Esta tarde iba caminando y delante mío, paseaba un abuelo, bastante mayor el hombre, con sus dos nietas. La más pequeña debía tener cerca de dos años, y con la lengua de trapo que tienen los niños a esa edad le decía:
-No se code ¿vedad agüelo?
-No, hija, no se corre -respondía el abuelo- pero es qué tu hermana….
-Hermana mala, no se code -Insistía la niña pequeña.
-No, no, no se corre- volvía el abuelo- tu hermana es muy mala, le digo que no se corre y no para de correr…
Menuda escena, la de veces que me he visto yo en esa misma situación, no como un abuelo, joer. Sino diciéndole a mis hijas que no corran, que pueden ir andando, que por qué no van andando?, qué paaaaaren ya!! Los que tenemos hijos hemos pasado por eso en innumerables ocasiones y es que los niños ven el mundo a su modo, y poco les suele importar lo que digamos los adultos. Con lo de ir corriendo de un lado a otro pasa lo mismo que con las toallas de la piscina -Qué no pises las toallas!- pero nada. Da igual que el niño en cuestión tenga 2 que 10 años, cada vez que atraviesan el césped de la piscina van pisando las toallas y como no, corriendo. Siempre corriendo… Bueno, siempre que no seas tú el que tenga prisa y diga, ¡corriendo, que no llegamos! Que ahí te has caído con todo el equipo. En esas circunstancias, los niños están muy cansados, no les apetece correr, les duele la planta de los pies o las zapatillas no son apropiadas…. Solo se me ocurre una palabra para describirlos cuando adoptan esta actitud. Capullos.
Dejando aparte esta fijación infantil de ir corriendo, que cuando hablo de comportamientos infantiles se me va la cabeza y me lío…me he dado cuenta de que a mi alrededor todo gira en torno a «correr». Si, es como cuando te compras un coche último modelo, de los que se han dejado ver poco por la calle, y cuando lo tienes no paras de verlos por ahí, en movimiento, aparcados, estrellados contra un semáforo. O cuando paseas de la mano de tu mujer embarazada y te cruzas con otras seis o siete, como si estuvierais en una feria de bombos. O cuando te rompes algo y vas escayolado, miles de personas se escayolan algo para no dejarte ser el único. A mi me está pasando con esto del running.
Desde que tomé la decisión de aprovechar unos ratos libres que tengo ciertas tardes entre semana para salir a correr un rato, unos treinta minutos, con intención solo de matar el tiempo y ponerme algo en forma, a todos a mi alrededor parece haberles entrado ansia por el running. El novio de mi compañera de trabajo corre, el novio de otra no hace deporte, sólo corre de vez en cuando, mi compañero de trabajo corre por las tardes para desestresarse, otro corre para preparar una competición, otro incluso participa en competiciones tipo Ironman….¿Es que no hay nadie que juegue a la petanca? Pues va a ser que no, chicas y chicos, el deporte de moda es correr, nada mas barato y tan a mano. El caso es que yo siempre he sido un detractor de esto del correr, he sido de los que pensaba que solo correría si me perseguían, aunque luego matizaba, incluso ni aunque me persigan… si me van a coger igual y encima desfallecido y sudado. Pero ahora mi opinión es otra.
Creo recordar que cuando me planteé salir a correr miré todo el catálogo de Decathlon para ver que era lo que necesitaba, en una visita que hice a la tienda para otras cosas llegué a probarme unas zapatillas Asics tan bonitas como caras. No se cuando decicí parar con el cuento de la lechera, ya que yo soy mucho de eso, aunque vaya un día al campo tengo que ir de arriba abajo customizado, si voy a la nieve, lo mismo, me falta tiempo para comprarme hasta las gafas de ventisca….Pero el caso es que paré, me detuve, miré al cielo y pensé:
-Vamos a ver, no nos volvamos locos, si tengo zapatillas, camisetas y pantalones de deporte, ¿qué mas quiero? Ya si veo que en una o dos salidas me va bien, me compro las Asics, el pulsómetro, la sujeción para el móvil, dos o tres camisetas técnicas, un cortavientos y hasta una riñonera.
Así que con mi equipo básico de corredor pardillo, me lancé a la aventura de correr, primero andando rápido, luego trotando un poco, más tarde un poco de carrera ligera y luego, por favor un Samur. Qué experiencia maaaaaas mala. En qué hora se me había a mí pasado por la cabeza lo de correr. De los treinta minutos que tenía, debí de correr unos diez, el resto me los pasé caminando rápido, con el pecho ardiendo, sin respiración y boqueando como un pez fuera del agua. Ese día no me sentí bien, ni los cuatro o cinco días siguientes debido a las agujetas. El primer «running day» fue una maldición.
Aún así, volví un segundo día, para entonces ya había leído algo en Internet que me había llamado la atención. Se trata de un blog que encontré por ahí, navegando (que no corriendo) por la web, os dejo el enlace porque es muy recomendable su sección Running para Novatos (la mía, claro).
http://devagoarunner.wordpress.com/
El autor da todo tipo de detalles y de estímulos para los que queremos iniciarnos, nos facilita la tarea aportando su experiencia, poniéndose en nuestra piel y ejerciendo de Cicerone por el amplio mundo del running y sus vicisitudes. Una vez leídas varias de sus entradas, aún con el subidón del principiante, me marqué un objetivo a cumplir y me tiré de nuevo a la calle con las zapatillas. Os quiero decir una cosa, la motivación está muy bien, los objetivos también, la constancia, la vitalidad, la experiencia…. todo cojonudo. Pero el que estaba ahí sudando como un perro, colorado como un tomate y al borde del infarto era yo. Me acordé con cariño del autor del blog cuando acabaron los treinta minutos y me paré, objetivo cumplido. Y me estuve acordando de su familia entera mientras moría por ese maldito parque. Porque en el segundo «running day» corrí mucho más que en el primero, por mi mala cabeza, por cumplir el objetivo fijado y porque iba cuesta abajo, llegó un momento que me sentí fuerte y tiré, tiré, tiré….. Tanto tiré que me perdí. Y yo con hora y sin saber donde estaba concretamente. Ahí si que tuve que correr, como un maldito «pringao». Afortunadamente salí del atolladero, llegué a tiempo donde debía y me dije:
-¡Vaya mierda! -Y me fui a morirme a mi casa.
Unos días después, volví a releer el blog «De vago a runner», pensé que a lo mejor estaba exagerando y que debería darle ooootra oportunidad al ejercicio, ¿o tal vez no? Así que pensé que si lo de salir a correr estaba hecho para mí debería recibir alguna señal que lo confirmara, entre tanto, yo esperaría cómodamente sentado.
Este domingo, mientras estaba sentado junto a unos vecinos en un banco de nuestra urbanización, mi vecinita pequeña, una niña a la que no paran ni sus padres ni teme a nada, vino corriendo horrorizada a subirse encima de su padre porque un perro estaba rondando por ahí. El perro en cuestión, un diminuto y precioso cachorro, también venía corriendo escapando de una jauría de niños que solo querían acariciarle y hacerle monadas. Y sí, como os podéis imaginar, los niños también venían corriendo a por el perro. Esta situación entre tensa y graciosa no me pasó desapercibida. En ese momento pensé:
-¡No me jodas que ésta es la señal! -Parece ser que lo era, eso me pasa a mí por dejarle elegir al destino.
Así que no me queda otra que volver a intentarlo. Si todos corren, yo no voy a ser menos. Si véis que en unos días no estoy por aquí, es que estoy tirado en el suelo hecho un bicho bola y maldiciendo «las señales».
Hasta pronto,
J
No sé si en ese blog habrán publicado esto que te recomiendo que leas. Creo que para cualquiera que corra (de cualquier manera) debe de ser un «must». Joder, si incluso para los sedentarios creo que lo es: http://theoatmeal.com/comics/running
Si no lo has leído, leetelo entero aunque es largo. Muy recomendado. Después me dices.
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Por supuesto, haré los deberes y te digo. Un abrazo 🙂
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Amigo J, poco a poco. Tú mismo te darás cuenta de cómo vas aguantando cada vez más. Eso mismo me pasaba a mí, pero llega un punto de superación y el cuerpo te pide más. Ánimo!
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Tu crees, amigo C? El cuerpo me va a pedir mas correr o mas descansar??? Gracias por comentar. Eres grande.
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