Y allí, al otro lado…

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Hoy me voy a poner intenso, incluso un poco filosófico.

A tí, que estás leyendo esta introducción y que te ha dado un poco de gustirrinín el hecho de la filosofía te va a gustar, y a tí, que te ha dado más bien pereza eso de la filosofía y la intensidad no te vayas, que no va a ser tan largo y seguro que no es para tanto.

Algo tiene el verano que  me pone, no lo puedo evitar, mis poros están mas abiertos que de costumbre y mi mente mucho más perceptiva, todo en el verano me transmite sensación de vida, de vibración, de buena onda y es por eso que soy más proclive a tener hechos reveladores en esta época. Hoy he tenido uno de esos cuando volvía a casa del trabajo. Ese momento que tanto nos gusta a todos, cuando has dejado atrás la rutina y las obligaciones pero aún no estás inmerso en la otra monotonía, la casera. Para mí, un momento mágico, cuando me encuentro conmigo mismo y mis pensamientos en la intimidad de mi coche y aislado del exterior.

Me he detenido en un semáforo, muy cerca de mi casa, en una gran plaza. Uno de esos semáforos que duran hora y media y que siempre son un fastidio. He tomado consciencia de que estaba escuchando una canción de la radio, una de esas canciones de verano, hoy que el día no era nada veraniego, sino otoñalmente lluvioso. Un paradoja ese Summer Love, de David Tavare.

Mientras la canción (que me la se, no lo voy a negar) invadía mi cuerpo y mi alma, mis ojos se quedaban fijos en un enorme charco de agua sucia, había llovido demasiado y ahí estaba esa acumulación en movimiento, dejándose balancear por el tráfico y el viento. Casi como si tuviera vida propia, casi como si fuera capaz de avanzar entre los coche y absorbernos.

Y en medio de semejante charco, de repente, se ha dejado vislumbrar un autobús urbano, circulando cadenciosamente, ajeno a todo y a todos, y detrás de él, otros, coches, camiones…. Todo un desfile automovilístico. El sol había salido de nuevo y el tráfico ya no solo se reflejaba en el charco, toda la calzada estaba mojada, la luz del sol reverberaba en ella y le confería la apariencia de un espejo, uno de esos trucados, que distorsionan a voluntad al tiempo que reflejan. Más que un espejo, era una especie de lago, sin forma fija ni fondo definido. Yo sabía que todo eso que yo estaba viendo boca abajo eran reflejos de la realidad, pero era completamente incapaz de apartar mi vista de esa perspectiva turbadora.

Segundos después, ya no estaba sentado, ni estaba en mi coche, ni estaba rodeado. Estaba solo, de pie, al borde del lago, viendo pasar a mis pies fantasmagóricas imágenes que me eran familiares, que parecían objetos animados y cotidianos, reconocibles, pero a la vez, irreales. Y entonces fue cuando mi cabeza comenzó a divagar, a plantearse si no sería mucho más real el mundo «boca abajo» que el mundo «boca arriba». Porque ¿es posible que lo que vemos habitualmente sea también un reflejo? ¿podemos estar seguros de que lo que nosotros consideramos real, efectivamente, lo es? Es posible que no seamos más que una proyección, que vivamos en un sueño realista, que nuestros sentimientos no sean más que condicionamientos. Sé que es posible que no vivamos en la realidad, o al menos, que vivamos en una realidad adaptada a cada uno, igual que nuestro reflejo, único y programado.

En mi ensimismamiento reflejado algo ha llamado mi atención, un vehículo extraño, uno nuevo, más humano y débil. Un joven montando una bicicleta amarilla (¿o tal vez era al revés…?) ha irrumpido en mitad de la imagen, ágil y veloz como un rayo, como una huída. Inmediatamente he intentado buscar su imagen «real» en el mundo «boca arriba». He mirado en todas la direcciones pero no ha sido posible localizarlo en este plano. Es probable que no perteneciera a él, no puedo estar seguro, como de casi nada, pero…. ¿Y si…?

En ese momento una sonrisa ha asomado a mi labios, una sonrisa de satisfacción porque me había dado cuenta. Otro mundo es posible, el mundo del espejo es real, o tan real como el «real». Lleno de vida y de acciones, de líneas de movimiento, de presencias y de vacíos, de circunstancias personales adversas y de luz propia.

El sonido estridente de un claxon me ha privado de mi ensoñación trayéndome de vuelta al mundo cotidiano, David Tavare seguía cantando en mi coche que volvía a serlo. Y yo estaba sentado al volante y era el primero de una gran fila de vehículos. Algo turbado he arrancado, atendiendo a las señales de la vida real y me he encaminado a casa con la seguridad de que he visto lo que he visto. Por unos instantes yo he estado allí, ya se que existe. Ahora solo me queda encontrar otra puerta para asomarme con curiosidad a ver que se cuece al otro lado.

Si tú la ves, avisa.

Hasta pronto,

J

6 respuestas a “Y allí, al otro lado…

  1. Hola Juanan, yo he visitado otras realidades, una de las cuales fue leyendo la saga de «La necesidad de Mordant», que precisamente era a través de espejos por los que cambiaban de lugar y a veces de tiempo… Pero bueno, como también has hecho mención al filosofeo, creo que en El Mito de la Caverna de Platón no llovía ni había superficies como las de los espejos. De hecho no creo que hubiese ni color…todo sombras… ains, eso lo he pensado alguna vez, pero no iba conduciendo, sino paseando al perro y de puro aburrimiento me he quedado empanada mirando las sombras igual que tu miraste los charcos…
    Jajaja…. Dios los cria y ellos… pues nada, se comentan por la red.
    Saludos!!

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  2. Buenos días desde la otra realidad, la de madrugar…coger el bus…es cierto que todos vivimos una realidad diferente. De nuevo, gran reflexión…y te diré que meterte en «charcos» es lo que tiene…En serio, yo también pienso que la realidad es algo que quizás hayamos inventado para vivir civicamente y que cada uno de nosotros vivimos reflejados en la vida de los demás, o eso pretendemos…La vida es, al fin y a cabo, un walking dead en el que a ciertas horas (por ejemplo ahora) estamos más muertos que vivos y necesitamos comernos los unos a los otros para continuar malviviendo…Menos mal que a veces despertamos en una playa (eso sí rodeados de gente) pero con el sol de plano que nos hace sentir que estamos de VACACIONES…

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