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    1. Hola Yoli!! En serio, me gusta ver esos vídeos, me absorben el cerebro y no puedo dejar de mirarlos con una mezcla de gustete y ascazo. Es que soy géminis, y a las dualidades se me dan de maravilla, jejejej 🙂
      Indudablemente el mundo pelos es mucho mas bonito, donde va a parar.
      Y la adolescencia… pues a esperar que pase, con paciencia.
      Este año me he propuesto ser mas activo (en realidad me lo propuse en 2020 y mira que carrera llevo) así que seguramente nos veamos más a menudo por aquí.
      Mil gracias, como siempre, por estar ahí.
      Un abrazo!!!

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  2. Me he reído mucho y por supuesto, me siento identificada. De pequeña era un trasto. No sé cómo lo hacía, pero tenía accidentes cada dos por tres. Me pelaba las rodillas, los codos… Y cuando se me curaban las heridas y se formaban las costras, allá que iba yo y me las arrancaba, sangraba a chorro y otra vez a curarlas a base de mercromina que era de color más rojo, que la propia sangre. Y con los granos, y las espinillas, eso era lo más. Me ponía frente al espejo y apretaba despacito para ver cómo salía ese líquido blanco asqueroso. Era hipnótico total! La adolescencia la veo en mis sobrinos menores.😜

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    1. Hola Mamen! lo de las costras es que es un no parar, yo hace poco me caí corriendo y me hice una herida en la rodilla, no pude parar de rascar hasta que me arranqué la costra. Me encanta esa mezcla de dolor/placer, masoquista que es uno 🙂
      Me encanta que la entrada te haya hecho recordar.
      Un abrazo!!!

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