Quiero que la vida sea un musical.

Toda la vida me han llamado la atención las bandas sonoras de las películas, de las series, de los anuncios de televisión, de los anuncios de radio, vamos, que creo que me entendéis.
Y yo creía que me gustaba la música, pero después de mucho reflexionar he llegado a la conclusión de que, aunque en efecto me encanta la música, lo que más me gusta es como la música forma parte de nuestra vida. Y sobre todo, me gusta como la música y los efectos de sonido ensalzan las escenas de ficción. Imaginaos la escena de la ducha de Psicosis sin música, solo con cuchillo y señora gritando. O el inicio de Blade Runner sin el tema instrumental de Vángelis, solo ciudad futurista y nave. O a Escarlata O’Hara poniendo a Dios por testigo, llena de barro, a contraluz y totalmente muda. Se me ocurren mil escenas más, y a vosotros seguro que también.
Y dicho esto, siempre me he preguntado, ¿por qué nuestros momentos, los de la realidad que vivimos día a día, no tienen música? Vale que todos tenemos un banda sonora, con canciones que nos gustan, o que nos disgustan, pero no es eso lo que yo quiero. Lo que a mi me pondría a mil por hora sería que  mi vida fuera un musical, que la realidad se interrumpiera para que yo cantara, para que yo bailara y para que la gente que me rodea sepa perfectamente la coreografía a seguir y me hicieran los coros. Para no ponerme muy protagonista, dejaría que alguien hiciera algún dueto….. Por si no queda claro, quiero decir que yo no quiero que hagan un musical de mi vida interpretado por otros. Yo quiero ser el prota, siempre!!
¿Qué como he llegado a esta conclusión? -pregunta el señor aquel del traje…
Pues mire usted, creo que siempre he sabido que yo estaba destinado a ser algo grande, a ser un «estrellita» y como soy el protagonista de mi vida, la quiero vivir como me de la real gana, y si es cantando, cantando y si es bailando, pues bailando. Faltaría más!!! Eso y porque la primera vez que vi «A Chorus Line», la película, me quedé impresionado.
Esa historia no trataba de  los dibujos animados Disney donde todo está permitido y las canciones son dulces y optimistas. Tampoco era «El mago de Oz» o «Mary Poppins» con su colorido y su fantasía. No, señoras y señores, en aquella historia, la gente sufría y luchaba, cantaba y bailaba, lloraba y se derrumbaba,  rebajaban sus expectativas de vida y de futuro por un puesto de trabajo básico. Lo que yo veía ahí era real.
Ese fue el momento el que distinguí las películas musicales de las otras, claro que antes había visto muchas, pero no me habían calado tanto. Haciendo memoria recuerdo un montón de películas musicales que me gustaron antes y después de esa: «Cantando bajo la lluvia», «West Side Story»,  «Grease», «Cabaret», «Chicago», «All that Jazz», «Hair», «Nine», «Bailando en la oscuridad», «Moulin Rouge», «Todos dicen I love you»……. y «El otro lado de la cama».
Qué historia tan fresca la de «El otro lado de la cama» qué cercana, qué……tan de andar por casa, y qué esfuerzo el de esos actores y actrices, que no son cantantes ni bailarines. Y por encima de todo, qué identificado me sentía.

-Si ellos pueden hacerlo, yo también, -Reflexionaba. -La vida debería ser así, un musical!Y con todas esas reflexiones en mente, llevo imaginando cientos de números musicales destinados a poner un poco de sal y un poco de pimienta a la vida cotidiana, al devenir diario. Unos números musicales que harían que la rutina y la monotonía huyan hacia otros lugares y donde la música inunde todo lo que me/nos rodea.

¿No sería fantástico esperar en la puerta del colegio de las niñas, rodeado de mamás que saben que me estoy convirtiendo en un bloguero de éxito y cantar «Simple irresistible» de Robert Palmer mientras las mamás mas sexis y entregadas pululan a mi alrededor entre miraditas y mohines? Ayayayayayay!

¿Y que decir de esas reuniones de trabajo rodeado de señores y señoras en traje, entonando a voz en grito «Todos me miran» de Gloria Trevi, y una coreografía que mezcle mesas de despacho, sillas, pantallas de video-conferencia y purpurina? Subidón total.

¿Y esa cena romántica entonando el «Como yo te amo» en versión Niños Mutantes, vestido con traje vintage, músicos de cámara y muchas velas? Si de esta no mojamos…..

¿Y ese atasco matutino convertido  en tamborada al más puro estilo Carlinhos Brown, con gente bailando entre los coches, corriendo por la aceras, invadiendo el carril bus? No hay mejor forma de quitarse las legañas.

¿Y una coreografía mientras salimos de ruta sobre patines a ritmo de «Forever Young» de Alphaville, mientras anochece entre las calles de la ciudad, entre saltos y piruetas, con el cielo volviéndose rojizo y anaranjado? Este es el deporte que me gusta, relajado y sin sudar.

¿Y esa escena con poca ropa, poca luz y mucha actividad con nuestra piel perlada de gotas de sudor mientras se escucha «Santa Maria (del Buen Ayre)» de Gotan Project? Fundido en negro, que esto ya es para mayores.

Son tantas la posibilidades, y tan ecléctico el repertorio que sin duda sería un éxito. Y sobre todo porque sería solo mío, mi vida, mi música, mi musical. Y yo, el único y auténtico protagonista. Solo le encuentro un fallo a esta idea, y es que, como dice mi amigo El Hippie, Juan tío, tu serias un gran cantante, si no fuera por la voz… 😦

Hasta pronto.
J

2 respuestas a “Quiero que la vida sea un musical.

  1. Cuanta razón tienes y cuantas veces hemos hablado de ello!! La vida debería ser un musical, cada una protagonista del suyo… Me sentí identificado en la parte de la oficina, con mi traje y cantando esa grandiosa canción que propones!! Me veo me veo!! Te has parado A pensar en el juego que pueden dar las escaleras del metro??? La gente que utiliza trasporte público tendrá un musical mucho más espectacular!!!C

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